Deuda (3)
Aún después de que se eliminara la 936, después del 2006, Rubén seguía vendiendo bonos que se acababan a los tres días de haber salido al mercado. El gobierno decidía que necesitaba más dinero, anunciaba que iba a sacar una nueva emisión de bonos, y luego gente como Rubén los vendía y cobraba una comisión por las ventas.
Rubén: Si la venta tuya durante esos dos o tres días eran 10, 15, 20 millones –y muchas veces más, pero mucho más– inmediatamente a ti te pagaban esa comisión. Yo llegué a ver comisiones de… en un mes, de 45 mil, 100 mil dólares. Realmente, sí.
Daniel: Wow.
Luis: Sí, muchísima plata. Y sobretodo pensar en cifras así en Puerto Rico, donde más de la mitad de la población vive bajo el nivel de pobreza es absurdo.
Daniel: Ya, ¿pero las personas que compraban estos bonos no se daban cuenta que las finanzas públicas no estaban nada bien? ¿Por qué seguían invirtiendo en el gobierno si sabían que se gastaba más de lo que se recaudaba?
Luis: Bueno, eso mejor que te lo explique Jorge:
Jorge: Bueno, sí, todos fuimos bien optimistas.
Luis: A partir del 2000, el gobierno no ha tenido un solo año con el presupuesto al día. Ni uno. Pero cada año volvían a decir que ahora sí ya habían resuelto los problemas y que se iba a recaudar más dinero en impuestos, y luego, esos recaudos nunca aparecían.
Jorge: Todos los puertorriqueños y todos los gobiernos, los gobernadores y los legisladores, todo el mundo fue bien optimista. Nadie dijo: “Bueno, espérense. Esto no… no debemos seguir por aquí”.
Luis: Y como dijo Jorge Irizarry, no solo era solamente el gobierno. Rubén Rodríguez, el asesor financiero, recuerda que cada año, en el banco de inversiones en el que trabajaba, llegaban varias firmas de analistas financieros de Estados Unidos. Los contrataban para asesorar a los vendedores de bonos.
Rubén: Y venían todas estas compañías que también tenían mucha inversión en Puerto Rico y seguían a Puerto Rico y todo era color de rosa.
Luis: Pero no todas las compañías eran así. Rubén me contó que había una, Nuveen, que regularmente sonaba la voz de alarma. Eran ellos los que decían que la insolvencia del gobierno estaba a la vuelta de la esquina. Aún más, la firma alegaba que el gobierno no era transparente con sus finanzas.
Rubén: Ellos siempre decían que ellos no creían en Puerto Rico, que Puerto Rico no era un país transparente y que todo el tiempo le estaban mintiendo. Lo decían desde el 2008 ya.
Luis: O sea que ya había gente que sabía los riesgos. Pero también había mucha presión para seguir vendiendo.
Luis: Porque tú sí llegaste a sentir esa presión cuando trabajabas dentro de ese esquema.
Rubén: La sentí y directamente me sentaron y me dijeron que si no lo hacía… me iban a botar.
Luis: Y ya para el 2011 la deuda crece, el déficit crece… Y por primera vez los corredores de bonos se empiezan a dar cuenta que no es fácil vender los bonos de Puerto Rico.
Miguel Ferrer: Y nos encontramos con la situación donde hay un montón de producto disponible para la venta, o en inventario ya, que son mayormente los fondos mutuos y los bonos locales. Y apesta. ¡Bullshit!
Daniel: ¿Y este quién es?
Luis: Ese es Miguel Ferrer, un tipo con una trayectoria muy larga en la industria puertorriqueña de las finanzas. Cuando se grabó este audio, Ferrer era el director de UBS en Puerto Rico, un banco suizo que había abierto una división de manejo de inversiones en la isla.
Miguel Ferrer: Tenemos que cruzar el puente entre la demanda que tenemos, insatisfecha…
Luis: Y lo que está pasando ahí es que Ferrer reunió a un grupo de brokers que trabajaban para él, y en este audio lo que se oye es el regaño que les está dando porque no están vendiendo los productos financieros de la compañía. Uno de sus propios vendedores grabó este audio a escondidas y luego lo filtró a los medios.
