Como Granada, no hay nada (1)
Como Granada, no hay nada
¡Hola, chicos! ¿Qué tal? ¿Cómo va todo?
Hace ya algún tiempo, hacía ya algún tiempo que no nos escuchábamos aquí, en nuestro podcast español con Juan, ¿no?
Algunos seguro que han pensado que este tío habrá dejado de hacer el podcast… estará muerto, se habrá puesto enfermo…
No, nada de eso, chicos, nada de eso… Estoy vivo y coleando, estoy vivito y coleando…
No, lo que pasa es que a veces uno tiene un montón de cosas que hacer y no le queda tiempo para hacer todas las cosas que le gustaría.
Estos últimos días he estado muy ocupado. Si me seguís en Instagram o en YouTube, me imagino que ya sabréis que he estado unos días viajando, concretamente he estado en Granada, mi ciudad natal.
Entre unas cosas y otras, hacía ya un montón de tiempo que no iba por allí. Me gusta volver de vez en cuando, para ver cómo va todo, al fin y al cabo es la ciudad donde nací y donde viví hasta los treinta años, más o menos…
Ahora que lo pienso, llevo en Inglaterra 25 años. Este año he cumplido 25 años aquí en Londres. Eso es mucho, ¿no? Eso es casi casi la mitad de mi vida.
Da un poco de miedo pensarlo: llevo en Inglaterra casi tantos años como los años que viví en Granada, en España. Lo que pasa, claro, es que en Granada nací y allí viví los años más importantes de la vida de una persona: la infancia, la juventud…
Eso está claro, es obvio… No se puede comparar. Por muchos años que viva en Londres, yo siempre seré un granadino.
Y también soy londinense, claro. Después de vivir 25 años en Londres creo que tengo el derecho a decir que soy londinense, que soy de Londres, especialmente después del sablazo que me dieron el año pasado con los impuestos…
Dar un sablazo, por cierto, es una expresión coloquial para decir que se pide una cantidad muy grande de dinero a alguien. Si, por ejemplo, el dentista te da un sablazo, eso quiere decir que tienes que pagarle mucho dinero.
Por cierto, ya me imagino que voy a recibir algún comentario de algún dentista ofendido porque he puesto este ejemplo…
Pero bueno, ese es otro tema que dejaremos para otro día. No me quiero poner de mal humor ahora hablando del sablazo que me da todos los años el Gobierno de su Graciosa Majestad la Reina Isabel II…
Lo que si quería decir es que…
Algunas personas me dicen ¿Pero qué haces en Londres? ¿Por qué vives en Londres? ¿Por qué no vuelves a Granada? ¡Granada es tan hermosa! ¡En Granada se vive tan bien! En Granada serías mucho más feliz que en Londres. En Londres hace frío, el cielo está siempre gris, los ingleses solo comen fish and chips…
La verdad es que…
No sé cómo decirlo, pero ese tipo de comentarios, aunque la gente los diga con buena intención, ese tipo de comentarios me irrita un poco. Me pone un poco de los nervios.
Yo os voy a decir una cosa con total sinceridad: yo soy muy feliz en Londres. Me encanta Londres y pienso que esta es una de las mejores ciudades donde se puede vivir.
Londres tiene una energía que no tienen muchas otras ciudades. Aquí tienes ganas de hacer cosas. Uno se contagia de la energía de otras personas y te dan ganas de hacer cosas: de trabajar, de viajar, de estudiar, de crear una empresa, de hacer negocios o de ponerte a escribir, a hacer cine o lo que sea.
Esta es una ciudad que te contagia de energía y te transmite las ganas de hacer cualquier cosa que te pueda gustar.
En Londres uno tiene la impresión de que puede hacer cosas, de que vale la pena hacer cosas.
