¿Podemos sentir las MIRADAS?
Le mandamos un saludo a nuestros queridos benefactores: Adrian Ruiz Díaz, Adrián
E RD, Alberto Campano, Daniel Guerrero, Erick Hernández, Esaú Bojorquez, Familia Rebollo Sainz,
Felipe Retamales, Francisco Docmac, Francisco Dueñas, Francisco Tejeda, Javier Navarro,
Luis Malo, Manuel Balderrábano, Marco Ricardo Zunzunegui, Marco Rivera, Martha, Noemi Moreno,
Oscar del grecco, Paulo Reynaldo, Pez goldfish, Rafachetitos, Raúl Noriega,
Raúl Sánchez, Rodrigo Castro y Tania Moreno. Estás esperando tu autobús y comienzas a sentir
un cosquilleo en la nuca; te sientes incómodo, no sabes por qué y de pronto
reconoces esa sensación… ¡alguien te está mirando! Volteas a tu alrededor en busca de
esos ojos que te miran intensamente… ¡Ay! Seguro has tenido esta sensación de que
alguien te observa y a veces pasa que volteas y descubres que alguien sí está
mirándote, ¿acaso tenemos un sexto sentido? ¿Podemos sentir las miradas?
Empédocles (je je je, “Empédocles”... ejem)
Empédocles creía que nuestra capacidad para ver se daba gracias a que nuestros ojos lanzaban unos rayos.
Esta idea, conocida como extramisión, tuvo muchos seguidores, hasta que varios científicos,
desde Alhacén hasta Newton describieron cómo funciona la luz. Hoy sabemos que se da más o menos
en el sentido opuesto; los objetos absorben y reflejan la luz y nuestros ojos la perciben. Pero
parece que esta idea es algo compleja de entender. Jean Piaget se dió cuenta que muchos niños creen
que vemos gracias a que rayos salen de nuestros ojos. En otros estudios se ha visto que adultos,
¡incluso estudiantes de psicología! creían que para poder ver nuestros ojos lanzaban
algún tipo de rayos u ondas. Quizá esta idea equivocada de que los ojos emiten rayos o
energía contribuye a que el 41 por ciento de los estadounidenses aseguren que tienen escopaestesia,
o el poder de saber cuándo alguien los ve. En 1898 el profesor Edward Titchener descubrió
que muchos de sus estudiantes creían que podían percibir cuando alguien los miraba por detrás.
Idzeó varios experimentos y demostró a sus alumnos que no era posible saber cuando alguien te está
mirando. Concluyó que lo que generalmente sucede es que, cuando crees sentir que te observan,
aunque nadie te mire, volteas buscando una mirada. Tu movimiento capta la atención de otra persona
y entonces voltea a verte. Fue tu búsqueda de la mirada la que provocó que te miraran,
pero como tú tardas más en voltear hacia atrás que la otra persona en mirarte,
tienes la impresión de que ya te estaba viendo y terminas creyendo que puedes sentir las miradas.
Algo así sucede de manera preconsciente: PERSONAJE 1: Oí a alguien detrás de mí.
Quizá me está mirando. Voy a voltear. PERSONAJE 2: Esa persona de enfrente está
moviendo la cabeza hacia acá. La miraré. PERSONAJE 1: ¡Sí me estaba
mirando! Pude sentir su mirada. También, según una investigación de 2013,
somos un poquito paranoicos. Cuando una mirada es ambigua siempre tendemos a pensar que nos
están viendo, especialmente por la noche. Parece que pensar que alguien nos ve todo
el tiempo es un mecanismo de supervivencia. Diversos parapsicólogos (o sea, estudiosos de
supuestos fenómenos paranormales), no científicos han intentado demostrar que es posible percibir
la mirada, pero hasta ahora ningún estudio ha obtenido mejores resultados que el mero azar.
Aunque no tenemos el súper poder de sentir la mirada y realmente no podemos saber
cuándo alguien nos observa por detrás sí tenemos un complejo sistema en nuestro
cerebro dedicado a la detección de la mirada. Somos buenísimos para saber hacia dónde se dirige
la mirada de alguien y podemos saber si alguien nos observa a la distancia aun cuando su cabeza y
su cuerpo apunten hacia otro lado. Todo el tiempo, de forma consciente e inconsciente, estamos
examinando qué es lo que están viendo los demás. No es que seamos súper chismosos… bueno nomás
poquito, pero la verdadera razón es que hemos evolucionado para ver e interpretar los ojos.
Desde recién nacidos preferimos ver una cara con ojos abiertos y con la mirada sobre nosotros.
Los ojos humanos muestran gran parte de la esclerótica, o sea de la parte blanca del ojo
y esto nos permite distinguir la dirección de la mirada. Ningún otro animal tiene una esclerótica
tan visible; es más, en muchas especies el contacto visual directo es una provocación,
pero en nosotros ha evolucionado como una forma de comunicación y supervivencia.
¿No te ha pasado que con solo la mirada puedes tener casi una conversación? Y cuando sí hay
una conversación verbal la mirada regula cuándo es el turno de cada quien y te
permite saber cuándo hablar y cuándo escuchar. Si alguien está viendo hacia un punto de manera
atenta y con cara de miedo, tú volteas para ver lo que está viendo. Quizá eso representa
un peligro para ti también. Los infantes de un año de edad ya saben si pueden o no
acercarse un objeto solo observando la mirada y expresión facial que alguien más le dedica a
ese objeto. Te sirve para ver si tu hermana ya le echó el ojo a esa galleta que tú te ibas a
comer. Y conociendo este pequeño truco tú puedes dirigir la mirada de los demás según tu voluntad.
Los ojos son realmente la ventana del alma, porque podemos adivinar los pensamientos, intenciones y
emociones de los demás solo con verlos a los ojos. Además los ojos, junto con las cejas, pestañas y
párpados, son el rasgo que más observamos en las personas y el que usamos para identificarlas.
Para nosotros la mirada es tan importante que los perros, que han evolucionado junto a los humanos,
se han adaptado a vernos a los ojos para comunicarse cuando para ellos la mirada
directa es una forma de establecer dominancia. Y aquí un pequeño consejo: ver a alguien
directamente a los ojos te hace ver más atractivo y de confianza… claro con la mirada adecuada.
No importa que no tengamos el poder de sentir las miradas, tenemos el poder de encantar con ella.
¡Curiosamente! Este video fue traído a ti por
Javier Gutiérrez, uno de nuestros benefactores que propuso esta curiosa pregunta. Tú también puedes
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