A mi aire 165: Lluvia, colores y tren (23 de octubre, 2015)
mi aire 165: Lluvia, colores y trenes (23 de octubre, 2015)
Hola amigos.
Bienvenidos a esta nueva emisión de “A mi aire”. Estamos a 23 de octubre y hoy os voy a hablar del viajecito de cinco días que he hecho por el sur de Francia, ¿habéis oído algo sobre las inundaciones [1] que hubo por allí? ¡Uff! Ha sido tremendo, yo nunca había visto llover así... Os voy a empezar hablando de eso y después os presentaré la cara bonita [2] de la historia. Ahora entiendo por qué los pintores impresionistas estuvieron por allí. Terminaré el podcast hablándoos del AVE [3]. Pero antes de comenzar, recordaros la nueva función en nuestro app de PodClub, el "entrenador de vocabulario".
Con este entrenador podéis estudiar y aprender el vocabulario de las emisiones cuándo y dónde queráis. *
Llueve, pero no de una forma normal, ¡no!
Llueve mucho, muchísimo, diluvia, el agua cae del cielo como de la ducha... Estamos en Aviñón, tenemos que meternos en un lugar cerrado porque no tenemos paraguas y ya nos hemos mojado [4] los pantalones. Visitamos el Palacio de los Papas del siglo XIII, es una maravilla. Fuera sigue lloviendo. - No tenemos paraguas -, vuelvo a pensar. - A las tres cogemos el coche de alquiler para irnos a la región del Luberon, - me digo, - pero todavía son las doce -. Llueve. Salimos del Palacio en busca de un paraguas, las calles son como ríos. Los pantalones no se nos han secado [5]. Yo sólo pienso en conseguir un paraguas. Cuando uno lo busca, no lo encuentra, imposible. Llueve. Con ganas de llorar, ya completamente empapada [6] y helada yo, mi sonriente amigo me da la mano y entramos en una tienda de deportes a esperar que la lluvia pare, pero esperamos sin sentido..., no es un chaparrón [7], no es una tormentita de verano, no es un poco de agua, ¡es el diluvio universal! Nunca había visto nada así. Zapatillas de deporte no necesito, ni un chándal, ni una camiseta del equipo de fútbol francés... David tampoco necesita nada. Llueve. Sólo queremos un paraguas. Se nos termina la paciencia y ya en la puerta me doy la vuelta y pregunto a la dependienta: ¿sabe usted dónde venden paraguas? -.- Aquí, aquí -, me contesta la mujer con una sonrisa. Yo veo el cielo abierto [8] (sólo un segundo, porque llueve) y le devuelvo la sonrisa. Al menos podemos salir del establecimiento para meternos en un restaurante e ir al autobús sin mojarnos mucho más. Bueno, bueno, sin mojarnos mucho más es un decir... ¡Ay, amigos! yo me cambié de pantalón dos veces, los zapatos los tenía empapados y los calcetines chorreando [9]... Una lluvia así no la había visto en mi vida. El conducir por carreteras inundadas fue una aventura, intenté hacer una foto y nos reímos porque sólo se veía una cortina de agua, no se veía lo bien que salpicaba [10] el coche de delante y el de enfrente, ¡ay, no!
Nada más salir de la cuidad paramos para tomar un café en un bar de la carretera. Había gente fumando fuera con una cerveza en la mano. Como yo tenía frío quería entrar, pero... todas las sillas estaban encima de las mesas, una mujer sacaba el agua del bar con una gran escoba [11], otro hombre utilizaba la fregona [12]... ¡Aquel bar estaba inundado de agua! Me quedé mirando con la boca abierta [13]. -¡Está abierto, está abierto, señores, entren! – La gente no había perdido su sentido del humor. Hablamos de la lluvia y del agua en el bar y la camarera nos ofreció un estupendo café por la ventana. Sí, aquel día llovió, llovió mucho, aquel día diluvió. Nunca había visto nada igual. Al día siguiente nos enteramos de que había habido trece muertos y de que los bomberos habían estado toda la tarde y la noche ayudando a la gente de aquí para allá. Menos mal que después de la lluvia, llega la calma.
¿Qué relacionáis vosotros con la Provenza?
Quizás... cielo azul, campos verdes, el olor a lavanda, a romero, el olor de los higos, las uvas y las aceitunas... Sí, sí, todo eso podemos relacionar con el sur de Francia. Además de pueblos de piedra, contraventanas [14] azules e iglesias medievales. Ahora entiendo por qué los impresionistas estuvieron por allí. Van Gogh, Gauguin, Cézanne buscaron allí paz y encontraron inspiración. Sí, yo también me retiraría a vivir una temporada en esa región. Hoy en día se puede hacer la ruta del impresionismo y descubrir los sitios en los que pintaron los artistas. Nosotros hicimos la ruta de Van Gogh. Es muy curioso ver los olivos milenarios y una reproducción del cuadro del pintor al lado. Es interesante ver las montañas que pintó al natural, bajar la vista y verlas en el cuadro. También es curioso entrar en la clínica de Saint Rémy de Provence, donde estuvo ingresado Van Gogh después de cortarse la oreja en la casa amarilla de Arles, y ver su cama, su silla, su secreter [15]. Me ha gustado conocer esa habitación tantas veces pintada por él y reconocerla después perfectamente en sus cuadros. Me acerqué al artista y a su pena. La verdad, es que el cuarto es muy pequeño y la residencia parece un monasterio, con patio y claustro. Me pareció un sitio para meditar, para huir del mundo, del ruido y de los estreses que nos rodean. Bueno, y otra cosa que me sorprendió de esa zona, fue la región del Luberon, en concreto el “colorado de Provenza”.
