La sonrisa de Verónica
Hola, chicos, ¿qué tal?
Bienvenidos a un nuevo episodio de nuestro podcast para aprender español, bienvenidos a Español Con Juan.
Hoy será, seguramente, el último episodio de nuestro podcast por este año. Durante las fiestas de Navidad haremos una pequeña pausa para recuperar fuerzas, ponernos las pilas, y comenzar el próximo año con nuevas ilusiones, con nuevos proyectos y con más energía para seguir disfrutando del español.
Este año, como supongo que ya os habréis dado cuenta, ha habido semanas en las que no he podido hacer nuestro podcast. Sin ir más lejos, la semana pasada no tuve tiempo de grabar un nuevo episodio.
Lo que pasa es que, como sabéis este año he estado muy liado preparando nuevos cursos de Repaso: Repaso 2, Repaso 3 y Repaso 4 y eso me ha ocupado una gran parte del tiempo.
Y, si os digo la verdad, estoy muy satisfecho de esos cursos de Repaso. Creo que el esfuerzo y el tiempo que les he dedicado ha valido la pena.
Pero, claro, eso ha significado que he tenido menos tiempo para dedicárselo a nuestro podcast. Ese es el motivo por el que a veces algunas semanas no he publicado ningún episodio nuevo.
Además, la semana pasada estuve viajando, ahora estoy en Italia… Y viajar en la época del Coronavirus es bastante complicado, como ya os podéis imaginar. Hay que hacer tests, rellenar un montón de formularios y, en fin, preparar un montón de cosas que antes no eran necesarias.
Luego, ya en Italia, me he puesto enfermo y he tenido que quedarme en casa sin hacer nada.
En fin, no os quiero aburrir con todos estos detalles, pero quería solo aclarar un poco las razones por las que a veces no he publicado ningún episodio nuevo de nuestro podcast.
Y es algo que, de verdad, lamento. Porque yo a este podcast le tengo mucho cariño. Veréis, yo me divierto mucho haciendo vídeos en YouTube. La mayoría de la gente que me conoce, me conoce a través de YouTube. O sea, para mí YouTube es fundamental.
Con YouTube puedo llegar a muchísima gente en todo el mundo, a mucha más gente que con el podcast. YouTube tiene una fuerza tremenda.
Pero me he dado cuenta de que el podcast puede ser más personal, más íntimo, que los vídeos. El vídeo tiene el poder de la imagen, que para aprender idiomas es muy importante. Se entiende mucho mejor si al mismo tiempo que yo hablo tú ves la expresión de mi cara, los gestos de mis manos, el movimiento de mi cuerpo…
Pero el podcast tiene el poder de la voz y el poder de la imaginación.
Cuando yo hablo, tú no me ves y eso me permite decir cosas que quizás no diría si estuviera en un vídeo.
Cuando yo hablo en el podcast, no hay imágenes. Tú tienes que usar tu imaginación para entender lo que yo digo.
Y por eso creo que el podcast permite una conexión más íntima, más cercana y más personal con la gente.
Un ejemplo de esto es, por ejemplo, el éxito que han tenido los episodios que he hecho este año hablando de algo tan personal como mis recuerdos de infancia y mostrando cómo viví yo algunos momentos históricos recientes de la historia de España.
Entiendo bien por qué han gustado esos episodios. Hay muchos documentales y libros que explican los hechos históricos, las fechas, los grandes nombres de la historia (los nombres de los reyes, de los políticos)... Pero también es muy interesante escuchar el punto de vista de alguien que vivió esos momentos, la experiencia, como es mi caso, vista a través de los ojos de un niño.
Es esa cercanía, esa intimidad, lo que más me gusta del podcast. No creo que fuera capaz de contar en un vídeo de YouTube las mismas cosas que cuento aquí.
Y por eso siento no haber publicado episodios del podcast de forma más regular este año. Espero que el año que viene pueda volver a mantener un ritmo semanal y publicar un episodio cada semana. ¡Ojalá, ojalá pueda!
También he disfrutado mucho haciendo episodios sobre lo que yo llamo la MEMORIA COLECTIVA de los españoles.
