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Audiolibros, LA MUERTA de GUY DE MAUPASSANT

LA MUERTA de GUY DE MAUPASSANT

¡La había amado desesperdidamente!

¿Por qué se ama? Cuán extraño es ver un solo ser en el mundo, tener un solo pensamiento en el cerebro, un solo deseo en el corazón y un solo nombre en los labios… un nombre que asciende continuamente, como el agua de un manantial, desde las profundidades del alma hasta los labios, un nombre que se repite una y otra vez, que se susurra incesantemente, en todas partes, como una plegaria. Voy a contarles nuestra historia, ya que el amor sólo tiene una, que es siempre la misma. La conocí y viví de su ternura, de sus caricias, de sus palabras, en sus brazos tan absolutamente envuelto, atado y absorbido por todo lo que procedía de ella, que no me importaba ya si era de día o de noche, ni si estaba muerto o vivo, en este nuestro antiguo mundo. Y luego ella murió. ¿Cómo? No lo sé; hace tiempo que no sé nada. Pero una noche llegó a casa muy mojada, porque estaba lloviendo intensamente, y al día siguiente tosía, y tosió durante una semana, y tuvo que guardar cama. No recuerdo ahora lo que ocurrió, pero los médicos llegaron, escribieron y se marcharon. Se compraron medicinas, y algunas mujeres se las hicieron beber. Sus manos estaban muy calientes, sus sienes ardían y sus ojos estaban brillantes y tristes. Cuando yo le hablaba me contestaba, pero no recuerdo lo que decíamos. ¡Lo he olvidado todo, todo, todo! Ella murió, y recuerdo perfectamente su leve, débil suspiro. La enfermera dijo: “¡Ah!” ¡y yo comprendí! Me consultaron acerca del entierro pero no recuerdo nada de lo que dijeron, aunque sí recuerdo el ataúd y el sonido del martillo cuando clavaban la tapa, encerrándola a ella dentro. ¡Dios mío! ¡Ella estaba enterrada! ¡Enterrada! ¡Ella! ¡En aquel agujero! Vinieron algunas personas… mujeres amigas. Me marché de allí corriendo. Corrí y luego anduve a través de las calles, regresé a casa y al día siguiente emprendí un viaje. Ayer regresé a París, y cuando vi de nuevo mi habitación -nuestra habitación, nuestra cama, nuestros muebles, todo lo que queda de la vida de un ser humano después de su muerte-, me invadió tal oleada de nostalgia y de pesar, que sentí deseos de abrir la ventana y de arrojarme a la calle. No podía permanecer ya entre aquellas cosas, entre aquellas paredes que la habían encerrado y la habían cobijado, que conservaban un millar de átomos de ella, de su piel y de su aliento, en sus imperceptibles grietas. Cogí mi sombrero para marcharme, y antes de llegar a la puerta pasé junto al gran espejo del vestíbulo, el espejo que ella había colocado allí para poder contemplarse todos los días de la cabeza a los pies, en el momento de salir, para ver si lo que llevaba le caía bien, y era lindo, desde sus pequeños zapatos hasta su sombrero. Me detuve delante de aquel espejo en el cual se había contemplado ella tantas veces… tantas veces, tantas veces, que el espejo tendría que haber conservado su imagen. Estaba allí de pie, temblando, con los ojos clavados en el cristal -en aquel liso, enorme, vacío cristal- que la había contenido por entero y la había poseído tanto como yo, tanto como mis apasionadas miradas. Sentí como si amara a aquel cristal. Lo