A mi aire 92: Artista octogenaria, (14 de septiembre, 2012)
mi aire 92: Artista octogenaria, día Europeo de las Lenguas y un cuento (14 de septiembre, 2012)
Hola amigos, soy Alicia. Bienvenidos hoy 14 de septiembre a un nuevo podcast de "A mi aire". A veces pasan cosas muy extrañas en el mundo y yo tengo la suerte de poder contároslas. Os voy a hablar de lo que ha pasado en Borja [1], en un pueblecito de Zaragoza. Resulta que una mujer de ochenta años decidió libremente y sin pedir permiso a nadie arreglar una obra de arte. A mí me sorprendió tanto este hecho que es lo primero que hoy os voy a comentar. Después os hablaré del día Europeo de las Lenguas, que es el 26 de septiembre, y terminaré contándoos un cuento para que os relajéis un poquito.
Quizás vosotros también habéis leído lo que hizo una mujer mayor en el Santuario de la Misericordia porque yo he leído la noticia tanto en periódicos españoles como en periódicos suizos. La historia trata de una mujer de 80 años que quiso ayudar a la iglesia a renovar [2] una obra de arte. Y ¡ay, Dios mío! ¡Cómo estropeó la pintura! Yo me imagino muy bien la situación. En Borja vive una mujer mayor que va todos los domingos a misa, a veces va entre semana a confesarse [3] y desde luego asiste [4] a todos los bautizos, comuniones, bodas y funerales del pueblo. Esta mujer debe de sentirse en la iglesia como en su casa. Ella mira siempre el Ecce Homo, la pintura de Elías García Martínez que está en el Santuario. Esta pintura es del siglo XIX y no es de gran importancia, pero sí tiene un valor sentimental para el pueblo y la familia del artista. En fin, esta mujer octogenaria mira la obra de arte y la mira cada vez que va a la iglesia. –"¿Por qué no arreglan el Ecce Homo, padre? Está muy estropeado. "– Le preguntaría la mujer al cura. "Cuesta mucho dinero, hija, cuesta mucho dinero. Y en época de crisis debemos ahorrar".– Le contestaría el padre. Imagino que fue entonces cuando la mujer tomó la iniciativa y decidió restaurar ella solita la obra de arte. Cogió sus pinturas, se fue al Santuario de la Misericordia y se puso a [5] arreglar el Ecce Homo sin el permiso de nadie. Quería dar una sorpresa, una alegría al pueblo. Ella quería ayudar, pero la mujer....¡Ay! hizo un desastre, un verdadero desastre, ¡uf! Al Cristo le quitó la barba, le difuminó [6] los rasgos [7], le quitó la expresión... ¡Madre mía! Yo cuando vi el resultado no me lo podía creer: ¿Cómo puede una persona que pinta tan mal renovar sin permiso una obra de arte? Ayayay, yo me imaginé perfectamente a la anciana yendo al Santuario de la Misericordia con sus pinturas, mirando de un lado a otro para que no la viera nadie. La mujer tuvo que elegir un momento en el que la iglesia estuviera vacía, sin el cura, sin personas rezando... ¿Cuándo iría? ¿Por la noche? No, por la noche no creo, no creo que la mujer pintara a la luz de las velas, aunque viendo el resultado... ¡Todo es posible!
Somos 800 millones de europeos, cada uno con nuestra lengua y nuestra cultura. Sin embargo, tenemos una cosa en común: las ganas de comunicarnos y el interés por aprender otros idiomas. ¿Soy muy idealista? No, yo creo que no. Yo creo de verdad que en Europa existe verdadero interés por la comunicación. Desde luego, el consejo de Europa, los 47 miembros, anima a todo el mundo a estudiar otros idiomas para que crezca la interculturalidad y esto lo hace de forma específica el 26 de septiembre. Este día se celebra el día Europeo de las Lenguas. La idea nació en el 2001, así que ¡ya veis! se celebra el día de las Lenguas desde hace 9 años. Este año por primera vez participan las escuelas club de la Migros. Con motivo de este día se celebran concursos y hay unos premios muy atractivos. Todos vosotros podéis participar en la página web de las escuelas club. Y mirad, mirad, si participáis podéis ganar un curso de idiomas en San Diego o en Toronto. Podéis ganar cuatro semanas por allí aprendiendo inglés. Fantástico, ¿no? Este primer premio incluye el viaje y la estancia en una familia. Pero si no ganáis el primer premio, podéis ganar descuentos para aprender cualquier idioma en una escuela club. Yo, si ganara un descuento para un curso de idiomas, aprendería italiano para luego irme a Venecia. Ya sé, ya sé, soy una romántica, pero me encantaría volver a Venecia, pasearme de nuevo por sus calles y canales, admirar los edificios... y todo entendiendo a la gente y hablando italiano. Guau, ¡qué bien estaría! Aunque pensándolo bien... mejor sería retomar mi inglés y mejorarlo. Sí, sí, si pienso en mi trabajo, en mi vida laboral... Quizás elegiría un curso de inglés. Vaya, que lo mejor sería que me tocara el primer premio para irme a San Diego, allí al Eurocentre. Sí, mejor el primer premio. A Toronto también me gustaría ir, ¡ojo! Además allí tengo familia y podría aprovechar para verla y conocer Canadá, que nunca he estado en ese país. De todas formas, mientras espero a que me toque uno de esos premios, yo sigo haciendo un intercambio con mi amiga Antonietta. Ella me da una hora de italiano y yo a ella una hora de español. Lo que está claro es que nos toque o no un curso o un descuento, lo importante es aprender algún idioma para llegar a viejos con una buena memoria.
