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Cabecilla del Parador, La Cabecilla del Parador Episodio 15

La Cabecilla del Parador Episodio 15

Capítulo Veintiuno (21)

Estados Unidos/Washington, D.C. Columbia Road, apartamento de Soyla Quirós. 25 de septiembre, 1974/5:37 p.m. Cinco y treinta y siete de la tarde

Soyla acaba de regresar de la P.A.H.O. (Panamerican Health Organization, La esquina de la avenida Virginia y la calle 23 (veinte y tres) N.W. a su apartamento en la Columbia Road. Soyla ya tiene cinco años de vivir en los Estados Unidos y felizmente ha formalizado su situación. Ella es legal, tiene contrato permanente, es secretaria del Doctor Ernesto Larrea, el director de recursos humanos de la P.A.H.O. Soyla puede entrar y salir de los Estados Unidos libremente con la G-4. La G-4 es una visa diplomática que se les otorga a los empleados de las organizaciones internacionales como La P.A.H.O. la O.E.A. la Organización de los Estados Americanos, el B.I.D. El Banco Interamericano Para el Desarrollo, y el Banco Mundial. Los paises miembros de estas organizaciones internacionales son Canadá, los Estados Unidos, México, todos los países del Caribe, y Centro y Sudamérica (con la excepción de Cuba)

Es viernes. A Soyla le toca tomar cinco semanas de vacaciones y ha decidido tomarlas ahora mismo para viajar al Parador para buscar a su hermano Jorge Quirós y a su cuñada, Cerila y a su sobrina, Pocha. Desde el día del atentado contra la empresa de La Parador Wood Mills, Soyla no sabe absolutamente nada de su hermano y su familia. Desde el 29 de enero, no ha habido ninguna comunicación posible con su familia. Lo que más le preocupa a Soyla es que hace dos meses en julio, pudo por fin ponerse en contacto por teléfono con la recepcionista del molino de la Parador Wood Emporium y cuando trató de averiguar sobre su hermano, la recepcionista respondió diciendo algo que no tenía ningún sentido: "Aquí no trabaja ningún Jorge Quirós. Nunca ha trabajado nadie en esta empresa con ese nombre. Lo siento". Soyla vive en un departamento de tres dormitorios y un baño, con dos amigas en La Columbia Road, que es un barrio latino en Washington D.C.

Silvana:

Mira. Soyla. ¿No crees que deberías de tratar de averiguar más desde aquí antes de regresar a Aguas Calientes? Nadie sabe lo que ha pasado. Porfavor. No te vayas todavía. Todo esto me preocupa.

Soyla:

Lo que pasa es que ya hace nueve meses (9) que no sé nada. No sabes. Ya no aguanto la angustia. Tengo que saber lo que ha pasado con mi hermano y su familia.

Ale:

Mira. Soylita. No te preocupes por las cosas por aquí. Yo me encargo de tus cosas. Solamente te pido que porfavor te cuides. (le da un besito en la frente a su amiga) Dios. No te vaya a pasar nada.

Silvana: (Le da un abrazo a Soyla)

Me prometes que nos llamarás todos los días, ¿ya?

Soyla:

Ay. Ustedes son tan buenas conmigo. Saben lo tanto que las quiero, ¿no? Bueno. Todo mi itinerario, número de vuelo, el teléfono de mi tía, Luzmila, está encima de mi mesita de noche. Estaré de regreso en un mes.

Capítulo 22

Aguas Calientes/El Palafito de los Quirós, 2 de octubre, 1974/7:32 p.m. (siete y treinta y dos de la noche.

Cerila acaba de llegar a casa hace unos cinco minutos. Ya hace una hora que Pocha ha llegado a casa. Pocha sale de la escuela a las dos de la tarde todos los días. Ya para las tres está selva adentro con su ropa tradicional, funcional para la cazería, revisando las trampas que ha puesto el día anterior. A las cuatro (4 p.m.) de la tarde ya está pescando. Pocha, igual que su padre, Jorge, es una trome. Nunca llega a la casa con las manos vacías. Todos los días, como reloj, llega al palafito a las seis y media en punto (6:30 p.m.) con una presa ya cuidadosamente lavada y preparada, y media docena de pescados frescos.

A las siete (7 p.m.) llega Cerila, después de un día largo en la plaza de armas en el centro de Aguas Calientes. Pocha está en la cocina. Hace unos quince minutos que ha metido la leña a la estufa y ha prendido fuego. Pocha escucha a su mamá llegando en la canoa.