toqué; estaba frío. ¡El recuerdo! ¡Triste espejo, ardiente espejo, horrible espejo, que haces sufrir tales tormentos a los hombres! ¡Dichoso el hombre cuyo corazón olvida todo lo que ha contenido, todo lo que ha pasado delante de él, todo lo que se ha mirado a sí mismo en él o ha reflejado en su afecto, en su amor! ¡Cuánto sufro! Me marché sin saberlo, sin desearlo, hacia el cementerio. Encontré su sencilla tumba, una cruz de mármol blanco, con esta breve inscripción: «Amó, fue amada y murió.» ¡Ella está ahí debajo, descompuesta! ¡Qué horrible! Sollocé con la frente apoyada en el suelo, y permanecí allí mucho tiempo, mucho tiempo. Luego vi que estaba oscureciendo, y un extraño y loco deseo, el deseo de un amante desesperado, me invadió. Deseé pasar la noche, la última noche, llorando sobre su tumba. Pero podían verme y echarme del cementerio. ¿Qué hacer? Buscando una solución, me puse en pie y empecé a vagabundear por aquella ciudad de la muerte. Anduve y anduve. Qué pequeña es esta ciudad comparada con la otra, la ciudad en la cual vivimos. Y, sin embargo, no son muchos más numerosos los muertos que los vivos. Nosotros necesitamos grandes casas, anchas calles y mucho espacio para las cuatro generaciones que ven la luz del día al mismo tiempo, beber agua del manantial y vino de las vides, y comer pan de las llanuras. ¡Y para todas estas generaciones de los muertos, para todos los muertos que nos han precedido, aquí no hay apenas nada, apenas nada! La tierra se los lleva, y el olvido los borra. ¡Adiós! Al final del cementerio, me di cuenta repentinamente de que estaba en la parte más antigua, donde los que murieron hace tiempo están mezclados con la tierra, donde las propias cruces están podridas, donde posiblemente enterrarán a los que lleguen mañana. Está llena de rosales que nadie cuida, de altos y oscuros cipreses; un triste y hermoso jardín alimentado con carne humana. Yo estaba solo, completamente solo. De modo que me acurruqué debajo de un árbol y me escondí entre las frondosas y sombrías ramas. Esperé, agarrándome al tronco como un náufrago se agarra a una tabla. Cuando la luz diurna desapareció del todo, abandoné el refugio y eché a andar suavemente, lentamente, silenciosamente, hacia aquel terreno lleno de muertos. Anduve de un lado para otro, pero no conseguí encontrar de nuevo la tumba de mi amada. Avancé con los brazos extendidos, chocando contra las tumbas con mis manos, mis pies, mis rodillas, mi pecho, incluso con mi cabeza, sin conseguir encontrarla. Anduve a tientas como un ciego buscando su camino. Toqué las lápidas, las cruces, las verjas de hierro, las coronas de metal y las coronas de flores marchitas. Leí los nombres con mis dedos pasándolos por encima de las letras. ¡Qué noche! ¡Qué noche! ¡Y no pude encontrarla! No había luna. ¡Qué noche! Estaba asustado, terriblemente asustado, en aquellos angostos senderos entre dos hileras de tumbas. ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Sólo tumbas! A mi derecha, a la izquierda, delante de mí, a mi alrededor, en todas partes había tumbas. Me senté en una de ellas, ya que no podía seguir andando. Mis rodillas empezaron a doblarse. ¡Pude oír los latidos de mi corazón! Y oí algo más. ¿Qué? Un ruido confuso, indefinible. ¿Estaba el ruido en mi cabeza, en la impenetrable noche, o debajo de la misteriosa tierra, la tierra sembrada de cadáveres humanos? Miré a mi alrededor, pero no puedo decir cuánto tiempo permanecí allí. Estaba paralizado de terror, helado de espanto, dispuesto a morir. Súbitamente, tuve la impresión de que la losa de mármol sobre la cual estaba sentado se estaba moviendo. Se estaba moviendo, desde luego, como si alguien tratara de levantarla. Di un salto que me llevó hasta una tumba vecina, y vi, sí, vi claramente cómo se levantaba la losa sobre la cual estaba sentado. Luego apareció el muerto, un esqueleto desnudo, empujando la losa desde abajo con su encorvada espalda. Lo vi claramente, a pesar de que la noche estaba oscura. En la cruz pude leer: «Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Amó a su familia, fue bueno y honrado y murió en la gracia de Dios.» El muerto leyó también lo que había escrito en la lápida. Luego cogió una piedra del sendero, una piedra pequeña y puntiaguda, y empezó a rascar las letras con sumo cuidado. Las borró lentamente, y con las cuencas de sus ojos contempló el lugar donde habían estado grabadas. A continuación, con la punta del hueso de lo que había sido su dedo índice, escribió en letras luminosas, como las líneas que los chiquillos trazan en las paredes con una piedra de fósforo: «Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Mató a su padre a disgustos, porque deseaba heredar su fortuna; torturó a su esposa, atormentó a sus hijos, engañó a sus vecinos, robó todo lo que pudo y murió en pecado mortal.» Cuando hubo terminado de escribir, el muerto se quedó inmóvil, contemplando su obra. Al mirar a mi alrededor vi que todas las tumbas estaban abiertas, que todos los muertos habían salido de ellas y que todos habían borrado las líneas que sus parientes habían grabado en las lápidas, sustituyéndolas por la verdad. Y vi que todos habían sido atormentadores de sus vecinos, maliciosos, deshonestos, hipócritas, embusteros, ruines, calumniadores, envidiosos; que habían robado, engañado, y habían cometido los peores delitos; aquellos buenos padres, aquellas fieles esposas, aquellos hijos devotos, aquellas hijas castas, aquellos honrados comerciantes, aquellos hombres y mujeres que fueron llamados irreprochables. Todos ellos estaban escribiendo al mismo tiempo la verdad, la terrible y sagrada verdad, la cual todo el mundo ignoraba, o fingía ignorar, mientras estaban vivos. Pensé que también ella había escrito algo en su tumba. Y ahora, corriendo sin miedo entre los ataúdes medio abiertos, entre los cadáveres y esqueletos, fui hacia ella, convencido de que la encontraría inmediatamente. La reconocí al instante sin ver su rostro, el cual estaba cubierto por un velo negro; y en la cruz de mármol donde poco antes había leído: «Amó, fue amada y murió.» Ahora leí: «Habiendo salido un día de lluvia para engañar a su amante, pilló una pulmonía y murió.» Parece que me encontraron al romper el día, tendido sobre la tumba, sin conocimiento.

LA MUERTA de GUY DE MAUPASSANT DIE TOTEN von GUY DE MAUPASSANT THE DEAD by GUY DE MAUPASSANT LES MORTS de GUY DE MAUPASSANT 死者』ギィ・ド・モーパッサン著 A MORTE por GUY DE MAUPASSANT

¡La había amado desesperdidamente! He had loved her desperately! Onu umutsuzca sevmişti!

