El Principio de Incertidumbre tiene un Nombre de 💩
Se que estoy muy reivindicativo últimamente, pero es que, madre mia, no me dan un descanso.
El Principio de Incertidumbre de Heisenberg. INCERTIDUMBRE. La elección de vocabulario
más dolorosa de la maldita historia. Es horrible. La palabra se acerca mucho a la realidad pero
a la vez tienes unas connotaciones que son definitivamente anti-cuántica.
Vamos a empezar por el principio: El Principio de Incertidumbre te está contando que en
el mundo cuántico no lo puedes saber todo con total exactitud. Si tienes, por ejemplo,
un electrón viajando por ahí y quieres saber dónde está y a qué velocidad se mueve…
Te vas a quedar con los ganas. Tienes que quedarte en una situación de desconocimiento,
en el que sabes más o menos la región dónde puede estar el electrón y en que el sabes
más o menos el rango velocidades al que se puede estar moviendo. Cuanta más precisión
tengas en la posición (más pequeña sea la región dónde puedes encontrarlo) más
grande se hace el rango de velocidades posibles. Y también sucede lo contrario: cuanto menor
sea el rango de velocidades posibles (más seguro estés de cuanto se mueve) más grande
se hace la región dónde puedes encontrar al electrón. Ganar exactitud en una cantidad
supone perderla en la otra. Pensad en el principio de incertidumbre como
si fuera una balanza: si el platillo del desconocimiento en la posición baja entonces el platillo
del desconocimiento en la velocidad sube... Y lo contrario. No hay manera de tener los
dos platillos abajo. Siempre tienen que estar balanceados.
Mi problema surge cuando te preguntas “¿por qué ocurre esto?” y te topas con el nombre
que se le ha dado a estas cantidades: incertidumbres. En español es una palabra que tiene un olor
a subjetividad muy fuerte; te está dando la sensación de que el problema eres tú.
Que el electrón está en un sitio concreto y se mueve a una velocidad concreta, pero
que nosotros simios del mundo macroscópico somos incapaces de alcanzar esos número ocultos.
Esa palabra te está sugiriendo que por cómo funcionan nuestros aparatos y nuestras metodologías
somos incapaces de conocer ambos números a la vez. Perturbamos el delicado mundo cuántico;
las incertidumbres existen por culpa nuestra. Esta es una manera de justificar el principio
de incertidumbre que he escuchado varias veces por ahí… Y que conste desde ya que es falso:
No es que nosotros tengamos problemas para saber dónde está un electrón o cómo se
mueve, la cuestión es que ni la propia Naturaleza lo sabe.
Ya en el vídeo del Efecto Túnel os expliqué que los objetos en el mundo cuántico no tienen
por qué tener sus propiedades definidas. No es obligatorio que estén ubicados en un
lugar preciso o que se muevan a una velocidad exacta. Estos rangos no son realmente nuestro
desconocimiento de esas cantidades, es el propio electrón con su posición y su velocidad
sin determinar: deslocalizado en el espacio e indefinido en velocidad. No es incertidumbre,
lo que ocurre aquí es indeterminación. Quedaos con la palabra.
Y, oye, ¿por qué la indeterminación de la posición influye en la de la velocidad
y vicerversa? ¿por qué? La responsable es la naturaleza cuántica de, por ejemplo, un
electrón viajando a una velocidad concreta: su función de onda adopta una forma muy peculiar.
Os presento a la onda plana. La velocidad está codificada en su vibración: cuanto
más rápido vibra mayor velocidad representa. ¿Qué le ocurre a esta función de onda?
Que ocupa todo el espacio, ¡no “termina” en ningun lugar! Lo que quiere decir que,
aunque representa una velocidad muy concreta, su posición está totalmente indeterminada.
¡Puede estar literalmente en cualquier lugar del espacio! La balanza está totalmente inclinada
a favor de la velocidad. Pero podemos torcerla. Como dije antes, el
electrón no tiene por qué viajar a una velocidad concreta, puede tenerla indeterminada. Esto
se hace añadiendo a esta onda plana otra onda plana pero con otra velocidad distinta
codificada, es decir, que vibre de manera diferente. Si yo sumo estas dos ondas vamos
a tener interferencias: en un cierto lugar las dos ondas van estar muy sincronizadas
en sus “giros”, por lo que ambas oscilaciones se van a amplificar. Sin embargo en los otros
lugares, las dos ondas no van al mismo ritmo, lo que va a causar que se cancelen la una
con la otra, resultando en una disminución del valor de la onda. Fijaos: por el simple
hecho de indeterminar el valor de la velocidad he causado que ya haya una zona en la que
hay mayor probabilidad de encontrar el electrón. Y este efecto puede agravarse: cuantas más
velocidades distintas superponga, más ondas planas diferentes voy a sumar, y más fuertes
se volverán las interferencias, amplificando mucho el valor de esa región y apagando el
resto. Estoy determinando la posición indeterminando la velocidad.
De hecho, si se llega al extremo de tener un electrón con la velocidad totalmente indeterminada
la cancelación es tal que en todos los puntos del espacio la función de onda vale cero
excepto en un solo punto: tenemos al electrón totalmente localizado. Hemos inclinado la
balanza al máximo. ¡Por esto me cabrea lo de “incertidumbre”!
¡Porque esta fórmula no está hablando de nuestros límites para medir cosas! ¡Te esta
diciendo algo profundo sobre el mundo cuántico: que esas cosas que pretendes medir no están
ni definidas! Hay que dejar de pensar que el electrón es una bolita que se mueve por
un cierto camino y aceptar que es algo mucho más complejo. Como dice mi amigo Pablo Bueno:
“El electrón es… pero no está”. Por eso mismo propongo que a partir de hoy
abandonemos lo de “Principio de Incertidumbre de Heisenberg” y empecemos a llamarlo “Principio
de Indeterminación de Heisenberg”. Así haremos honor a la acojonante naturaleza de
nuestro Universo. #IncertidumbreNO. A tope con el hashtag en redes sociales, quiero que
ardan y, de hecho voy a hacer un manifiesto sobre el…
Espera. Campañas en redes sociales. Un manifiesto. Discutir con la peña sobre nomenclatura.
Defender un cambio de convenio por cuestiones pedagógicas. ME CAGUEN TODO PERO SI ME GUSTA
TAU.