Hablar español no consiste solo en conocer palabras y las reglas gramaticales del idioma. Cuando se estudia una lengua creo que es muy… fundamental conocer cómo es la gente que habla esa lengua, ¿no? Todas las personas de un país, de cualquier país, tienen una historia en común, han compartido una serie de experiencias similares que los distinguen, que los hacen diferentes de las personas de otros países. Por eso en muchos episodios hablo también de experiencias, de recuerdos, que todos los españoles tenemos en común: una canción que todos hemos cantado en verano y que sabemos de memoria, unas imágenes de la televisión que nos han emocionado a todos, los anuncios de la tele en Navidad que nos hacen llorar cada vez que los vemos…
Al fin y al cabo, para eso se aprende un idioma, ¿no? Un idioma se aprende para conectar con las personas que lo hablan, para entender cómo son, cómo sienten las personas que hablan ese idioma. Si no, aprender un idioma se convierte simplemente en algo mecánico, en un juego, como hacer un crucigrama o resolver un jeroglífico… Está bien, puede ser entretenido, pero, sinceramente, llena mucho más, da mucha más satisfacción si uno se interesa por la gente, por las personas, no solo por la mecánica de la lengua, no solo por aprender palabras y analizar la gramática.
No sé qué pensáis vosotros, pero yo creo que conocer cómo son las personas que hablan la lengua, es más importante que aprender las palabras o entender las reglas gramaticales de la lengua.
No sé si estáis de acuerdo conmigo, espero que sí. Y espero tener tiempo el próximo año para seguir haciéndolo.
Este episodio, que, como digo, probablemente será el último episodio de este año, quería que fuese un episodio alegre, divertido. Quería despedir el año 2021 con una sonrisa.
Quería quizás contaros alguna historia divertida para que nos olvidáramos un poco de la pandemia, de los confinamientos, de las mascarillas, de las vacunas y de todo ese rollo del Coronavirus.
Y me puse a pensar en alguna historia así un poco loca, como me gustan a mí, ¿no?
Pero hace unos días en España ha pasado algo que nos ha dejado a todos, a todos los españoles quiero decir, que nos ha dejado fatal, muy mal. Estamos todos conmocionados, como si nos hubieran dado un golpe muy fuerte en la cabeza, como si nos hubieran dado un mazazo.
Es que resulta que hace unos días nos enteramos de que Verónica Forqué había sido encontrada muerta en su casa. No sé si sabéis quién era Verónica Forqué. Quizás no os suene su nombre, pero si veis una foto suya, sobre todo una foto suya de joven, seguramente sabréis quién era.
Verónica Forqué era una de las mejores actrices de España. Estoy seguro de que la habéis visto en muchas películas porque ha trabajado con muchos directores famosos. A nivel internacional, quizás sus películas más conocidas sean Matador, ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Y Kika. Las tres de Pedro Almodóvar.
Veronica Forqué, aparte de ser una gran actriz, era una mujer muy querida por la gente. Ella tenía una voz muy particular, un poco infantil, pero al mismo tiempo podía ser dura, sexi, mala, malísima y sobre todo era divertida, muy divertida. La gente en España la recuerda especialmente por su dulzura y por su sonrisa. Era la mujer de la sonrisa permanente. Siempre sonreía, incluso cuando contaba las cosas que más le dolían. Siempre lo hacía con una sonrisa.
Y quizás por eso su muerte ha dolido tanto. Su muerte por suicidio. Cuando los periódicos dijeron que “había sido encontrada muerta en su casa” todo el mundo enseguida supo que se trataba de un suicidio.
Yo, como llevo tantos años fuera de España, pues ya hacía tiempo que no sabía nada de Verónica Forqué, como no sé nada de otros muchos actores, cantantes o gente famosa de España. Pero la recordaba también así, como una chica dulce, sonriente, siempre alegre, con pinta de chica inocente…
O sea, que era la última persona que uno pudiera imaginar que quisiera acabar con su vida.
Entonces, me puse a ver las noticias que llegaban de España, miré algunos vídeos… Quería saber qué había pasado.
Recuerdo que en un programa hicieron una entrevista a un psicólogo especializado en el sucidio y una de las periodistas le preguntó, pero, ¿cómo es posible que una persona que parecía tan alegre, tan vital, tan fuerte, con tanta energía, haya sido capaz de hacer algo así? Y el psicólogo, claro, le contestó que nunca podemos saber lo que le pasa realmente a una persona por dentro, que una cosa es la imagen que proyecta en las películas o en una entrevista y otra muy diferente lo que siente dentro.