¿Por qué se ama? Why do you love each other? Birbirinizi neden seviyorsunuz? Cuán extraño es ver un solo ser en el mundo, tener un solo pensamiento en el cerebro, un solo deseo en el corazón y un solo nombre en los labios… un nombre que asciende continuamente, como el agua de un manantial, desde las profundidades del alma hasta los labios, un nombre que se repite una y otra vez, que se susurra incesantemente, en todas partes, como una plegaria. How strange to see a single being in the world, to have a single thought in the brain, a single desire in the heart, and a single name on the lips... a name that rises continually, like water from a spring, from the depths of the soul to the lips, a name that is repeated again and again, that is whispered incessantly, everywhere, like a prayer. Dünyada tek bir varlık görmek, beyinde tek bir düşünce, kalpte tek bir arzu ve dudaklarda tek bir isim olması ne kadar garip... ruhun derinliklerinden dudaklara bir pınarın suyu gibi sürekli yükselen tek bir isim, tekrar tekrar tekrarlanan, her yerde, bir dua gibi durmadan fısıldanan tek bir isim. Voy a contarles nuestra historia, ya que el amor sólo tiene una, que es siempre la misma. I am going to tell you our story, since love has only one story, which is always the same. Size hikâyemizi anlatacağım, çünkü aşkın tek bir hikâyesi vardır, o da her zaman aynıdır. La conocí y viví de su ternura, de sus caricias, de sus palabras, en sus brazos tan absolutamente envuelto, atado y absorbido por todo lo que procedía de ella, que no me importaba ya si era de día o de noche, ni si estaba muerto o vivo, en este nuestro antiguo mundo. Onu tanıdım ve şefkatiyle, okşamalarıyla, sözleriyle, kollarında ondan gelen her şeyle öylesine sarmalanmış, bağlanmış ve emilmiş olarak yaşadım ki, artık bu kadim dünyamızda gece mi gündüz mü, ölü mü diri mi olduğumu umursamıyordum. Y luego ella murió. Ve sonra öldü. ¿Cómo? No lo sé; hace tiempo que no sé nada. Bilmiyorum; uzun zamandır hiçbir şey bilmiyorum. Pero una noche llegó a casa muy mojada, porque estaba lloviendo intensamente, y al día siguiente tosía, y tosió durante una semana, y tuvo que guardar cama. Ama bir gece eve çok ıslak geldi, çünkü çok şiddetli yağmur yağıyordu ve ertesi gün öksürdü ve bir hafta boyunca öksürdü ve yatakta kalmak zorunda kaldı. No recuerdo ahora lo que ocurrió, pero los médicos llegaron, escribieron y se marcharon. Şimdi ne olduğunu hatırlamıyorum ama doktorlar geldi, yazdı ve gitti. Se compraron medicinas, y algunas mujeres se las hicieron beber. İlaçlar satın alındı ve bazı kadınlara içirildi. Sus manos estaban muy calientes, sus sienes ardían y sus ojos estaban brillantes y tristes. Elleri çok sıcaktı, şakakları yanıyordu ve gözleri parlak ve hüzünlüydü. Cuando yo le hablaba me contestaba, pero no recuerdo lo que decíamos. Onunla konuştuğumda bana cevap verdi ama ne konuştuğumuzu hatırlamıyorum. ¡Lo he olvidado todo, todo, todo! Her şeyi unuttum, her şeyi, her şeyi! Ella murió, y recuerdo perfectamente su leve, débil suspiro. O öldü ve ben onun soluk soluk iç çekişini hatırlıyorum. La enfermera dijo: “¡Ah!” ¡y yo comprendí! Hemşire: "Ah!" dedi ve ben de anladım! Me consultaron acerca del entierro pero no recuerdo nada de lo que dijeron, aunque sí recuerdo el ataúd y el sonido del martillo cuando clavaban la tapa, encerrándola a ella dentro. Defin konusunda bana danıştılar ama söyledikleri hiçbir şeyi hatırlamıyorum, yine de tabutu ve kapağı çivileyip onu içine kilitlediklerinde çekiç sesini hatırlıyorum. ¡Dios mío! Aman Tanrım! ¡Ella estaba enterrada! She was buried! O gömüldü! ¡Enterrada! ¡Ella! ¡En aquel agujero! Şu deliğe! Vinieron algunas personas… mujeres amigas. Bazı insanlar geldi... kadın arkadaşlar. Me marché de allí corriendo. Oradan kaçtım. Corrí y luego anduve a través de las calles, regresé a casa y al día siguiente emprendí un viaje. Koştum ve