ARGENTINA: El país que CASTIGA las EXPORTACIONES - VisualPolitik
Queridos amigos, amigas, voy a empezar planteándoos un reto, atentos a los datos.
Imaginad que tenemos un país con una inflación por encima del 50% anual,
donde casi la mitad de la población vive en la pobreza, un país con muy pocos empleos de
calidad y que tiene una escasez crónica de divisas extranjeras e inversiones.
Un país que lleva décadas experimentando una situación de crisis económica, política y
social casi constante y que se ha quedado muy atrasado en cuanto a tecnología productiva.
Vamos, que las cosas no pueden seguir así, os enfrentáis a un
escenario insostenible. Una situación en la que sentarse y tomar decisiones.
La pregunta es, si vosotros estuvierais a los mandos. ¿Qué decisiones tomaríais?
Pues bien, estoy seguro que con semejantes problemas internos
una de las soluciones que muchos pondríais sobre la mesa sería:
este país tiene que volcarse claramente al comercio exterior.
Al fin y al cabo eso le permitiría conseguir un montón de divisas,
crear nuevos puestos de trabajo, atraer nuevas inversiones, hacerse con nuevas tecnologías,
nuevos mercados y un largo etcétera de beneficios.
Es una fórmula que han empleado muchísimos gobiernos a lo largo y ancho de todo el mundo,
desde España hasta Japón, pasando por Polonia, China o Singapur.
Sin embargo, queridos amigos, amigas, hay un país con muchos,
muchísimos más problemas de los que hemos descrito en este vídeo,
en el que sin embargo el término comercio internacional suena prácticamente a herejía.
Por supuesto, me estoy refiriendo a la Argentina. Un país, querida comunidad,
que parece alérgico al mundo exterior.
Ahora bien, ¿Por qué la Argentina es tan hostil al comercio exterior? ¿Qué
trabas existen? ¿Cómo podría el país del tango y
los asados muy hechos hacer del comercio exterior una enorme fuente de riqueza?
En este vídeo vamos a responder a todas estas preguntas, pero antes,
antes tenemos que ver dónde comenzó todo.
Atentos.
(DE LA GLOBALIZACIÓN AL AISLAMIENTO)
La Argentina era un país despoblado y pobre, hasta que en el siglo XIX se produjo un enorme cambio
social y económico. El país se abrió al mundo y comenzaron a llegar millones de inmigrantes
e inversiones que permitieron poner a trabajar las grandes extensiones de la Pampa Húmeda.
(Poco a poco la Argentina se convirtió en el “granero del mundo” y también en
uno de los países más prósperos de toda la tierra . Los ferrocarriles trasladaban
a los puertos de Rosario y Buenos Aires el producto del campo conseguido con el
arduo trabajo de los inmigrantes europeos que habían llegado al país en búsqueda de riqueza.
De esta forma las ciudades crecían, las inversiones se acumulaban y el
país tenía su propia versión del sueño americano.)
Sin embargo, todo empezó a cambiar cuando en 1929 se desató la gran crisis. Una crisis
que tuvo su origen en los Estados Unidos pero que pronto se extendió por el resto del mundo.
Y Argentina no fue una excepción. A partir de ese momento fueron muchos
los que señalaron al comercio internacional,
a las fronteras abiertas y al patrón oro de ser los ingredientes clave de la crisis.
Algo que provocó una enorme ola de nacionalismo,
intervencionismo y proteccionismo en la política mundial.
Y aquí, amigos, la Argentina fue un alumno destacado.
(El liberalismo económico y la economía agroexportadora que hasta entonces habían
caracterizado al país gaucho pasaron a ser considerados como un modelo anticuado.
La opinión mayoritaria comenzó a inclinarse por
que el país se enfocara en llevar a cabo un proceso de industrialización
interna que le permitiera no depender de las fluctuaciones de la economía internacional.)
Unas ideas que se consolidaron con el estallido de la Segunda Guerra
Mundial y sobre todo con la llegada al poder en 1946 de Juan Domingo Perón.
A partir de ese momento, el país se iría cerrando poco a poco a la economía mundial
siguiendo la conocida como Política de Sustitución de Importaciones. Un
tipo de política que tuvo su punto álgido a partir de los años 70.
De hecho uno de los libros que más ha influido a los economistas argentinos es la obra titulada
“vivir con lo nuestro” que a comienzos de los 80 publicó el Paul Krugman argentino, Aldo Ferrer.
[“Vivir con lo nuestro”. No sé, creo que no hace falta mucha presentación.]
El caso es que con el breve paréntesis de la presidencia de Menem, de la que por cierto,
ya os hablamos aquí en VisualPolitik,
los políticos argentinos han trabajado duro por aislar al país del mundo.
[Bueno, excepto si hablamos de los dólares del Fondo Monetario
Internacional. Ahí ya sabéis que los políticos argentinos siempre
ponen primero la mano y luego cuanto toca pagar un millón de excusas.]
