¿Cómo te engaña la vista? Ilusiones Ópticas
“Las apariencias engañan”, dice el dicho, y dice bien: no podemos confiar ni en lo que
vemos “con nuestros propios ojos” (¡Qué frase tan rara! ¿Hay alguien que pueda ver
con ojos ajenos?). Lo cierto es que los trucos que nos juega la vista, nos pueden revelar
cómo funcionan nuestros ojos… y nuestra mente.
Ilusiones ópticas: ¿Cómo te engañan tus ojos?
ANUNCIO PLATZI
Una ilusión óptica es una percepción visual que difiere de la realidad. Esa discrepancia
puede ocurrir por una perturbación en el mundo exterior y decimos que la ilusión es
física. O puede ocurrir por la manera en la que funciona nuestro sistema visual, en
cuyo caso la ilusión es fisiológica. Si ocurre por la manera en que pensamos, se le
llama ilusión cognitiva. El ejemplo más clásico de una ilusión física
es el de el lápiz que aparece “quebrado” cuando lo sumergimos en un vaso de agua. Este
es un efecto de refracción de la luz: los rayos de luz cambian su velocidad al pasar
de un medio gaseoso a uno líquido, lo que “dobla” el rayo, haciendo que veas el
lápiz en una posición diferente. Los famosos espejismos que se ven en el desierto,
o incluso en una carretera en un día caluroso, funcionan de manera similar: la capa de aire
caliente cerca del suelo es menos densa que el aire que está arriba. Eso “dobla”
los rayos de luz y da la apariencia de que estamos viendo un cuerpo de agua… que desgraciadamente
se va más lejos o desaparece conforme nos acercamos a él ¡Aww!
Si la capa de aire de diferente densidad no está cerca del suelo, sino más arriba, se
produce el raro fenómeno llamado “fata morgana”, que es sorprendente: nos permite
ver objetos ¡más lejanos que el horizonte! A veces se pueden ver ciudades enteras que
flotan en el aire. Es posible que la leyenda del barco “El Holandés volador” haya
surgido por un fenómeno de fata morgana. Ahora bien, la ilusión puede ser fisiológica.
Prepárate para este ejemplo teniendo cerca una superficie blanca como una pared o un
papel. Ahora mira el centro de esta imagen por 20 segundos… 19, 18, 17, 16, 15, 14,
13, 12, 11, 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1… ¡listo! Ahora mira la superficie blanca.
¡Se ve la misma imagen pero con los colores invertidos! Mientras descansas la vista, te
diremos que esta ilusión se llama “post imagen” o “imagen remanente” y no se
quita jamás: la llevarás tatuada en tu retina para toda la vida. ¡Ahh, n'te creas! Lo
que sucede es que los fotorreceptores de tu retina, al recibir un estímulo contínuo,
se agotan y pierden sensibilidad a los colores a los que fueron expuestos. Cuando dejas de
ver el estímulo, los fotorreceptores sólo pueden enviar señales de los colores opuestos
a los que fueron sobreestimulados, lo que es interpretado por el cerebro como una imagen
“en negativo”. Y no te preocupes, se recargan después de un momento, ja je je.
Este efecto de compensación también puede darse en movimiento. Pon el video en pantalla
completa y mira al centro de esta imagen… trata de no parpadear ni de apartar tu vista
del centro… Así, unos segundos más, ya casi… 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1… ¡Ahora
mira a tu alrededor! ¿La habitación parece moverse de manera extraña?
La “rejilla de Herman” también es una ilusión fisiológica. Los puntos donde se
cruzan las líneas son blancos: y así los percibes cuando los miras directamente, pero
los que están en tu visión periférica aparecen ¡negros! Todavía no hay una explicación
aceptada de este fenómeno, pero todo indica que se debe a que los fotorreceptores del
centro de tu retina funcionan diferente que los de la periferia.
Quizá las más fascinantes sean las ilusiones cognitivas, que no tienen que ver con la física
del entorno ni con la fisiología, sino con la manera en que funciona nuestro pensamiento.
La ilusión de Poggendorf: Pareciera que la línea que atraviesa el rectángulo es la
azul, pero no: es la roja. Al parecer lo interpretamos erróneamente porque no somos buenos para
calcular ángulos agudos e inconscientemente e interpretamos que la línea azul está arriba.
Mira esta flecha. Con tu dedo señala el centro de la línea horizontal, con la mayor precisión
posible. ¿Listo? El verdadero centro está... aquí. ¿Qué tan cerca quedaste? La mayor
parte de la gente señala un punto más cercano a la cola. Esta ilusión se llama Müller–Lyer.
En la actualidad conocemos esta variante: las dos líneas son del mismo tamaño, pero
por alguna razón, una de ellas se ve más corta que la otra. Y en esta versión, en
movimiento, el efecto es mucho más evidente. Se han propuesto muchas explicaciones a este
fenómeno, pero es seguro que es más mental que fisiológico: las personas de ambientes
urbanos y occidentales son más propensas a él que las originarias del campo y de oriente.
Una variante es la ilusión de Ponz, y tiene que ver con las perspectiva: aunque estas
líneas son del mismo tamaño, cuando las ponemos en un fondo con líneas convergentes,
nos es más fácil ver a la de arriba como más grande que la de abajo. Nuestro cerebro
está acostumbrado a interpretar que las cosas que se ven más pequeñas, es porque son más
grandes. El contexto influye en el objeto. Algo similar pasa con los colores. En esta
figura, la mitad de arriba parece más oscura que la mitad de abajo. Pero si quitamos esta
pista que le da la ilusión de ser tridimensional ¡puedes ver que las dos mitades son del mismo
color! Cuando interpretamos una imagen como en tercera dimensión, tendemos a compensar
los colores, interpretando lo que está en la sombra como más claro y lo que está en
la luz como más oscuro. El fenómeno se llama “constancia de color”. En la vida real
es por lo que podemos decir que esta chica tiene los dos ojos verdes, aunque el ojo que
se encuentra en la zona sombreada ¡Realmente es gris! Es como la foto aquella del vestido
¿te acuerdas? Por último, están las imágenes ambiguas:
aquellas que pueden verse de dos maneras diferentes. Es famosa la imagen de la mujer que se puede
ver como joven o como anciana, o el conejo que también es un pato. La copa que también
son dos perfiles. A principios del siglo 20 el caricaturista Gustave Verbeek hacía estos
cómics que se podían leer al derecho ¡O de cabeza!
Finalmente, lo que nos dicen las ilusiones ópticas es que nuestra mente siempre está
tratando de encontrarle sentido a lo que percibe. Las imágenes son todas ilusiones, ficciones
que construyen nuestra vista y nuestro cerebro, señales que nos indican cómo podría ser
el mundo exterior. Y aunque algunas de esas ilusiones son muy persistentes, de nosotros
depende cómo interpretarlas ¡Curiosamente! ¿Ya conoces Platzi? Accede a más de 300
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