Los almendrones de Cuba (2)
Pero lo que sí está claro es que el gobierno de Cuba usa esas imágenes de los coches de época que circulan por las calles de La Habana Vieja para atraer turistas a la isla. Me parece normal. Cada país vende una imagen determinada para atraer a los turistas, ¿no? Sin ir más lejos, Inglaterra, donde yo vivo, ¿qué vende? Vende la imagen de la Reina y de los príncipes, ¿no? La imagen de la Familia Real.
De hecho, mucha gente piensa que una de las razones por las que se mantiene la monarquía en Inglaterra es el turismo. Cuando los turistas van a Inglaterra, por ejemplo, quieren ver el Palacio de Buckingham, el cambio de la guardia y todo eso…
Y el gobierno inglés da a los turistas lo que los turistas quieren, lo que los turistas buscan, aunque, claro, la realidad (subjuntivo), aunque la realidad SEA mucho más compleja, ¿no? En fin, eso da para otro tema. La imagen que dan las ciudades, los países, para atraer turistas y lo que de verdad es el país.
La imagen que se vende en el mundo de inglaterra, con su reina, las cabinas de teléfono rojas, los autobuses de dos plantas… Eso es lo que el turista busca y eso es lo que el gobierno vende. Aunque la realidad (subjuntivo), aunque la realidad SEA diferente, más compleja.
Y eso es también lo que pasa en Cuba. La gente, los turistas, vamos buscando ese paisaje de coches antiguos, de coches de época y eso es lo que nos dan… Nos dan lo que buscamos.
Lo que pasa es que detrás de cada uno de esos coches antiguos se esconde quizás algún drama. No todo es tan bonito como parece.
No todo el mundo sabe por qué en La Habana hay tantos coches norteamericanos de los años cincuenta.
Al parecer, por lo que he leído, antes de la Revolución Cubana de Fidel Castro, que tuvo lugar el año 1959, Cuba era el país de América Latina con más automóviles. Y, aún más sorprendente, el sexto país del mundo en el número de autos por habitante, detrás solo de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Venezuela y Alemania Occidental.
Por lo que he leído, en 1959, el año de la revolución, por las calles, por las carreteras y por las avenidas de Cuba circulaban cerca de 200.000 autos, la mayoría de los cuales eran norteamericanos.
Con la revolución comunista llegó el bloqueo de EEUU y la prohibición de importar coches nuevos.
Los cubanos tenían que apañarse con los coches que se habían quedado en la isla, los coches de las grandes marcas de los años 40 y 50.
No conozco en detalle cómo eran las reglas del país durante aquellos años, pero parece que, además, para la mayoría de los cubanos estaba prohibido comprar automóviles nuevos. Solo se podían comprar automóviles rusos, como los legendarios Lada y Moskvich, pero incluso para comprar uno de estos había que tener un permiso especial para comprarlos. No todo el mundo podía comprarlos. Había que explicar y justificar para qué se quería usar el coche.
Total, que para la inmensa mayoría de los cubanos, comprar un coche, un auto, era algo imposible.
La mayoría de los cubanos tenían que apañárselas con los autos norteamericanos que había en la isla antes de la Revolución.
Con el paso del tiempo, obviamente, estos coches se fueron haciendo viejos, se fueron estropeando y, como no había piezas de recambio (estaba prohibido importar las piezas de recambio para estos coches), pues los cubanos tuvieron que ingeniárselas para encontrar alternativas. Por ejemplo, si una pieza de un auto se rompía y no se encontraba una nueva, pues se le ponía una pieza vieja de otro coche, aunque fuera de otra marca o de otro modelo diferente. También surgieron talleres que fabricaban las piezas que no se podían encontrar.
A veces, incluso, se ponían piezas sacadas de un tractor, de una moto vieja, o, ¿por qué no? de una lavadora.
En fin, el ingenio para hacer que estas antiguallas rodantes sigan funcionando es algo que no falta a los cubanos.
Y ahí están, todavía rodando por las calles, las avenidas y las carreteras de Cuba, estos coches antiguos, relucientes, dando una nota de color y creando un paisaje único en el mundo que se ha convertido en algo típico y emblemático que atrae a muchos turistas a la isla.
La mayoría de estos almendrones, como se les llama popularmente en Cuba, se usan, como digo, como taxis o para hacer tours turísticos.
A mí los almendrones me recuerdan un poco a esos actores viejos que se hacen un montón de operaciones de cirugía estética para intentar frenar el envejecimiento y el paso del tiempo y al final resultan irreconocibles.