sonra sokaklarda yürüdüm, eve döndüm ve ertesi gün bir yolculuğa çıktım. Ayer regresé a París, y cuando vi de nuevo mi habitación -nuestra habitación, nuestra cama, nuestros muebles, todo lo que queda de la vida de un ser humano después de su muerte-, me invadió tal oleada de nostalgia y de pesar, que sentí deseos de abrir la ventana y de arrojarme a la calle. Dün Paris'e döndüm ve odamı tekrar gördüğümde - odamızı, yatağımızı, mobilyalarımızı, bir insanın ölümden sonraki yaşamından geriye kalan her şeyi - öyle bir nostalji ve pişmanlık dalgasına kapıldım ki pencereyi açıp kendimi sokağa atasım geldi. No podía permanecer ya entre aquellas cosas, entre aquellas paredes que la habían encerrado y la habían cobijado, que conservaban un millar de átomos de ella, de su piel y de su aliento, en sus imperceptibles grietas. She could no longer remain among those things, among those walls that had enclosed her and sheltered her, that preserved a thousand atoms of her, of her skin and her breath, in their imperceptible cracks. Artık o şeylerin arasında, onu çevreleyen ve koruyan, onun binlerce atomunu, tenini ve nefesini algılanamaz çatlaklarında muhafaza eden o duvarların arasında kalamazdı. Cogí mi sombrero para marcharme, y antes de llegar a la puerta pasé junto al gran espejo del vestíbulo, el espejo que ella había colocado allí para poder contemplarse todos los días de la cabeza a los pies, en el momento de salir, para ver si lo que llevaba le caía bien, y era lindo, desde sus pequeños zapatos hasta su sombrero. Gitmek için şapkamı aldım ve kapıya varmadan önce salondaki büyük aynanın önünden geçtim, her gün dışarı çıkarken giydiklerinin ona yakışıp yakışmadığını ve küçük ayakkabılarından şapkasına kadar güzel olup olmadığını görmek için tepeden tırnağa kendine bakabilmesi için oraya koyduğu aynanın. Me detuve delante de aquel espejo en el cual se había contemplado ella tantas veces… tantas veces, tantas veces, que el espejo tendría que haber conservado su imagen. Kendini defalarca düşündüğü o aynanın önünde durdum... o kadar çok, o kadar çok ki, aynanın onun görüntüsünü saklaması gerekirdi. Estaba allí de pie, temblando, con los ojos clavados en el cristal -en aquel liso, enorme, vacío cristal- que la había contenido por entero y la había poseído tanto como yo, tanto como mis apasionadas miradas. Orada durdu, titriyordu, gözleri bardağa sabitlenmişti - o pürüzsüz, kocaman, boş bardağa - onu tamamen içine almış ve benim tutkulu bakışlarımın onu ele geçirdiği kadar ele geçirmişti. Sentí como si amara a aquel cristal. I felt as if I loved that crystal. Sanki o kristali sevmişim gibi hissettim. Lo toqué; estaba frío. Dokundum; soğuktu. ¡El recuerdo! Anı! ¡Triste espejo, ardiente espejo, horrible espejo, que haces sufrir tales tormentos a los hombres! Hüzünlü ayna, yanan ayna, korkunç ayna, insanlara böyle eziyetler çektiren! ¡Dichoso el hombre cuyo corazón olvida todo lo que ha contenido, todo lo que ha pasado delante de él, todo lo que se ha mirado a sí mismo en él o ha reflejado en su afecto, en su amor! Blessed is the man whose heart forgets all that it has contained, all that has passed before it, all that it has looked at itself in him or has reflected in its affection, in its love! Ne mutlu yüreğinde barındırdığı her şeyi, önünden geçen her şeyi, içinde kendine baktığı ya da sevgisinde, aşkında yansıttığı her şeyi unutan insana! ¡Cuánto sufro! Nasıl da acı çekiyorum! Me marché sin saberlo, sin desearlo, hacia el cementerio. Bilmeden, istemeden mezarlığa doğru yola çıktım. Encontré su sencilla tumba, una cruz de mármol blanco, con esta breve inscripción: Basit mezarını buldum, beyaz mermerden bir haç ve üzerinde şu kısa yazı vardı: «Amó, fue amada y murió.» "Sevdi, sevildi ve öldü". ¡Ella está ahí debajo, descompuesta! Altında, çürümüş! ¡Qué horrible! Ne kadar korkunç! Sollocé con la frente apoyada en el