"Cuando me giro me la lía", o ¿por qué es tan difícil hacer cosas en casa con hijos pequeños?
Muchos padres y madres me cuentan con frecuencia situaciones muy parecidas a
la siguiente: "estamos en casa y no me deja hacer nada.
En el momento en el que me giro me la lía, si voy a la cocina un momento
para hacer la cena, de repente, empieza a gritar, rompe algo, llora o se pelea con
su hermano. ¡Es que no puedo hacer nada!" Son niños y niñas que que nada más se
giran sus padres la lían y apenas dejan hacer algo en casa.
¿Qué podemos hacer en esas situaciones? ¡Eso es lo que vamos a ver!
¿A que os habéis sentido identificados con la situación que os he contado?
Da igual que vuestra hija o vuestro hijo
tenga dos años o tenga siete, es que es algo muy frecuente : niños que
tienes que estar todo el día encima de ellos para que no te la líen, para que no
lloren o para que te dejen hacer algo. Porque claro, obviamente las cosas de
casa no se hacen solas, y cenar hay que cenar, y fregar los cacharros... hay
que hacer lo que sea, y muchas veces pues no hay dos adultos en casa para repartirse las tareas
Cuando los padres explican situaciones como éstas, siempre suele ser
algo parecido: están jugando con el pequeño, y
la situación está más o menos controlada, y entonces, cuando todo está
tranquilo, el padre o la madre como si fueran ninjas aprovechan la situación
para irse con calma hacer cualquier otra de las cosas que hay que hacer en casa.
Y entonces se lía: el padre o la madre deja lo que estaba haciendo
y va a echar la bronca al crío: "esto no se hace", "te he dicho que con la vajilla de la
bisabuela no juegues" y entonces se queda otra vez hasta que la
situación está más o menos controlada, y entonces ¡otra vez!
Desaparece de nuevo haciendo el ninja y vuelta a empezar.
Pero vamos a darle la vuelta, ¿como ve todo esto el pequeño? Pues él
está tan tranquilo y tan a gusto cuando con alguno de sus padres cuando, de repente,
absorto como ésta en el juego, se despista y su compañero de juegos
desaparece. Entonces hace alguna de esas cosas que
sabe a ciencia cierta que atrae la atención de sus padres:
jugar con la vajilla de la bisabuela, meter el dedo en el ojo al gato, quitarle
las hojas de los libros de los padres, etc... ¡son cosas que que no fallan! Cuando
lo hacemos, los papis corriendo aparecen. Rápido aprenden que cuando están
tranquilos disfrutando del juego se quedan solos, se quedan sin compañía, y
que cuando la lían, de repente la situación se vuelve mucho
más divertida: los padres dejan lo que están haciendo, se olvidan de la comida
el fuego, y vuelven otra vez con ellos para seguir pasando un rato juntos. En
marketing se dice que, aunque sea mal, pero que hablen de ti. Pues con esto
sería algo muy parecido: "aunque sea para echarte la bronca pero que vengan los papis"
Lo que pasa es que, sin darnos cuenta, castigamos la "buena conducta" con nuestra ausencia, y
premiamos otras conductas más molestas o más incómoda para nosotros
con nuestra presencia, acompañada por "divertidas broncas" para nuestros hijos.
Esos momentos tan entrañables en los que movemos mucho las manos, nos ponemos
rojos, levantamos la voz... y a veces los pequeños ¡hasta se ríen! ¿O no os ha pasado?
Entonces, ¿qué podemos hacer? Está claro, cómo decíamos, que tenemos
que hacer cosas en casa y que no podemos estar todo el tiempo encima de los
críos. ¿Qué podemos hacer? Lo primero, no nos escapemos: "cariño voy un rato la
cocina y ahora vuelvo" Eso es mucho mejor estrategia que
escapar como un ninja. También lo que podemos hacer es intentar compartir un mismo
espacio trasladando a la zona done tenemos que hacer algo el juego del
pequeño, o al revés, aprovechar donde está él crío o la cría para poder
hacer ahí las cosas y, al menos, nos ven y a veces sólo con eso ya se quedan más
tranquilos; no nos tienen otra habitación y no nos tienen que
llamar ni llamar de esa manera la atención.
Otro recurso importante es saber priorizar: por ejemplo, los días que
estamos solos y sin ayuda, quizá es el día para cenar algo menos
elaborado que no implique 45 minutos en la cocina, con el niño protestando y llorando.
Otra opción más sencilla todavía es dejar
la comida preparada antes, para que cuando estemos con el niño solamente
sea calentarla, o directamente esperar a que lleguen los refuerzos para poder
hacer esas cosas. Pero, sobre todo, algo que es más fácil de decir que de hacer,
es que hay que prestar más atención a la conducta
positiva y no tanto a la negativa. Hay que reconocer y hay que elogiar (sin
exagerar)la conducta que queremos que se repita.
Por ejemplo, cuando esté jugando tranquilo, y cuando esté a gusto, hay que
reconocérselo, y si quiere incluso podemos participar con él de de ese juego.
Y algunos se preguntarán: "vale, ¿entonces le ignoramos cuando se comporte mal?"
La solución no es ni tan radical ni tan
simple como pasar olímpicamente del niño cuando la lía, y mucho menos
pasar de él cuando está pasándolo mal. Un niño que se comporta mal es porque
no ha encontrado la forma adecuada de obtener el cariño, la compañía, o
simplemente la atención que requiere: "si la mejor forma atraer a mis padres
es liándola, pues ya sé lo que tengo que hacer"
La idea es atenderle más cuando se comporta "bien" y menos cuando hace cosas que no nos gustan
Pero la cosa es que muchas veces hacemos justo lo contrario. Entonces, si atendemos más a las
conductas positivas, todos estaremos un poco más a gusto y con menos
necesidad de liarla para ser atendidos.
Y hasta aquí otra Píldora de
Psicología, espero que os haya gustado. Si es así, no os olvidéis de
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viene, ¡más píldoras! ¡Un saludooooo"