Pocha: (Hablando fuerte)

¡Te escucho Mamá! Tienes que practicar un poco con el remo. Se te escucha a los cien metros. Cualquiera te puede sentir desde lejos.

Cerila se ríe. Su hija realmente es bien "sabida", bien viva. Tiene muy poco tiempo en la escuela pero le va muy bien, y parece mentira pero ya a los ocho años, sabe cazar, sabe pescar, y también ya sabe preparar varios platos tradicionales y con buena sazón. "Mi hija es la Nueva Chama. " Cerila tenía un sueño. Ella soñaba con que su hija pudiera tener todos los atributos de la mujer del futuro; La mujer del futuro en los ojos de Cerila sería alguien que era atractiva, en buena forma física, con todos los dones femininos pero a la vez, atlética, "viva", alguien que podía cazar, pescar, jugar deportes, e inteligente, alguien que sacaba buenas notas en el colegio, alguien que podía llegar a ser doctora, ingeniera, hasta empresaria, o congresista. Al entrar por la puerta de la cocina, Cerila la encuentra a Pocha sacando las ollas, los cuchillos, los utensilios de cocina para preparar la comida y también para preparar las sopas, los platos de cebiche y los sánguches para vender en el quiosco. Las dos se dan un abrazo y Cerila le da un besito en la frente.

Cerila:

Escucha bien, mi munshquish. Tú me has sentido venir porque yo he querido que me escuches para que salgas al porche a recibirme, ¿Eh?

Pocha:

No te hagas, Mami. Lo que pasa es que me he vuelto más Chama con la rutina diaria en la selva.

Cerila:

Ay. Mi Jorgito tenía razón. Eres hija de los Sangama, del pueblo protector.

Pocha:

Bueno. Fíjate que hoy te he traido un paiche.

Cerila:

Ay, qué genial. Pero no vamos a comérnoslo. Quiero preparar un plato y vender eso mañana en el quiosco.

Pocha:

Más bien, se lo vas a regalar a ese gordo inútil del uachimán, ¿no es cierto, Mami?

Cerila:

Sí. Tienes razón. Pero es necesario.

Pocha:

Yo sé, Mami. Me da pena que tengas que pagarle coimas a ese hombre simplemente para que no abuse. Cuando yo sea grande, te voy a comprar una bodega, ¿sabes?


La Cabecilla del Parador Episodio 15 Der Parador-Rädelsführer Episode 15 The Head of the Parador Episode 15

Capítulo Veintiuno (21)

Estados Unidos/Washington, D.C. Columbia Road, apartamento de Soyla Quirós. 25 de septiembre, 1974/5:37 p.m. Cinco y treinta y siete de la tarde

Soyla acaba de regresar de la P.A.H.O. (Panamerican Health Organization, La esquina de la avenida Virginia y la calle 23 (veinte y tres) N.W. a su apartamento en la Columbia Road. Soyla ya tiene cinco años de vivir en los Estados Unidos y felizmente ha formalizado su situación. Ella es legal, tiene contrato permanente, es secretaria del Doctor Ernesto Larrea, el director de recursos humanos de la P.A.H.O. Soyla puede entrar y salir de los Estados Unidos libremente con la G-4. La G-4 es una visa diplomática que se les otorga a los empleados de las organizaciones internacionales como La P.A.H.O. la O.E.A. la Organización de los Estados Americanos, el B.I.D. El Banco Interamericano Para el Desarrollo, y el Banco Mundial. Los paises miembros de estas organizaciones internacionales son Canadá, los Estados Unidos, México, todos los países del Caribe, y Centro y Sudamérica (con la excepción de Cuba)

Es viernes. A Soyla le toca tomar cinco semanas de vacaciones y ha decidido tomarlas ahora mismo para viajar al Parador para buscar a su hermano Jorge Quirós y a su cuñada, Cerila y a su sobrina, Pocha. Desde el día del atentado contra la empresa de La Parador Wood Mills, Soyla no sabe absolutamente nada de su hermano y su familia. Desde el 29 de enero, no ha habido ninguna comunicación posible con su familia. Lo que más le preocupa a Soyla es que hace dos meses en julio, pudo por fin ponerse en contacto por teléfono con la recepcionista del molino de la Parador Wood Emporium y cuando trató de averiguar sobre su hermano, la recepcionista respondió diciendo algo que no tenía ningún sentido: "Aquí no trabaja ningún Jorge Quirós. Nunca ha trabajado nadie en esta empresa con ese nombre. Lo siento". Soyla vive en un departamento de tres dormitorios y un baño, con dos amigas en La Columbia Road, que es un barrio latino en Washington D.C.