suelo, y permanecí allí mucho tiempo, mucho tiempo. Alnımı yere koyarak hıçkıra hıçkıra ağladım ve uzun, çok uzun bir süre orada kaldım. Luego vi que estaba oscureciendo, y un extraño y loco deseo, el deseo de un amante desesperado, me invadió. Sonra havanın kararmaya başladığını gördüm ve garip, çılgın bir arzu, çaresiz bir aşığın arzusu içimi kapladı. Deseé pasar la noche, la última noche, llorando sobre su tumba. Pero podían verme y echarme del cementerio. ¿Qué hacer? Buscando una solución, me puse en pie y empecé a vagabundear por aquella ciudad de la muerte. Anduve y anduve. Qué pequeña es esta ciudad comparada con la otra, la ciudad en la cual vivimos. Y, sin embargo, no son muchos más numerosos los muertos que los vivos. Nosotros necesitamos grandes casas, anchas calles y mucho espacio para las cuatro generaciones que ven la luz del día al mismo tiempo, beber agua del manantial y vino de las vides, y comer pan de las llanuras. We need big houses, wide streets and plenty of space for the four generations to see the light of day at the same time, drink water from the spring and wine from the vines, and eat bread from the plains. ¡Y para todas estas generaciones de los muertos, para todos los muertos que nos han precedido, aquí no hay apenas nada, apenas nada! And for all these generations of the dead, for all the dead who have preceded us, there is hardly anything here, hardly anything! La tierra se los lleva, y el olvido los borra. The earth carries them away, and oblivion erases them. ¡Adiós! Al final del cementerio, me di cuenta repentinamente de que estaba en la parte más antigua, donde los que murieron hace tiempo están mezclados con la tierra, donde las propias cruces están podridas, donde posiblemente enterrarán a los que lleguen mañana. Está llena de rosales que nadie cuida, de altos y oscuros cipreses; un triste y hermoso jardín alimentado con carne humana. Yo estaba solo, completamente solo. De modo que me acurruqué debajo de un árbol y me escondí entre las frondosas y sombrías ramas. So I curled up under a tree and hid in the leafy, shady branches. Esperé, agarrándome al tronco como un náufrago se agarra a una tabla. Cuando la luz diurna desapareció del todo, abandoné el refugio y eché a andar suavemente, lentamente, silenciosamente, hacia aquel terreno lleno de muertos. Anduve de un lado para otro, pero no conseguí encontrar de nuevo la tumba de mi amada. Avancé con los brazos extendidos, chocando contra las tumbas con mis manos, mis pies, mis rodillas, mi pecho, incluso con mi cabeza, sin conseguir encontrarla. Anduve a tientas como un ciego buscando su camino. I groped around like a blind man looking for his way. Toqué las lápidas, las cruces, las verjas de hierro, las coronas de metal y las coronas de flores marchitas. Leí los nombres con mis dedos pasándolos por encima de las letras. ¡Qué noche! ¡Qué noche! ¡Y no pude encontrarla! No había luna. ¡Qué noche! Estaba asustado, terriblemente asustado, en aquellos angostos senderos entre dos hileras de tumbas. ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Sólo tumbas! A mi derecha, a la izquierda, delante de mí, a mi alrededor, en todas partes había tumbas. Me senté en una de ellas, ya que no podía seguir andando. Mis rodillas empezaron a doblarse. ¡Pude oír los latidos de mi corazón! Y oí algo más. ¿Qué? Un ruido confuso, indefinible. ¿Estaba el ruido en mi cabeza, en la impenetrable noche, o debajo de la misteriosa tierra, la tierra sembrada de cadáveres humanos? Miré a mi alrededor, pero no puedo decir cuánto tiempo permanecí allí. Estaba paralizado de terror, helado de espanto, dispuesto a morir. He was paralyzed with terror, frozen with horror, ready to die. Súbitamente, tuve la impresión de que la losa de mármol sobre la cual estaba sentado se estaba moviendo. Se estaba moviendo, desde luego, como si alguien tratara de levantarla. Di