De repente ves ocre, amarillo, rojo y marrón, y de nuevo marrón, rojo, amarillo y ocre, ¡todo en la tierra! Cuando llegamos a Rustrel, aparcamos el coche para hacer la ruta. Nos dijeron que eligiéramos el camino corto, que ya eran las cinco de la tarde y se nos haría de noche si hacíamos el largo, pero claro, David y yo nos miramos y sin decir nada más cogimos la ruta 1, la más larga. Pensamos que si se calculaba 3 horas para todo el recorrido, nosotros lo haríamos en dos. ¿Os podéis imaginar lo que nos pasó? ¿no? Creo que sí os lo imagináis. Se nos hizo de noche, nos perdimos y fue una odisea encontrar el coche, pero... ¡ay amigos! ¡que nos quiten lo bailado [16]! Fue una preciosidad hacer aquella ruta y descubrir todos aquellos colores en la naturaleza. Esa zona es espectacular, dimos un paseo entre los pigmentos ocres, amarillos, rojos y marrones y yo sentí pisar la paleta de Van Gogh…
En esta vida siempre hay que tener suerte y yo la tuve a la vuelta de las vacaciones.
Volví el día 7 en el tren de alta velocidad a Suiza y el día 8 por la mañana hubo un sabotaje en el AVE en Cataluña, afectó a 30 trenes y 13.000 pasajeros. Claro que el problema fue en Cataluña, pero afectó a trenes franceses; claro que yo no tenía que tomar ese trayecto de tren, pero aun así pensé: ¡Qué suerte tengo! He podido volver a casa sin problemas. Es que a veces te pilla [17] una huelga de tren o de avión y te quedas en tierra [18]. En el 2010 yo no pude volver de Barcelona a Zúrich por el volcán de Islandia. ¡Ay! ¿os acordáis de aquello? Me tuve que quedar un día más en Barcelona. Pero creo que lo conté en un podcast, sí, en el podcast número 41. Bueno, pues esta vez no ha sido ni la naturaleza ni una huelga las que han impedido el funcionamiento del transporte público, no, esta vez han sido delincuentes. Al parecer cortaron el cable de fibra óptica y eso daña a las comunicaciones de los trenes. Este cable alimenta la señalización de la red de trenes, garantiza la seguridad. Gracias a estos cables de fibra óptica y de cobre el AVE puede circular tan rápido con seguridad. Fijaros, este año ha habido 760 robos de cables de cobre entre enero y septiembre y un 40% de los delitos [19] ha sido en Cataluña. Yo no entiendo lo que gana la gente haciendo eso, sólo hace daño, crea problemas, se pierde dinero… ¿Sabéis cuánto cuesta el sabotaje de estos idiotas a la compañía ferroviaria? De enero del 2014 a junio del 2015 la pérdida ha sido de 15,7 millones de euros. Y España ahora mismo no está para eso, realmente hay otros problemas en el mundo… *
Bueno, queridos amigos, ya llegamos al final de este podcast.
Acordaros de que podéis utilizar el nuevo entrenador de vocabulario que tenemos en nuestro app de PodClub para aprender palabras y expresiones cuándo y dónde queráis. En dos semanas me podéis escuchar otra vez en página web www.podclub.ch o vía app. Entonces os hablaré de Paettern, la empresa innovadora de Patrick Bützer y Debora Bühlmann que tiene su sede [20] en Zug, es una empresa que... ¡tenéis que conocer! Mientras tanto, cuidaros y que os vaya muy bien. [1] (la) inundación: cuando hay exceso de agua, demasiada agua [2] la cara bonita: la parte bonita, agradable [3] (el) AVE: el tren de alta velocidad
[4] mojarse: cuando llueve y no tienes paraguas, te mojas; calarse, ducharse
[5] secar: quitar el agua; lo contraro de mojar
[6] empapada: completamente mojada de agua
[7] (el) chaparrón: lluvia fuerte y corta
[8] ver el cielo abierto: ver la solución al problema
[9] chorreando: completamente mojados, empapados, llenos de agua
[10] salpicar: echar agua sin querer, mojar
[11] (la) escoba: se utiliza para barrer, para limpiar el suelo
[12] (la) fregona: se utiliza para limpiar con agua el suelo
[13] con la boca abierta: asombrada
[14] (la) contraventana: puerta de madera para proteger la ventana
[15] (el) secreter: mesa para escribir, para trabajar
[16] ¡que nos quiten lo bailado!
: significa que las consecuancias negativas de lo que hicimos, no anulan el placer de lo hecho [17] pillar: sorprender, encontrar sin esperar
[18] quedarse en tierra: no poder volar
[19] (el) delito: robo
[20] (la) sede: el centro, el domicilio de la empresa