Argentina, amigos, lejos de promover las exportaciones ha levantado todo tipo de
barreras al comercio exterior. Lo que resulta un caso completamente
paradigmático en la política internacional.
Y, ojo, porque hablamos de una tarea que los políticos se han tomado muy
pero que muy en serio. Incluso cuando los resultados han sido calamitosos,
no sólo no han cambiado de rumbo, sino que han pisado el acelerador.
¿Y sabéis qué? Eso precisamente es lo que está haciendo el actual presidente Alberto Fernández.
Atentos.
(EN BUSCA DEL DÓLAR)
Lo más sorprendente del caso argentino, no es que
los políticos se hayan obsesionado con poner trabas a las importaciones
con la excusa de fomentar la industria nacional y evitar la pérdida de divisas.
Eso es algo que han hecho otros muchos gobiernos del mundo.
[Y que, por cierto, siempre termina mal. Entre otras cosas porque se perjudica la
competencia y el uso de inputs más baratos o tecnológicamente
más avanzados al tiempo que se generan mercados cautivos.]
No, lo más llamativo del caso argentino es que un país que
necesita desesperadamente dólares, castigue las propias exportaciones.
Si, si, tal cual como lo escucháis. El gobierno argentino no para de entorpecer
las operaciones con el exterior, ya sea para comprar o para ver.
Da igual, si eres un empresario argentino
y quieres comerciar con el extranjero… Eres sospechoso.
Ahora bien, la pregunta es, ¿Cómo lo hace exactamente? ¿Qué mecanismos
utiliza el gobierno argentino para torpedear el comercio internacional?
Pues, veréis, actualmente la primera clave está en los controles de capitales.
Esto es, en las normas que el gobierno ha fijado para los argentinos que quieran comprar,
vender y mover dólares, que cómo todos sabéis es la divisa de referencia del comercio mundial.
Unos controles que han provocado que en el país gaucho encontremos dos tipos de cambio:
(Por un lado, está el tipo de cambio oficial que en el momento de preparar este vídeo viene
a ser de unos 104 pesos por dólar, y por otro lado tenemos el tipo de cambio libre
en el mercado informal, más conocido como el tipo de cambio del dólar blue, donde,
para que os hagáis una idea, el el dólar viene a costar el doble: unos 220 pesos por cada dólar.)
Por supuesto, todas las operaciones bancarias se realizan teniendo en cuenta el dólar oficial,
que como veréis no resulta tan sencillo de conseguir.
Pero, empecemos si os parece por ver qué ocurre con las compras, esto es, con las importaciones.
Cualquier empresa grande, mediana o pequeña, que necesite importar productos del extranjero
debe hacer frente a un largo laberinto de trámites y formularios que a la hora de
la verdad le van a hacer muy difícil conseguir las divisas que necesita.
Fijaos, para poder importar productos las empresas tienen que obtener una LNA;
una licencia no automática de Importación. Licencias que
el estado argentino concede de forma totalmente discrecional.
Es decir, que solo podrás hacerte con una si el funcionario de turno
considera que tu petición de comprar en el extranjero tiene o no sentido.
De esta forma, los interesados están obligados a explicar para qué y por qué quieren las divisas,
pedirlas con un montón de antelación y rezar porque el funcionario encargado
del caso escuche sus plegarias y tenga a bien darles la licencia.
[Si no le da la gana, pues como se dice en España, Ajo y agua. Aguantarse y… Bueno, pues eso.]
(De esta forma el gobierno argentino controla el volumen de importaciones
que entran al país. Y si de repente las divisas del banco central se reducen muy rápido pues…
se cierra el grifo y se desestiman muchas más licencias de lo normal.
Aunque eso, claro está, suponga un castigo muy duro para las empresas
locales que pueden enfrentarse de la noche a la mañana a la incapacidad de
obtener materias primas o productos del extranjero necesarios para su actividad.)
Mala suerte. Esto, amigos, es lo que explica que en la Argentina
sea habitual que las empresas se enfrenten a una escasez recurrente de materiales que,
por ejemplo, les puede impedir mejorar la producción o reparar una máquina.
Así que ya lo véis, el dólar oficial en Argentina es barato pero viene con trampa.
Eso sí, un momento, si te llevas bien con el
gobierno, puedes tener una fuente inagotable de riqueza. ¿Por qué?
Pues porque de facto al fijar un tipo oficial que no tiene nada que
ver con el tipo de mercado lo que hace el gobierno es subvencionarte
las compras en el extranjero. Pero insisto, eso siempre y cuando tengas su bendición.
[Sí, lo sé, es un sistema espantoso.]
Bien, esto respecto a las importaciones, pero,
¿Qué ocurre con las exportaciones?¿Con las ventas al extranjero?