un salto que me llevó hasta una tumba vecina, y vi, sí, vi claramente cómo se levantaba la losa sobre la cual estaba sentado. I took a leap that brought me to a neighboring grave, and I saw, yes, I saw clearly how the slab on which I was sitting was lifted. Luego apareció el muerto, un esqueleto desnudo, empujando la losa desde abajo con su encorvada espalda. Then the dead man appeared, a naked skeleton, pushing the slab from below with his hunched back. Lo vi claramente, a pesar de que la noche estaba oscura. I saw it clearly, even though the night was dark. En la cruz pude leer: «Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Amó a su familia, fue bueno y honrado y murió en la gracia de Dios.» El muerto leyó también lo que había escrito en la lápida. The dead man also read what he had written on the tombstone. Luego cogió una piedra del sendero, una piedra pequeña y puntiaguda, y empezó a rascar las letras con sumo cuidado. Then he picked up a stone from the path, a small, pointed stone, and began to scratch out the letters very carefully. Las borró lentamente, y con las cuencas de sus ojos contempló el lugar donde habían estado grabadas. He slowly erased them, and with his eye sockets he contemplated the place where they had been engraved. A continuación, con la punta del hueso de lo que había sido su dedo índice, escribió en letras luminosas, como las líneas que los chiquillos trazan en las paredes con una piedra de fósforo: Then, with the tip of the bone of what had been his index finger, he wrote in luminous letters, like the lines that children trace on the walls with a matchstone: «Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Mató a su padre a disgustos, porque deseaba heredar su fortuna; torturó a su esposa, atormentó a sus hijos, engañó a sus vecinos, robó todo lo que pudo y murió en pecado mortal.» He killed his father in disgust, because he wished to inherit his fortune; he tortured his wife, tormented his children, cheated his neighbors, stole all he could, and died in mortal sin." Cuando hubo terminado de escribir, el muerto se quedó inmóvil, contemplando su obra. Al mirar a mi alrededor vi que todas las tumbas estaban abiertas, que todos los muertos habían salido de ellas y que todos habían borrado las líneas que sus parientes habían grabado en las lápidas, sustituyéndolas por la verdad. Y vi que todos habían sido atormentadores de sus vecinos, maliciosos, deshonestos, hipócritas, embusteros, ruines, calumniadores, envidiosos; que habían robado, engañado, y habían cometido los peores delitos; aquellos buenos padres, aquellas fieles esposas, aquellos hijos devotos, aquellas hijas castas, aquellos honrados comerciantes, aquellos hombres y mujeres que fueron llamados irreprochables. And I saw that they had all been tormentors of their neighbors, malicious, dishonest, hypocritical, deceitful, deceitful, deceitful, deceitful, deceitful, deceitful, deceitful, deceitful, and had committed the worst crimes; those good parents, those faithful wives, those devoted sons, those chaste daughters, those honest merchants, those men and women who were called blameless. Todos ellos estaban escribiendo al mismo tiempo la verdad, la terrible y sagrada verdad, la cual todo el mundo ignoraba, o fingía ignorar, mientras estaban vivos. Pensé que también ella había escrito algo en su tumba. Y ahora, corriendo sin miedo entre los ataúdes medio abiertos, entre los cadáveres y esqueletos, fui hacia ella, convencido de que la encontraría inmediatamente. La reconocí al instante sin ver su rostro, el cual estaba cubierto por un velo negro; y en la cruz de mármol donde poco antes había leído: «Amó, fue amada y murió.» Ahora leí: «Habiendo salido un día de lluvia para engañar a su amante, pilló una pulmonía y murió.» Parece que me encontraron al romper el día, tendido sobre la tumba, sin conocimiento.