Silvana:

Mira. Soyla. ¿No crees que deberías de tratar de averiguar más desde aquí antes de regresar a  Aguas Calientes? Nadie sabe lo que ha pasado. Porfavor. No te vayas todavía. Todo esto me preocupa.

Soyla:

Lo que pasa es que ya hace nueve meses (9) que no sé nada. No sabes. Ya no aguanto la angustia. Tengo que saber lo que ha pasado con mi hermano y su familia.

Ale:

Mira. Soylita. No te preocupes por las cosas por aquí. Yo me encargo de tus cosas. Solamente te pido que porfavor te cuides. (le da un besito en la frente a su amiga) Dios. No te vaya a pasar nada.

Silvana:  (Le da un abrazo a Soyla)

Me prometes que nos llamarás todos los días, ¿ya?

Soyla:

Ay. Ustedes son tan buenas conmigo. Saben lo tanto que las quiero, ¿no? Bueno. Todo mi itinerario, número de vuelo, el teléfono de mi tía, Luzmila, está encima de mi mesita de noche. Estaré de regreso en un mes.

Capítulo 22

Aguas Calientes/El Palafito de los Quirós, 2 de octubre, 1974/7:32 p.m. (siete y treinta y dos de la noche.

Cerila acaba de llegar a casa hace unos cinco minutos. Ya hace una hora que Pocha ha llegado a casa. Pocha sale de la escuela a las dos de la tarde todos los días. Ya para las tres está selva adentro con su ropa tradicional, funcional para la cazería, revisando las trampas que ha puesto el día anterior. A las cuatro (4 p.m.) de la tarde ya está pescando. Pocha, igual que su padre, Jorge, es una trome. Nunca llega a la casa con las manos vacías. Todos los días, como reloj, llega al palafito a las seis y media en punto (6:30 p.m.) con una presa ya cuidadosamente lavada y preparada, y media docena de pescados frescos.

A las siete (7 p.m.) llega Cerila, después de un día largo en la plaza de armas en el centro de Aguas Calientes. Pocha está en la cocina. Hace unos quince minutos que ha metido la leña a la estufa y ha prendido fuego. Pocha escucha a su mamá llegando en la canoa.

Pocha:  (Hablando fuerte)

¡Te escucho Mamá! Tienes que practicar un poco con el remo. Se te escucha a los cien metros. Cualquiera te puede sentir desde lejos.

Cerila se ríe. Su hija realmente es bien "sabida", bien viva. Tiene muy poco tiempo en la escuela pero le va muy bien, y parece mentira pero ya a los ocho años, sabe cazar, sabe pescar, y también ya sabe preparar varios platos tradicionales y con buena sazón. "Mi hija es la Nueva Chama. "  Cerila tenía un sueño. Ella soñaba con que su hija pudiera tener todos los atributos de la mujer del futuro; La mujer del futuro en los ojos de Cerila sería alguien que era atractiva, en buena forma física, con todos los dones femininos pero a la vez, atlética, "viva", alguien que podía cazar, pescar, jugar deportes, e inteligente, alguien que sacaba buenas notas en el colegio, alguien que podía llegar a ser doctora, ingeniera, hasta empresaria, o congresista. Al entrar por la puerta de la cocina, Cerila la encuentra a Pocha sacando las ollas, los cuchillos, los utensilios de cocina para preparar la comida y también para preparar las sopas, los platos de cebiche y los sánguches para vender en el quiosco. Las dos se dan un abrazo y Cerila le da un besito en la frente.

Cerila:

Escucha bien, mi munshquish. Tú me has sentido venir porque yo he querido que me escuches para que salgas al porche a recibirme, ¿Eh?

Pocha:

No te hagas, Mami. Lo que pasa es que me he vuelto más Chama con la rutina diaria en la selva.

Cerila:

Ay. Mi Jorgito tenía razón. Eres hija de los Sangama, del pueblo protector.

Pocha:

Bueno. Fíjate que hoy te he traido un paiche.

Cerila:

Ay, qué genial. Pero no vamos a comérnoslo. Quiero preparar un plato y vender eso mañana en el quiosco.

Pocha:

Más bien, se lo vas a regalar a ese gordo inútil del uachimán, ¿no es cierto, Mami?

Cerila:

Sí. Tienes razón. Pero es necesario.

Pocha:

Yo sé, Mami. Me da pena que tengas que pagarle coimas a ese hombre simplemente para que no abuse. Cuando yo sea grande, te voy a comprar una bodega, ¿sabes?