Pues, amigos, de entrada si exportas un producto y consigues dólares, el gobierno
te los va a convertir forzosamente en pesos… Al tipo de cambio oficial. Es decir, a 104 pesos
por dólar y no a 220, que es a lo que cotiza el blue dólar en el momento de preparar este vídeo.
M(El problema es que la economía de Argentina, ante el desastre del peso,
está en gran medida dolarizada. De esta forma, los costes de las
empresas se determinan en muchos casos por el tipo de cambio del dólar blue.
Es decir, que cuando una empresa decide exportar su producción lo que va recibir
son pesos a un tipo de cambio que es la mitad de lo que valen en el
mercados los dólares que el gobierno le arrebata.)
Para entendernos, que cuando una empresa argentina quiere importar algo,
se beneficia del dólar barato, el problema es que no tiene garantizado que pueda acceder a
los dólares. Y cuando quiere exportar, pues, termina por recibir la mitad.
[De locos]
Esto - además de los impuestos, las regulaciones laborales y, bueno, las trabas de todo tipo que
hay en el país - es precisamente lo que explica que a pesar de los bajos costes
salariales que hoy por hoy tiene la Argentina pues prácticamente no existan multinacionales
que quieran invertir en el país para producir allí y luego vender al resto del mundo.
[No, claro, es que así, pues como que no.]
Pero, ojo, porque aquí no termina todo.
Dado que este tipo de políticas han destruido su sector industrial,
la Argentina se caracteriza sobre todo por la exportación de productos agroalimentarios,
como carne, cereales o harina. Productos que también consumen los propios argentinos.
Pues bien, para evitar que los compradores extranjeros compitan con los consumidores
locales, las empresas argentinas se enfrentan a cuotas máximas de exportaciones. Es decir,
que el gobierno obliga a las empresas a vender una parte considerable de su
producción en el mercado local, a precios, además, fijados por el propio gobierno.
Todo esto puede parecer muy bonito. El problema,
amigos, es que reduce la entrada de divisas, los salarios y la inversión
en incrementar la capacidad productiva. El resultado al final es malo para todos.
Pero aún más. Durante los últimos 20 años, la exportación estrella de la
argentina ha sido la soja. Un producto que se devora en China pero que apenas
se consume en la Argentina. Con lo cual aquí la cuota de exportación pues no tiene sentido.
Ahora bien, ¿pensáis que esto iba a detener a los
políticos gauchos? Pues… Si es así estáis muy pero que muy equivocados.
Los productores de soja pueden exportar toda la
soja que quieran… Pero a cambio de pagar un impuesto extraordinario.
(Mientras que el dólar blue, que es el dólar libre, cotiza a unos 220 pesos,
los exportadores de soja apenas reciben 70 pesos por cada dólar que exportan. Esto es
así porque el gobierno, primero, les convierte los dólares a pesos según el
tipo de cambio oficial, y luego les mete un impuesto adicional del 33%.
De 220 a 70 pesos por dólar exportado. )
Pero tranquilos que aún no hemos terminado.
Por si todo esto fuera poco, el gobierno no para de aprobar nuevas barreras para
que vender al extranjero sea cada vez más difícil. Por ejemplo, los agro-exportadores
deben estar inscritos en el llamado “Registro de Operadores de la Cadena Agroalimentaria”.
Algo que les obliga a tener que hacer frente a un montón de papeleo. Por ejemplo,
tienen que hacer declaraciones sobre las ventas que planean hacer el siguiente año,
entregar información financiera para probar que son solventes, informar detalladamente sobre
sus empleados y los salarios que paga, verificar que las empresas con las que
interactúan también cumplan con los requisitos del gobierno argentino, etcétera, etcétera.
Toda una pesadilla.
Y aún más. Luego una vez que ha lidiado con el gobierno, cualquier empresa que
quiera exportar tiene que arreglarse con el control de dos poderosos sindicatos:
el de los camioneros, liderados por el clan Montoya y el de los empleados del puerto.
Basta deciros que la intervención de estos sindicatos hace que el transporte en Argentina
sea particularmente caro, la competencia limitada, y los horarios y el servicio
un desastre. Y si no te llevas bien con los sindicatos y no les pagas las cuotas que exigen,
olvídate, porque seguramente te paren la carga y no puedas hacer nada con ello.
Y esto son solo unos pocos ejemplos de lo que supone el día a día. Porque sí, amigos,
ser exportador en Argentina es casi una misión imposible.
Y los datos así lo corroboran: la economía argentina es una de las más
cerradas al comercio internacional de todo el mundo. Un país que ha
decidido hacer exactamente lo contrario de lo que han hecho los países más prósperos.
Exactamente la receta contraria a la que un día hizo de este país uno de los más ricos del mundo.
Pero llegados hasta aquí, turno para ti: Con todas estas trabas,
¿Te plantearías invertir en la Argentina? ¿Qué creéis qué explica tanta obsesión
contra el comercio exterior? Dejanos por aquí abajo tus comentarios.
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Un saludo y hasta la próxima.