Eso se ve, incluso, cuando vas por la calle. Por las calles de Londres la gente va a un paso muy ligero. Tú cuando sales a la calle, tienes un objetivo, vas a algún lugar, y quieres llegar allí cuanto antes. Si quieres tomar un café, lo coges en una cafetería, pero lo pides “para llevar” ( o sea, “take away'') y te lo bebes por el camino mientras sigues andando a paso ligero hacia donde quiera que vayas. No te detienes. No te paras.
Esa energía, esa gana de hacer cosas, esa electricidad es algo que me gustó mucho de Londres desde el principio.
Claro, depende mucho de tus circunstancias personales. Londres puede ser también una ciudad muy dura, un lugar muy difícil. Depende…
Si eres joven, con ganas de hacer cosas, con ganas de conocer personas de diferentes culturas, con ganas de descubrir el mundo, de aprender idiomas, de viajar, de trabajar, de iniciar un nuevo proyecto, de llevar a cabo una idea… Entonces, una ciudad como Londres es genial.
Porque aquí hay gente muy activa, con muchas ganas de hacer cosas, con mucha energía… y tú te contagias también de esa energía.
Es un poco como ir al gimnasio, ¿no? Cuando estás en casa tranquilo, en pijama, en zapatillas, sentado en el sofá, pues, claro, no tienes ninguna gana de ponerte a hacer ejercicios, no tienes ganas de hacer deporte… ¡Qué pereza! ¿Quién se pone a hacer deporte ahora con lo bien, con lo a gustito que se está aquí echado en el sofá?
Pero si haces un esfuerzo, te pones el chándal o cualquier ropa de deporte y te vas al gimnasio… ¿Qué pasa? ¿Os habéis dado cuenta de lo que pasa? Pues que te contagias de las otras personas que están allí haciendo ejercicio, corriendo, levantando pesas, subidos en la bicicleta estática… Te contagias de esa energía y te dan ganas de hacer deporte a ti también, ¿no? Y ya no te cuesta tanto moverte, hacer ejercicio… te parece normal.
Pues eso es lo que pasa con algunas ciudades como Londres, que uno se contagia de la energía y de las ganas de hacer cosas que tiene la gente que vive aquí.
Pero claro, si eres mayor, si ya tienes una cierta edad, si estás jubilado o cerca de la jubilación, si no tienes muchos familiares y amigos a tu alrededor, si vives solo y con poco dinero… Entonces, claro, Londres puede ser una ciudad muy dura, muy difícil…
Lo que quiero decir es que a la hora de decidir donde uno quiere vivir, no todo es tan simple como ¡Ah, bueno, en Granada el cielo es azul, hay más luz, en los bares ponen tapas con la cerveza y la Alhambra es muy bonita…!
Hombre, creo que hay que tomar otras cosas en consideración también, ¿no?
Si uno ve los vídeos que he publicado recientemente en Youtube o las fotos que he subido en Instagram, yo entiendo que uno pueda pensar “¡Ah qué bonita es Granada! ¿Por qué no vives allí? ¿Por qué no vuelves a España?”
Lo que la gente quizás no ve es todos los problemas que puede haber en una ciudad como Granada. Una cosa es ir de turista y ver la Alhambra y el Albaicín o hacer un Erasmus en la universidad y otra cosa bien diferente es vivir allí, ir al trabajo todos los días, aguantar al cabrón de tu jefe, soportar a los vecinos ruidosos…
Eso, claro, no se ve en los vídeos de Youtube ni en las fotos de Instagram.
Granada es una ciudad fantástica si eres, por ejemplo, un turista, si te gusta salir de bares o si eres un estudiante erasmus y vas allí a hacer un curso en la universidad. Te lo puedes pasar genial en Granada.
También está muy bien si quieres hacer un curso de español. Es una ciudad no demasiado grande donde es muy fácil moverse… De hecho, puedes ir a pie a casi todas partes o con un corto trayecto de autobús.
Y una cosa muy importante para un estudiante de español, y es que es una ciudad de provincias, tranquila, familiar, muy vivible, en la que resulta bastante fácil hablar con la gente y entablar una conversación con alguien por la calle, en un bar, en una tienda… Hacer esto en una gran ciudad como Barcelona o Madrid es mucho más difícil.