Y para terminar os voy a contar un cuento basado en una historieta que leí en el periódico este verano y en la que pienso con frecuencia. ¡Es que es una historia muy bonita! Venga, ¿estáis preparados para escuchar? Pues sentaros tranquilamente, relajaros y disfrutad del cuento:
Érase una vez un hombre que vivía en una ciudad española muy grande y gris. Nuestro hombre se llamaba Juan y estaba tan desesperado por la situación económica actual que había perdido los cinco sentidos, es decir, los sentidos de la vista, el oído, el gusto, el olfato y el tacto. El sentido de la vista porque solo veía edificios altos y grises. El sentido del oído porque solo oía gritos, quejas y lamentos a su alrededor por parte de sus compañeros de trabajo, de sus amigos y de los conocidos, ¡todo el mundo protestaba por algo! Además había perdido el sentido del gusto porque no comía bien ni le importaba lo que comía. Juan se alimentaba de comida basura [8] o cosas precocinadas sin importarle si eran sanas o no. El olfato lo perdió entre los coches y la contaminación de la ciudad. El tacto lo perdió porque solo tocaba el móvil y las teclas del ordenador. En fin, Juan había perdido los cinco sentidos por estar así, tan metido en una rutina oscura y gris. Nuestro amigo no era feliz. Tenía un estrés enorme y mucho miedo a perder el trabajo. Entonces decidió cogerse unos días de vacaciones e irse a ver a sus padres. Juan llamó a casa: "Mamá, voy al pueblo, voy a veros y me pienso quedar una semana con vosotros". Cuando Juan llegó al pueblo su madre se asustó. Su hijo no tenía ojos, ni orejas, ni boca, ni nariz. Su cabeza era redonda y blanca como un huevo, sin expresión ni vida. Su madre María decidió prepararle entonces una buena comida. Primero fue a la panadería del señor Antonio para comprar pan recién hecho y calentito. Después fue al gallinero para coger unos cuantos huevos; y finalmente fue a la huerta [9] para coger verdura. Con todo eso María le hizo a su hijo una buena tortilla de patata con cebolla, le cocinó la verdurita fresca y le puso pan con tomate y un buen chorizo encima de la mesa. Entonces a Juan, saboreando [10] aquella comida de su madre, le volvió despacito la boca; también despacito, despacito le creció la nariz al oler las moras que le sirvió su madre de postre. Sí, nuestro amigo recuperó el gusto y el olfato. De repente Juan olió las flores del jardín y salió a dar un paseo por el campo. Los pájaros comenzaron a cantar fuerte, muy fuerte. Juan sintió una cosa extraña... ¿oía? sí, oía a los pájaros, se le puso una gran sonrisa. A Juan le volvió el sentido del oído y le crecieron de nuevo las orejas. Oyó entonces el ruido del agua, oyó el río y se acercó corriendo hasta la orilla. Se quitó los zapatos y metió los pies en el agua fría. Juan recuperó el color de la cara, pudo abrir los ojos y vio a los peces nadando y miró hacia arriba y vio las ramas de los árboles moverse. Nuestro amigo sintió el viento en la cara y fue feliz. Juan había vuelto a la vida, por fin había recuperado los cinco sentidos.
Bueno, y así llegamos al final de este podcast. El próximo día os hablaré de las apariciones de la virgen, es que he leído unas historias muy curiosas. Me podréis escuchar como siempre en la página web www.podclub.ch. Y por cierto, también ahí me podéis dejar comentarios ¡que echo de menos vuestras palabras!
Amigos, cuidaros y que os vaya muy bien.
1 Borja: http://es.wikipedia.org/wiki/Borja_(Zaragoza)
2 renovar: restaurar, arreglar
3 confesarse: decir los pecados, lo que se ha hecho mal, al cura porque se está arrepentido;
después de la confesión el cura da el perdón y dice al penitente lo que tiene que rezar
4 asistir: ir
5 ponerse a: empezar a
6 difuminar: hacer perder la claridad y la intensidad
7 rasgos: las líneas de la cara
8 comida basura: se dice de la comida que tiene mucha grasa, demasiada sal o muchos
azúcares, no es nada sana; además tiene cosas que potencian el sabor y colorantes
9 huerta: terreno donde se planta verduras y/o árboles frutales
10 saborear: comer con gusto, apreciar despacito la comida