Por qué en los Viajes Espaciales NO Hibernaremos
La hibernación es un recurso muy útil en las historias de ciencia ficción. Quieres
que tus personajes viajen a cientos de años-luz de distancia… Pero sin que pasen cientos
de años envejeciendo dentro de su nave. ¿Solución? Congelarlos. Que duerman como osos durante
todo ese tiempo, manteniéndose jóvenes hasta que las aventuras comiencen.
Esta es la idea de la hibernación artificial. La hemos visto en la saga Alien o en Passangers.
Pero, ¿sabéis qué, gente? Lo más seguro es que nunca hibernemos en los viajes espaciales,
bien porque es imposible hacerlo en humanos o bien porque al final quede en desuso. Y
es que el Universo tiene su propia “hibernación natural”: la dilatación temporal y la contracción
lorentz. Ponte en este caso: imagina que formas parte
de una expedición a una lejana estrella, a miles de años de viaje. Parece que nunca
vas a llegar allí vivo, pero resulta que tu cohete cuenta con una avanzada tecnología
que hace que, durante el viaje, el tiempo se ralentice en toda la nave. De repente lo
que son miles de años de trayecto, se convierten en segundos para los pasajeros. En solo cuestión
de unos minutos han completado su viaje. No ha sido necesario mandarlos a hibernación
porque su experiencia de la travesía ha sido deformada en el tiempo.
Molaría que existiera una tecnología así, ¿verdad? Pues olvidate de la idea porque
no es ni necesario inventarla. El Universo ya funciona así. Es una consecuencia de que
el espacio y el tiempo sigan las reglas de la Relatividad Especial. Esto es física de
verdad: si desde la Tierra pudieras saber qué está ocurriendo dentro el cohete, verías
que todo lo que pasa sucede a cámara super lenta. Por simplemente moverse a una velocidad
mayor que nosotros su experiencia del tiempo se ha dilatado; lo que para nosotros son miles
de años para ellos son minutos. De hecho, la gente dentro la nave experimenta
algo muy guay. Antes del despegue, su destino es un punto muy lejano, pero, cuando aceleren,
todas las estrellas se les aproximarán una barbaridad. Cuando alcancen una velocidad
estable, la distancia a su destino se habrá contraido, siendo muchísimo menor, pudiendo
completar el viaje en cuestión de minutos. Una vez desaceleren, todas las estrellas volverán
a su lugar inicial. Lo que ha ocurrido es la contracción Lorentz,
y no es ningún tipo de ilusión óptica. Por moverse a una velocidad mayor que nosotros,
las distancias que recorren se han reducido. Se ha acortado tanto el camino hasta la otra
estrella que lo han podido cubrir en minutos. Otra manera equivalente de ver la misma experiencia.
Por supuesto, hacer que estos efectos se manifiesten con intensidad no es fácil: para notarlo
tienes que moverte muy rápido, cerca de la velocidad de la luz, por eso no lo percibimos
en nuestro dia a dia en la Tierra. Este es el inconveniente de esta alternativa a la
hibernación: necesitas llevar la nave a velocidades descomunales.
Mirad, si aceleras la nave al noventa por ciento de la velocidad de la luz, la dilatación
temporal solo reduce el tiempo de viaje a la mitad. De mil años pasaríamos a quinientos,
lo que hace esto inviable. Hay que seguir subiendo. Llendo al noventa y nueve por ciento
de la velocidad de la luz pasaríamos a ciento cincuenta años de viaje. Al noventa y nueve
coma nueve serían cuarenta y cinco. Es necesario añadir cuatro nueves más para reducir la
cifra a medio año, y si queremos que realmente que el viaje dure minutos, hay que colocar
otros ocho. Cuanto más te aproximas a la velocidad de la luz, por poco que sea, más
fuerte se hace la dilatación y, lamentablemente, más sube el precio a pagar por acelerar.
Si quisieras acelerar tu nave al noventa por ciento de la velocidad de luz necesitarías
toda la energía que producen todos los paises del mundo durante mil años. Subir un nueve
por ciento más la velocidad no cuesta demasiado; serían tres mil años de energía. Ahora,
si quieres aumentar la velocidad ese poquito que falta para alcanzar el viaje en minutos,
el precio por acelerar asciende a billones de años de energía. El Cosmos se resiste
a que toquemos la velocidad de la luz poniéndonos las facturas de la energía muy caras.
Por eso la idea de hacer grandes viajes dilatando el tiempo de los pasajeros es por ahora fantasía.
No tenemos ni la tecnología para acelerar tanto nuestras naves ni la energía suficiente.
Pero quién sabe, seguro que la ciencia y la técnica nos llevarán a resolver estos
problemas y en algún momento del futuro podremos mandar exploradores a los confines de la galaxia…
Aunque, por muy jóvenes que se conserven, tarden mucho en venir y contarnos que han
visto.
¡Y eso ha sido todo! Bueno, quitando que acabo de estrenar una serie nueva de vídeos
en Flooxer: “¿Ciencia o Ficción?”. La idea es coger una pelicula, una serie o un
videojuego y comentar hasta que punto lo que sucede es científicamente posible o dónde
están sus fallos. Tenéis los tres primeros vídeo ya disponibles sobre Stranger Things,
Star Wars y Portal, y a partir de ahora todas las semanas, todos miércoles, tendréis uno
nuevo en Flooxer. Os dejo un link en la descripción, y nos vemos la semana que viene con un poquito
más de ciencia aquí en QuantumFracture. Y como siempre muchas gracias por verme.