Miguel Ferrer: Porque los brokers, el trabajo de ellos, es buscarle a los clientes el producto que le conviene a los clientes. ¡No es sentarse en su escritorio a esperar que algo suceda! ¡Si no, señores, búsquense otro trabajo!
Daniel: ¿Entonces sí había brokers que no querían vender más bonos del gobierno?
Luis: Recuerda que era el 2011. Puerto Rico llevaba cinco años en recesión económica. La base industrial de la isla estaba desmantelada. Miles y miles de trabajos habían desaparecido. Y lo único que está manteniendo a flote al gobierno son los bonos. Bonos que compañías como UBS convertían en productos de inversión que no garantizaban el dinero de los inversionistas.
Y pues algunos corredores se negaban a venderlos, porque sabían que eso no le convenía a sus clientes. Eso fue lo que hizo Rubén Rodríguez, pero cuando se negó a vender los productos de la compañía, le impusieron una metas mensuales astronómicas.
Rubén: Pues en un mes traer un millón de dólares. Este… o en tres meses traer cinco millones de dólares. Y si no cumplías con las metas que te imponían, que eran humanamente imposibles, porque nadie quería invertir dinero en la compañía, pues ya ellos tenían la evidencia para despedirte.
Luis: Eventualmente la situación llegó a tal grado que en el 2013 las Agencias Acreditadoras bajaron la categoría de muchos bonos. Porque parte del mercado se regula con estas agencias que, básicamente, toman la capacidad de repago de los gobiernos y les dan como una nota: decir A, AAA o AA. Para ver si son buena paga.
Daniel: Es como chequeándole el crédito al gobierno.
Luis: Sí, algo así. Pero por más de 50 años, la deuda de Puerto Rico había tenido una de las clasificaciones más altas. En cinco años el crédito del gobierno comenzó a tocar fondo, y se convirtió en chatarra…
Y eso tuvo unas consecuencias terribles para inversionistas como Edwin Batista. No sé si te acuerdas, Daniel, pero él fue el que comenzó a invertir su salario de McDonalds y llegó a tener dos millones de dólares. En menos de cuatro años ese dinero comenzó a desaparecer.
Edwin: De dos a un millón. Entonces de un millón pasó a 700. Y entonces de 700 pasó a… como 600, más o menos.
Luis: Y no paró ahí. La cuenta no dejaba de perder valor.
Edwin: Entonces es bien gracioso porque tú pasas de ser un cliente de Popular One a banca regular y después te pasan a que… que llamas y nadie te contesta el teléfono.
Luis: Y algo parecido le pasó a Teresa García, la química jubilada de la farmacéutica. Ella invirtió los 150 mil dólares de su retiro en bonos puertorriqueños. Y en su caso, Teresa pudo ver cómo se desplomaba su inversión casi en tiempo real.
Teresa: Yo la chequeo todos los días y yo he visto desde el 2012, 2013, para acá, cómo mi cuenta ha ido bajando vertiginosamente.
Luis: ¿Por qué?
Teresa: Porque según va bajando la acreditación de los bonos, la gente coge pánico, empieza a vender y va bajando su valor.
Luis: Teresa me contó que muchos de sus bonos ahora valen la mitad de lo que valían cuando los compró. Pero el verdadero problema es que aunque Teresa quisiera deshacerse de ellos, no va a encontrar a nadie que quiera comprarlos. Ni siquiera con un 50% de descuento.
Teresa: Yo tengo un bono que costaba 100 dólares, ahora vale 50. Pero si voy al mercado a venderlo me dicen: «Nah, yo te voy a dar cinco. Si tú quieres vender, yo te voy a dar cinco». Yo no puedo cogerme ese riesgo; lo voy a perder todo.
Luis: Y con cada nuevo bajón vienen las preocupaciones y la ansiedad… La gran pregunta para Teresa es cómo ella y su marido se ajustarán ahora que son mayores y necesitan más dinero para sus gastos médicos.
Teresa: Yo trato de buscar la manera de tranquilizarme porque mi esposo es diabético y todas estas cosas a él lo afectan más que a mí. En realidad, yo tengo que buscar la manera de ser fuerte para que él no se sienta tan mal… Pero para los dos ha sido un cantazo fuerte…
Luis: Y aquí llegamos al punto donde empezamos, porque en junio del 2015:
Gobernador: La deuda pública es impagable.
