Cómo acabar con los conflictos por las tareas domésticas: la corresponsabilidad y la carga mental
Está claro que, por suerte, hoy en día cada vez quedan menos trogloditas de esos que dicen
“eh, tú, mujer, a la cocina, a fregar…” Todos sabemos que, para empezar, está mal
visto. Pero, pese a saberlo, siguen dándose muchas situaciones de desigualdad en el reparto
de tareas domésticas, es algo que veo constantemente cuando hago terapia de pareja. Y hoy os voy
a contar una forma casi infalible de acabar con esos conflictos.
Como decía en la introducción, las discusiones de pareja por las tareas domésticas están
a la orden del día… ¿quién no ha tenido algún conflicto por este tema? Lo veo mucho
en la consulta, ellas se quejan de toda la carga que llevan encima, de no poder más,
y ellos, desorientados, argumentan… “con todo lo que le ayudo”, “si ella me dice
haz esto y yo lo hago, no entiendo dónde está el problema”
Pues sí, claro que hay problema. Hoy voy a explicaros un método casi infalible para
acabar con estos conflictos, pero antes voy a explicaros brevemente dónde está ese problema.
Empezaremos con el tema de la “ayuda”. Hace algunos años escribí un artículo sobre
este tema que se llamaba “yo no ayudo a mi mujer con los niños ni con las tareas
de casa”. Vale que el título llevaba un poco al engaño, y por eso se hizo viral,
pero el mensaje era muy sencillo: yo no ayudo en nada, lo que hago es responsabilizarme
de la parte que me toca. Es lo que se conoce como “corresponsabilidad”. Si digo que
“ayudo”, estoy dando por sentado que es un tema de ella, pero yo que soy muy moderno,
voy y le echo un cable. Y faltaría más. Le puedo ayudar con algo de su trabajo o con
un hobby, pero no con algo que es responsabilidad de los dos. Así que padres, parejas, maridos,
o como queráis que os llame: “no ayudéis en casa”. ¿Que los hijos no son vuestros?,
¿que no os vais a comer esa comida?, ¿necesitáis que alguien os meta en la lavadora los calzoncillos?
Pues eso, menos ayudar y más asumir la parte que os toca.
Pero más allá del tema de la ayuda, que creo que ha quedado claro, luego tenemos el
de “uy, no sé de qué se queja, si yo hago todo lo que me pide: me dice “pon la lavadora”
y la pongo”. Con esto nos metemos en otro tema muy importante, y que se pasa por alto
muchas veces. El de la carga mental. Una casa, una familia, tiene una serie de
tareas que se reparten del modo más justo posible entre sus miembros; lo más frecuente
es que se lo repartan entre la pareja, y en función de la edad que tengan, también los
hijos. Las tareas casi siempre son las mismas: lavadoras, tender, platos, polvo, suelo, cocinar,
etc. Éstas son las más obvias, pero luego están las menos visibles, tareas mentales
que prácticamente siempre llevan a cabo las mujeres: tener en cuenta el calendario de
vacunas del niño y citas con el pediatra, pedir la reunión con la tutora, saber cuándo
hay que hacer el cambio de armario o lavar las cortinas, la organización de comidas
y menús de la familia, hacer la lista de la compra, organizar el cuidado de los niños
en vacaciones… son tareas que no se ven, pero que pesan. Pesan mucho, y restan un espacio
mental que al final supone una carga enorme. En este sentido, es muy exasperante tener
a una pareja “muy voluntariosa” detrás, diciendo constantemente “qué hago, en qué
te ayudo” No, no ayudes en nada, mira lo que hay que hacer y hazlo. Tienes ojos ¿Está
desbordado el cesto de la ropa sucia? Pon una lavadora. ¿Ha acabado la lavadora? Tiéndela.
¿Está seca la ropa? Dóblala. ¿Hay que hacer la cena? Hazla. ¿Hay un pañal que
cambiar? Cámbialo. Tu pareja no tiene
ningún súper poder especial que tú no tengas para ver esas cosas, ¡ten iniciativa! ¿Quien
le ha dado a ella el puesto de corrdinadira, manager, encargada y CEO del hogar? Ella no
pretende ordenar y mandar, probablemente prefiera que los dos estéis al mando de todas estas
funciones. Que haya iniciativa, que haya proactividad. ¿De verdad quieres liberar a tu pareja de
esa carga invisible? Asume el control de tantas tareas como puedas, comunícaselo, y a partir
de ahora que pasen a ser tu responsabilidad. Y cuando más puedas, asume más. “Las cenas
son cosa mía, de eso no te preocupes”. O Las comidas. O la lavadora. O limpiar. Lo
que sea. Hasta donde llegues. No esperes a que ella te lo pida, mucho menos a que se
enfade y “te lo tenga que pedir de la malas formas”.
Y bien, ¿que cuál es ese método del que os hablaba para evitar conflictos con las
tareas de casa? Es un método que siempre recomiendo a las parejas que vienen a consulta.
Es un tema que habitualmente se enfoca mal: por lo general, se hace un listado, se reparten
tareas y listo. Como su fuera un piso de estudiantes. Pero suele fracasar casi siempre. Algo mucho
más útil, algo que suele funcionar mejor, es que en vez de repartir tareas, se homogeneice
y comparta el descanso. ¿Qué significa esto? Que no se puede descansar mientras el otro
o la otra está haciendo tareas. Nada de estoy en el sofá mientras él o ella está bañando
a los niños o fregando los cacharros de la siesta. El descanso tiene que ser el mismo,
y a ser posible, y para mayor salud de la pareja, compartido. Si el otro hace cosas,
yo también hago cosas. Si baña a los niños, yo hago la cena. Si friega los cacharros,
yo recojo la mesa o preparo la ropa para el día siguiente. ¿Que estás muy cansado?
Tu pareja, probablemente, también, así que proponle un descanso y os sentáis juntos
en el sofá. Y mañana ya seguiréis haciendo cosas.
Y hasta aquí, otra píldora de psicología, si os ha gustado tenéis muchos más vídeos
y artículos en el canal de YouTube y en albertosoler.es. Y en todas las librerías nuestro libro “Hijos
y Padres Felices”. ¡Un saludo!