¡Súper Bacterias! ¿Cómo evolucionaron?
Parece que los antibióticos ya no funcionan como antes para atacar las enfermedades. ¿Cambiaron
los antibióticos o... cambiaron las bacterias? ¡Superbacterias! ¿Cómo evolucionaron?
Hazte a la idea: hay bacterias en todos lados. En el aire, en el agua, en la tierra, en tu
cuerpo… sobre todo en tu cuerpo. La mayor parte de ellas son inofensivas, y muchas son
benéficas… pero unas cuantas pueden causar graves enfermedades.
En 1347 la peste bubónica mató a un tercio de la humanidad, y la viruela, ahora erradicada
gracias a las vacunas, había cobrado ya la vida a unos 300 millones de personas.
Por eso, el descubrimiento de los antibióticos en el siglo XIX fue tan importante. Sustancias
como la penicilina resultaron esenciales para atacar a la mayoría de las bacterias patógenas
y salvar a millones de personas. ¡La esperanza de vida aumentó considerablemente! Y ¿cómo
funcionan los antibióticos? Básicamente alterando las reacciones químicas que permiten
la vida bacteriana. La penicilina actúa sobre las bacterias interfiriendo
con el funcionamiento de su pared celular: y con la pared debilitada, es devorada más
fácilmente por los granulocitos… o de plano estalla.
Otros antibióticos, como las tetraciclinas o el ciprofloxacino, impiden que las bacterias
se reproduzcan. Unos más alteran la química de la bacteria
impidiendo que generen ciertas vitaminas que necesitan para vivir.
Al parecer, teníamos el arma perfecta contra ellas. Peeero… no contábamos con la evolución.
Sucede que, como todos los seres vivos, cada individuo de una colonia de bacterias puede
ser diferente a los demás. En esta colonia de 100 millones de habitantes, quizá este,
por una mutación, es inmune a los efectos de la penicilina. En condiciones naturales,
hubiera pasado sin pena ni gloria. Quizá hasta habría muerto de hambre.
Pero cuando usamos un antibiótico, lo que estamos haciendo es destruir a la mayor parte
la competencia: la bacteria mutante ahora tiene más posibilidades de sobrevivir y dejar
descendencia. Si repetimos el procedimiento en varias generaciones, la población total
será sólo de bacterias resistentes. Y en eso las bacterias tienen la ventaja de la
velocidad: Una generación humana es de, digamos, 25 años; mientras que una bacteria como la
Escherichia coli (SE PRONUNCIA ESKERIKIA COLI) tiene un relevo generacional ¡cada 17 minutos!
Y en cada vez puede duplicar su número. Y tienen otra ventaja: una bacteria sobreviviente
inmune puede “pasarle” su material genético a otra mediante un mecanismo llamado “conjugación
bacterial”, ¡transfiréndole sus poderes! O incluso ya muerta, la bacteria puede dejar
su ADN por ahí tirado, y otra bacteria puede incorporarlo al propio. Hay veces que hasta
los virus pueden servir de mensajeros para llevar material genético entre las bacterias.
El resultado es que las bacterias evolucionan: mientras más las atacamos con antibióticos,
más resistentes se vuelven. Y mientras más resistentes se vuelven, mayores son las dosis
y la potencia de los antibióticos que desarrollamos para aniquilarlas.
En un experimento en la universidad de Harvard colocaron una placa de petri con agar y la
dividieron en niveles. El primer nivel no tenía antibiótico. El segundo nivel tenía
una cantidad moderada. El siguiente, 10 veces más. El siguiente 100 veces más y el último
1000 veces más. Colocaron bacterias en el nivel más bajo y se empezaron a reproducir,
y al llegar al antibiótico, como era de esperarse, se detuvieron… pero ¡ups! Mira, entre los
millones de bacterias apareció un mutante inmune que se empezó a reproducir. Luego
aparecieron más, hasta que ocuparon el segundo nivel. En la frontera siguieron apareciendo
mutantes, y las bacterias siguieron evolucionando hasta que ocuparon por completo la placa de
petri. Se habían vuelto inmunes a concentraciones mil veces superiores. ¡Tenemos superbacterias!
Y, si rastreas su crecimiento, puedes ver claramente el árbol evolutivo que les dio
origen. En la actualidad ya se han encontrado casos
de personas infectadas con bacterias inmunes a los antibióticos más potentes, como una
mutación de la E. Coli o de la o la Klebsiella que son resistentes a la colistina y a las
carpabenemas, los antibióticos más poderosos. Algunas bacterias son tan poderosas que no
sólo resisten al antibiótico, sino que activamente pueden destruirlo cuando lo encuentran cerca.
¿Cómo llegamos a esto? En primer lugar, porque hemos abusado de los antibióticos,
utilizándolos incluso para infecciones leves en las que nuestro sistema inmune se pudo
haber hecho cargo. Y también porque las empresas que crían animales para su consumo, atiborran
a los pollos, vacas y cerdos de antibióticos como medida preventiva. Y esos antibióticos
llegan, inevitablemente, a quien se coma esa carne.
Y, curiosamente, uno de los lugares donde más se desarrollan las superbacterias es
en los hospitales ¿dónde, si no, podrían encontrarse enormes variedades de bichos con
montones de antibióticos? Y, si la carrera armamentística no trae buenos
resultados ¿qué se puede hacer contra ellas? Por una parte, se están desarrollando nuevas
sustancias que las combaten. Por otro, una terapia que se experimenta actualmente es
la de infectar al paciente ¡con virus que comen bacterias!
Si no frecuentas los hospitales es muy poco probable que te infectes. Pero si quieres
prevenir, asegúrate de tener tus vacunas. Siempre es buena la higiene, sobre todo lavarte
las manos antes de comer y después de ir al baño. Evita comer animales, y, si lo haces,
busca aquellos que no hayan sido tratados con antibióticos. También evita usar antibióticos
si tienes una enfermedad y no es grave ¡espera que te los recete el doctor! Enfermarte un
poquito puede fortalecer tu sistema inmune ¡CuriosaMente!
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