Y además Granada tiene un pasado árabe y una historia que la convierte en una de las ciudades más interesantes de España.
Estos son solo algunos ejemplos. Granada puede ser una ciudad muy interesante para muchas personas por diferentes razones, pero, claro, esto depende de las circunstancias de cada persona.
Porque, como suele decirse, “no es oro todo lo que reluce” o también “no todo lo que brilla es oro”. Es decir, no todo es tan bonito ni tan maravilloso como puede parecer a primera vista.
Lo que no se ve en los vídeos ni en las fotos de instagram es, por ejemplo el camarero que te sirve de mala gana, el taxista xenófobo que habla mal de todos los extranjeros, el portero del edificio donde vives que te habla de muy malos modos, el ruido de la gente en la calle que no te deja dormir…
Una de las cosas que más me llamó la atención en este último viaje a Granada fueron los ojos perdidos, las miradas tristes de algunas personas. Había gente que yo recordaba de verlos cuando eran jóvenes y que se quedaron en Granada trabajando siempre en el mismo lugar, en la misma tienda, en la misma oficina o en el mismo bar y que ahora, cuando vuelvo, siguen allí, pero con la mirada apagada, tristes, quizás simplemente aburridos…
A lo mejor es una falsa impresión mía. Quizás el día que yo los ví, fue un mal día… Es posible, pero a veces cuando estaba en Granada pensaba, “¡Qué bien hice en irme a Londres! ¡Irme de aquí fue la mejor decisión de mi vida”.
Sinceramente, no creo que yo hubiera sido muy feliz quedándome a vivir en Granada toda la vida. Necesitaba salir de allí, tener nuevas experiencias, aprender idiomas, ver el mundo, conocer personas de otras culturas… De hecho, de lo que sí me arrepiento es de no haberlo hecho antes, de no haberme ido de Granada antes, cuando era más joven, con 20 años.
Uno nace en un lugar, en una ciudad, en un rincón del mundo y se queda allí para toda la vida…
No sé, para algunas personas eso puede estar bien. De hecho, es verdad que hay quien vive toda la vida en el mismo lugar, haciendo siempre el mismo trabajo, rodeados siempre de la misma gente y son las personas más felices del mundo. Eso es así, también es verdad.
O sea, no quiero decir que lo que yo he hecho, irse fuera, irse muy lejos y dejarlo todo, sea la mejor decisión para todo el mundo… No, no es eso, no es eso en absoluto…
Cada persona es diferente, cada persona es un mundo, cada persona tiene circunstancias diferentes y lo que para una persona puede estar bien para otra persona puede estar fatal.
Todo depende. Como decía Ortega y Gasset, un filósofo español muy importante, “yo soy yo y mis circunstancias”.
Pero en mi caso, dadas mis circunstancias, pues sí. Yo necesitaba salir de Granada, ver otros mundos, conocer cosas diferentes…
En realidad, quedarse en Granada hubiera sido la opción más fácil para mí. Granada era mi zona de confort. Pero para crecer, para desarrollarse tanto a nivel personal como profesional, creo que es importante salir de esa zona de confort a la que estamos acostumbrados y donde nos encontramos tan agusto, tan a gustito como en el útero materno, y hacer cosas a las que no estamos acostumbrados, asumir riesgos, aceptar retos, aprender nuevas habilidades… Si no, uno se queda un poco anclado en la infancia, en la adolescencia, ¿no?
Para vivir, hay que dejar el útero materno, ¿no? hay que salir del útero materno donde uno está tan a gustito y arriesgarse a vivir.
De hecho, recuerdo que, cuando vivía en Granada, lo que más me gustaba era ver los grupos de turistas que llegaban a la ciudad. Ahora, la verdad es que intento no ir donde hay muchos turistas. Me molesta el ruido y los lugares donde hay demasiada gente.