En suma, que cuando vemos a un actor de cine o a un cantante, por ejemplo, a cualquier persona famosa, nos hacemos una idea de cómo es esa persona; creemos saber cómo es, qué siente, cómo es su personalidad, pero en realidad no sabemos nada de esa persona. Solo vemos su imagen, lo que él o ella quiere que veamos, pero no sabemos realmente quién es.
Cuando el psicólogo de este programa de la tele dijo esto, yo lo entendí muy bien. De hecho, es algo que me pasa a mí, en mucha menor medida, por supuesto, pero yo lo veo. Ahora que soy un poquito, un poquito famoso, gracias a los vídeos de YouTube, me he dado cuenta de que la gente que ve mis vídeos tiene una idea de mí, de mi personalidad, que no tiene mucho que ver conmigo, que, vamos… Lo que quiero decir es que la impresión que mucha gente tiene de mí es muy diferente de cómo soy yo en realidad. Y si esto me pasa a mí que soy un modesto, modestisimo profesor de español en YouTube con solo doscientos mil suscriptores, imaginaos cómo se siente un actor famoso que hace películas que ven millones de personas en todo el mundo.
Nosotros pensamos que conocemos a esa persona porque la vemos en el cine, la vemos en la tele, escuchamos lo que dice en las entrevistas de la tele, en la radio… y nos imaginamos cómo es, nos cae bien o nos cae mal, nos hacemos una idea de quién es esa persona, pero la verdad es que no tenemos ni idea de quién es realmente.
En más de una ocasión me he llevado una gran decepción al leer que un cantante o un actor o un periodista al que yo admiraba, es una persona totalmente diferente del tipo de persona que yo pensaba. Alguien que es simpático y carismático en el cine, en la vida real puede ser alguien agresivo, egoísta, egocéntrico, malvado… Es así, es así…
No quiero mencionar nombres, pero en los últimos años, por ejemplo, ¿cuántos personajes famosos no han sido acusados de algún tiempo de conducta inapropiada? Gente que todo el mundo pensaba que eran personas maravillosas, buenas, generosas, eran, en realidad, egoístas, manipuladoras, agresivas…
En el caso de Verónica Forqué, parece que todos teníamos la idea de que era una persona muy dulce, alegre y vital, pero en su interior ocultaba un gran dolor, una gran pena que nadie supo ver.
Como decía, yo, desde que hago vídeos en YouTube, soy muy consciente de cómo puede ser falsa esta imagen que nos hacemos de una persona a partir de lo que vemos en las pelis o en la tele.
Es lo que me pasa a mí. A mí la gente me dice que yo soy una persona muy fuerte, con mucha energía, muy vital, alegre…
Pero, queridos amigos y queridas amigas, eso es totalmente falso. Esa es una imagen que yo comprendo que muchas personas que ven mis vídeos pueden tener de mí, pero es una imagen falsa.
Uno no puede conocer a otra persona viendo solo unos vídeos en YouTube. Ese no soy yo. Ese es un personaje. Ese Juan de Español Con Juan, no existe. Es una ilusión. El cine es una ilusión. La gente que hace vídeos o que hace películas es gente normal, con los mismos problemas y los mismos sentimientos de todo el mundo. No puedes creer que esa imagen que aparece en la pantalla es realmente la persona.
A ver si me explico. A mí me suelen decir que yo soy una persona con mucha energía, pero la verdad es que yo soy una de las personas más vagas y más perezosas que hay sobre la tierra. Quizás cuando ves un vídeo mío y me ves saltar, ir de un lugar a otro, mover mucho las manos, coger objetos, alzar la voz… todo en diez minutos, quizás mucha gente piense, “¡caramba, este tío tiene una energía increíble!” Pero tienes que recordar que yo tardo diez o doce horas, a veces más, a veces tardo varios días, en hacer un vídeo que dura quince minutos. ¿Entendés?
Yo preparo lo que voy a decir, controlo la luz, el sonido, el fondo del vídeo… Si algo no me sale bien, lo repito. Si me equivoco, vuelvo a grabar la escena. A veces repito la misma escena varias veces hasta que me sale bien. Puedo estar varias horas grabando un vídeo hasta que sale cómo yo quiero.