Luis: El gobernador anuncia que la burbuja se acababa de reventar por completo. Gente como Edwin Batista perdieron casi todo lo que habían invertido.
Edwin: Mira, te quería mostrar esto. Este es… lo guardé de recuerdo. Este es el último informe de Popular Securities con el valor de mi portafolio.
Luis: Hace unos meses fui a visitar a Edwin a Orlando. En el 2013 sacó lo que le quedaba y compró una casa junto a su esposo. Ahora viven en un suburbio muy tranquilo. Pero todavía guarda los estados de cuenta de su banco y me los mostró. Era una carta oficial con otra gráfica más que mostraba una línea que caía en picada. En el 2010 a Edwin le quedaba cerca de un millón de dólares en la cuenta. Para el 2014 sólo le quedaban cinco centavos. Cuando le pregunté por qué guardaba ese estado de cuentas, me contestó:
Edwin: Para que nunca se me olvide. Cuando tú comienzas a olvidar comienzas a cometer errores nuevamente. Este es para no cometer más errores. Para eso es.
Daniel: Bueno, pero es que lo haya perdido todo, ¿no? O sea, vive en Orlando, en un suburbio, tiene una buena casa.
Luis: Pudo haber sido mucho peor. Pero también es cierto que nadie invierte para perder, Daniel. Y que los que compraron bonos puertorriqueños confiaron en el gobierno. Por eso ahora hay tanta rabia y tanto resentimiento contra la clase política.
Edwin: Sentí incluso, y no me da miedo decirlo, odio por el país. Cosa que me duele mucho porque yo amo mi país, pero terminé odiándolo. El país, de cierta manera, me sacó a patadas. Me duele muchísimo.
Luis: Y Edwin es parte de un movimiento de gente mucho más grande que ha abandonado la isla para irse a Florida. Más de 100 mil puertorriqueños hicieron las maletas en el 2015 y cada vez son más lo que se van.
Mientras tanto, en Puerto Rico, hay un grupo de bonistas locales, los Bonistas del Patio, así se llaman, que se han unido para presionar al gobierno. Están convencidos de que el gobierno no está siendo honesto cuando dice que no puede pagarles y ellos quieren todo su dinero de vuelta. En el verano pasado fui a una convención de este grupo…
Y entre los oradores principales estaba una persona muy conocida.
Jorge: Buenas tardes a todos, gracias por estar aquí. Y gracias por el apoyo a Bonistas del Patio. Y muchas gracias.
Daniel: El que había sido banquero del gobierno.
Luis: Jorge Irizarry. Ahora es el presidente de los Bonistas del Patio. Y el mensaje que le envió al gobierno ese día era clarísimo:
Jorge: No es una falta de capacidad de pago. Es que no hay la voluntad de pago.
Luis: La verdad es que la carrera de Jorge Irizarry ha dado un giro enorme. Del 2007 al 2008, cuando fue presidente del Banco Gubernamental de Fomento, se tomaron prestado seis mil millones de dólares en bonos. Pero ahora defiende a los bonistas. Esto no es inusual en los círculos locales de las finanzas. Puerto Rico es una isla pequeña y hay una puerta giratoria constante entre el gobierno, la banca privada y las casas de corretaje.