Pero luego tengo que pasar diez o doce horas montando el vídeo, es decir, cortando las pausas, los errores; quitando cosas que no son relevantes, las repeticiones, los silencios… y monto todas las escenas de una forma dinámica, para dar una impresión de energía, de fuerza, de velocidad… pero es solo una ilusión. Si piensas que yo soy las 24 horas del día tal y como me ves en el vídeo, te equivocas, te equivocas mucho.
Moriría de un ataque al corazón si fuera todo el día así. Si quisiera vivir las 24 horas del día con la energía con la que aparezco en mis vídeos, tendría que tomar cocaina o algo peor.
Eso sería imposible.
¿Te imaginas? Me levanto por la mañana, abro los ojos y digo ¡Estáis listos! ¡Estái listas!
¡Empezamos!
Y luego, qué, voy al cuarto de baño y digo, chicos, ahora me voy a dar una ducha… Una ducha de agua caliente… ¡Me encanta el agua caliente!
¡Y ahora a desayunar!
¡Espero que haya (subjuntivo) espero que haya leche en el frigorífico!
Y así todo el día.. Buf, sería agotador, ¿no?
Sería agotador ser el Juan de Español con Juan todo el día. ¿No?
No, vamos a ver, el cine, la televisión o los vídeos de YouTube son una ilusión. Está bien tener ilusiones porque las ilusiones nos hacen soñar, nos hacen escapar muchas veces de la realidad y eso está bien a veces… pero no perdamos de vista que es fundamentalmente algo falso. Y que la persona que hace el vídeo, el youtuber, el cantante o el actor no son realmente cómo nosotros pensamos que es.
Yo, como digo, soy una persona que tiene muy poca energía. Cuando le digo a mis amigos que la gente piensa que yo tengo mucha energía, mucha vitalidad, se echan a reír porque ellos, que me conocen, saben que no soy así, soy todo lo contrario. Me gusta mucho la tranquilidad, nunca quiero hacer nada, lo que más me gusta es eso: no hacer nada. Cuando me lo paso mejor es echado en el sofá, leyendo, viendo alguna peli o simplemente echando la siesta. Ese es mi estilo de vida ideal.
A mí me cuesta muchísimo ser el Juan de Español Con Juan, de verdad. Es muy cansado. Cada vez que hago un vídeo termino hecho polvo, de verdad. Es pesadísimo.
Entonces, eso, volviendo al tema de Verónica Forqué, que, como digo, se ha suicidado hace unos días en Madrid y todo el mundo se está preguntando, pero cómo es posible, una mujer tan vital, una mujer tan alegre, siempre sonriente, con ese aspecto de chica inocente… ¿Cómo es posible que haya hecho eso?
Pues porque, como decía el psicólogo de la tele, nosotros no podemos saber cómo son realmente las personas que vemos en la pantalla. Muchas veces no sabemos quiénes son y cómo se sienten realmente las personas que están a nuestro lado, mucho menos las personas famosas que solo conocemos a través de las películas o por verlas en la tele.
En fin, yo no quiero hacer este episodio, probablemente el último episodio de este año ni demasiado largo ni demasiado triste.
Pero antes de terminar si quería mencionar algo que me parece importante sobre la salud mental.
Estos dias he estado viendo algunos vídeos en YouTube sobre Verónica Forqué. He visto algunas entrevistas que le han hecho recientemente en los que habla de su vida, de cómo se sentía, y también he visto su intervención en un Reality Show de la televisión que se llama Master Chef Celebrity, en los que aparecía junto a otras personas populares en España.
Bueno, la verdad es que ver ahora esos programas, después de lo que ha pasado es muy duro. Pero lo que más me ha llamado la atención es que a mí me parece bastante claro que Veronica, o Vero, como a ella le gustaba que la llamasen, estaba bastante mal. Se notaba que no estaba bien, que tenía problemas.
Y por lo que parece, en lugar de ayudarla, en lugar de que alguien dijera, venga, vamos, no estás bien, necesitas ayuda, necesitas que alguien te abrace, necesitas que alguien te quiera, no sé… Hubiera sido importante que esta mujer hubiera recibido ayuda cuando aún era posible.
En los últimos programas en los que sale en la tele se ve que no estaba bien mentalmente, que necesita cariño y ayuda, pero… parece que nadie se dio cuenta o nadie se quiso dar cuenta de que estaba mal.
Yo no estoy culpando a nadie, cuidado. No estoy diciendo que nadie actuase con maldad, pero creo que muchas veces no nos damos cuenta de que alguien que tenemos cerca lo está pasando mal psicológicamente. Tendemos a pensar que es raro, que es una persona extraña, o decimos que “está loco” en el sentido de que es ridículo, que hace cosas estúpidas, que es tonto…
Creo que tendríamos que tomarnos más en serio el tema de la salud mental, de la depresión y de todos los problemas relacionados con la ansiedad.
Lo que el sucidio de Veronica Forqué nos enseña es que quizás alguna persona que tenemos cerca lo está pasando mal y no nos damos cuenta quizás de cuánto mal lo está pasando. Tenemos que estar un poco más alerta para detectar los problemas de salud mental que pueden darse entre las personas de nuestro entorno.
Es un tema tabú, lo sé, del que cuesta hablar. Muchas personas se avergüenzan de reconocer que sufren de depresión o de otro tipo de problemas mentales.
Pero por eso mismo, porque es un tema tabú, hay que hablar. Solo hablando se pueden resolver los problemas.
En el caso de Veronica Forqué, parece que en el Reality Show en el que participaba hacía muchas tonterías, muchas locuras. Gritaba, se enfadaba, lloraba, decía que estaba harta de todo, tenía ataques de nervios, hablaba de forma incoherente a veces… Y lo que me extraña es que nadie se diera cuenta de que lo que estaba haciendo era pedir ayuda a gritos. Estaba pidiendo ayuda y nadie lo supo ver.
Al contrario, mucha gente respondía a esos comportamientos con burlas o simplemente lo interpretaban como las locuras o como el comportamiento excéntrico y caprichoso de una vieja loca.
En realidad, Verónica Forqué tenía un problema de salud mental y necesitaba ayuda.
La lección que podemos aprender de todo esto es que hay que estar un poco más atentos a las personas de nuestro entorno. No podemos tomarnos a la ligera el sufrimiento y el dolor emocional que puede afectar a otras personas, a nuestros amigos, a nuestros familiares, a las personas que trabajan con nosotros…
Pienso que tendríamos que hablar más a menudo de salud mental, de cómo comportarse con una persona que sufre de depresión, de ansiedad o de cualquier problema que afecte sus estabilidad emocional.
Las personas que sufren estos problemas necesitan ayuda, necesitan que alguien les ayude. Necesitan saber que no están solos. Necesitan sentir que se les comprende.
De la depresión se sale. Yo lo sé porque yo mismo he sufrido de depresión y lo superé. No es fácil, lo sé. Fue el periodo más horrible de mi vida, pero lo superé. Al final del tunel, hay luz.
Pero, como digo, todavía hay mucho tabú sobre este tema. Parece que es una vergüenza reconocer que se sufre de depresión o de ansiedad. En realidad es un problema que afecta a muchísimas personas, lo que pasa es que se mantiene en silencio por miedo, por vergüenza, por miedo al que dirán…
Yo lo entiendo. Puedo entender que mucha gente no quiera hablar ni decir que sufren algún tipo de problemas de salud mental. La gente no sabe muy bien cómo reaccionar, no saben qué decir… Algunos incluso se burlan, insultan o le toman el pelo a la persona que tiene problemas de este tipo.
Todo esto lo he sufrido yo en mi propia carne y sé bien de lo que estoy hablando. Pero no debería ser así.
Tendríamos que ser más amables los unos con los otros. Más amables, más pacientes, más tolerantes…
Ahora que llega la Navidad quizás sea un buen momento para hacer una llamada a esa persona que quizás hace mucho que no ves y decirle que la echas de menos o para visitar a algún vecino que vive solo y preguntarle si necesita algo o tal vez para darle un abrazo a tu madre o a tu padre o a tu hermano o a tu hermana o a un amigo, no sé, y decirle que la quieres.
Chicos, un abrazo a todos, feliz navidad y seamos amables los unos con los otros.
¡Hasta pronto!