Y eso no es ilegal, pero es difícil saber cuáles son los intereses de los banqueros. El caso de Jorge Irizarry es aún más extremo porque en su carrera ha sido banquero del gobierno, banquero privado y ahora, portavoz de los bonistas. Y no sólo eso: Jorge Irizarry ha sido muy claro en sus expresiones públicas, donde dice que él también invirtió en bonos de Puerto Rico. Cuando le pregunté si en ese vaivén no había un conflicto de intereses, esto fue lo que me dijo:
Jorge: Ni siquiera se trata de Jorge Irizarry. Pero yo soy bonista, ¿ok? Pero se trata de 60 mil personas y sus familias. Lo único que yo traigo es los conocimientos y la experiencia. Eso es lo que yo traigo positivo. Yo no traigo lastres, ninguno, del gobierno a esto. Yo abogo por la gente de Puerto Rico, de la cual yo soy uno. Luis: Pero no todos los puertorriqueños son bonistas, por supuesto. Aún así, todos en el país se tienen que enfrentar a un panorama complicado de impuestos cada vez más altos y a muchas medidas de austeridad. En el 2009 el gobierno anunció el despido de más de 16 mil empleados públicos. Y cada empleado despedido es un adulto más que ya no paga impuestos. Eso tiene consecuencias reales. En los últimos dos años el gobierno ha cerrado más de 100 escuelas. Se han eliminado rutas de transportación pública. Las plazas del gobierno están congeladas. La crisis va mucho más allá de los bonistas. Y, por eso, en Puerto Rico queda mucha rabia y mucho resentimiento por repartir. Tania: Y es como yo digo: o sea, yo no tomé prestado, mis hijos no tomaron prestado. Luis: Esta es Tania Ginés, la madre que conocimos al comienzo de esta historia. Estuvo luchando durante 10 meses para que no cerraran la escuela pública de su hija. Al final perdió la batalla. Ahora los niños tienen que ir a una nueva escuela que les queda más lejos y allí hay 40 estudiantes por salón, problemas de ratas en el comedor, no hay terapeutas para los niños de educación especial. Pero lo más difícil de todo fue ver lo que hicieron con la escuela José Meléndez Ayala de la comunidad. Tania: Pero en la de nosotros no nos dejaron ni un clavo. O sea, ellos desbarataron la escuela, ellos se llevaron todo. O sea, fue como decir “espérate, que a esta gente sí hay que darle duro”. Luis: Los cierres responden a las nuevas prioridades del gobierno. El ciclo de emigración masiva y endeudamiento crónico ha llevado a reducir los servicios del gobierno a como dé lugar. Es una manera de cumplir con los pagos de la deuda, y las escuelas en los barrios pobres han sido las primeras en la lista. Poco a poco la propia constitución de Puerto Rico estaba llevando a Tania y a muchísimos puertorriqueños más a un enfrentamiento directo con los bonistas del país. Lo que pasa es que la constitución dice que, en caso de que no haya suficiente dinero, los primeros en cobrar son los que compraron bonos del gobierno. Y ellos se supone que reciban su dinero aún antes que los policías y los maestros. Daniel: Y eso es lo que está pasando ahora, ¿no? Luis: La isla ha estado a punto de caer en esa situación en varias ocasiones en los últimos dos años. Es como si estuviera tambaleándose al borde de la insolvencia. Y va a ser muy duro cuando el gobierno tenga que decidir a quién le paga y a quién no. A estas alturas ya no quedan buenas opciones. Cualquier decisión que se tome va a afectar de manera muy profunda a alguien. Y sí, todos en la isla vamos a tener que cargar con la deuda… Hasta los que menos pueden. —- Daniel: Algunos economistas estiman que un tercio de la deuda puertorriqueña le pertenece a fondos de alto riesgo, conocidos como fondos buitre de Wall Street. Son firmas que se dedican a especular con la deuda de países en apuros. Y esto puede hacer que cualquier negociación para reducir la deuda de Puerto Rico sea aún más difícil. Y hay otra cosa: en septiembre del 2016 comenzó a operar una Junta de Supervisión Fiscal, nombrada por el Congreso de Estados Unidos. Esta junta básicamente controla las finanzas de la isla. Aún por encima del gobierno local. La Junta estará en funciones hasta que Puerto Rico logre balancear su presupuesto y pueda volver a vender bonos. Y mientras tanto, esta Junta tiene el poder de reducir los servicios y la nómina del gobierno –buscando ahorrar por donde sea–. Puede también forzar recortes en las pensiones de los empleados públicos y también puede negociar recortes en el pago de la deuda. Y al final, todo parece indicar que Puerto Rico no ha tocado fondo. Luis Trelles es productor de Radio Ambulante. Esta historia fue editada por Camila Segura, y por mí. Agradecemos la ayuda de Deepak Lamba, Elías Gutiérrez, Robert Smith y Mercedes Martínez. La mezcla es de Isabel Vázquez. El equipo de Radio Ambulante incluye a Silvia Viñas, Fe Martínez, Elsa Liliana Ulloa, Barbara Sawhill, y Caro Rolando. Nuestros pasantes son Emiliano Rodríguez, Andrés Azpiri y Luis Fernando Vargas. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Para escuchar más visita nuestra página web. Radio ambulante.org. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.