En los últimos años la ley ha cambiado y ya no está prohibido comprar un coche nuevo. Sin embargo, la importación de los automóviles está controlada por el Estado y los precios son tan altos, tan exageradamente altos, que en la práctica casi ningún cubano se puede permitir comprar un coche nuevo. Ni tampoco de segunda mano. Al parecer los precios de los autos usados son también muy altos.
De hecho, en Cuba se dice que comprar un carro nuevo ha pasado de ser algo prohibido a ser algo “prohibitivo”. Algo prohibitivo quiere decir que es muy caro; algo que es tan caro que uno no se lo puede permitir.
En fin, que comprar un coche en Cuba parece que sigue siendo un sueño inalcanzable para la mayoría de los cubanos.
Lo que quizás tampoco sepa el turista es que Cuba tiene un montón de problemas con el transporte. Es muy difícil moverse de un lugar a otro porque hay una gran escasez de autobuses o, como los llaman en la isla: ómnibus o guaguas.
Debido a las sanciones económicas y el bloqueo comercial de EEUU, en Cuba hay escasez de combustible y a menudo faltan piezas para reparar los ómnibus que se estropean.
Tampoco ayudan a resolver el problema del transporte las restricciones impuestas por la crisis sanitaria del Covid y ahora, para colmo, con la guerra en Ucrania tampoco llegan las piezas de repuesto que los cubanos necesitan para reparar sus autos y los ómnibus, pues la mayoría llegan a Cuba desde Rusia. Y como hay un embargo internacional que impide el comercio con Rusia, pues, entonces no llegan a la isla las piezas que necesitan los cubanos para reparar sus autos, los ómnibus y las guaguas.
Al parecer, por lo que he leído, hay escasez incluso de ambulancias.
Estos problemas de transporte, sin embargo, afectan fundamentalmente a los cubanos que tienen que moverse habitualmente para ir a trabajar, por ejemplo, o que se ponen enfermos y no hay una ambulancia para llevarlos al hospital urgentemente.
El turista, sin embargo, puede alquilar un coche para moverse por la isla. Al parecer, el gobierno de Cuba está promoviendo que haya coches de alquiler nuevos en la isla para los turistas. Creo que por 50 o 60 euros al día, es posible alquilar un auto nuevo para moverse con facilidad sin tener que depender del transporte público que, como digo, es bastante caótico.
Como es fácil imaginar, los cubanos tienen sentimientos encontrados respecto a esto.
Por un lado, es normal que el gobierno intente atraer el turismo internacional a la isla dando ciertas facilidades y haciendo que la estancia en Cuba sea lo más cómoda posible. Si viajar por la isla o moverse dentro de la capital resulta incómodo y lleva un montón de tiempo, mucha gente quizás desista de ir.
Por otro lado, si el ciudadano de Cuba, el cubano normal y corriente, tiene tantos problemas para comprar un coche o si no encuentran piezas de repuesto para reparar los coches viejos que se estropean… Si el transporte público es un caos y si hay escasez incluso de ambulancias… que vengan los turistas de fuera y que se muevan por la isla con coches nuevos alquilados que ellos no podrán permitirse jamás, pues, entonces, creo que debe de ser bastante frustrante, ¿no?
En fin, yo, por eso, tengo también sentimientos encontrados a la hora de hacer turismo en lugares donde sé que la gente lo está pasando mal.
Por un lado, me parece genial poder viajar, conocer otras culturas, otros modos de vida… Y seguramente, el turista que va a Cuba, por ejemplo, seguramente está ayudando al desarrollo económico de la isla porque los cubanos necesitan la entrada de capital. Eso está bien.
Lo que pasa es que a veces el contraste entre el nivel económico, el poder adquisitivo, del turista y el lugareño, en este caso los cubanos de a pie, el contraste digo, es tan grande que, en fin, me hace sentir un poco incómodo, ¿no?
Tú estás allí haciendo turismo, viajando en un coche alquilado por El Malecón, tomando mojitos, bañándote en la playa o en la piscina del hotel y ellos, allí, intentando sobrevivir como pueden…
En fin, no sé, es algo que me produce un poco de incomodidad.
No he estado nunca en Cuba, como digo, pero… Hace unos años fui a Buenos Aries, en Argentina, y tuve una experiencia un poco similar. Encontré gente que lo estaba pasando realmente mal, trabajando un montón y ganando muy poco dinero y, bueno, yo tenía la impresión un poco de estar haciendo algo mal.
No sé, yo creo que… no sé, bueno, supongo que es algo que experimenta mucha gente, no solo yo, cuando se viaja a países donde la gente lo está pasando mal económicamente e intenta sobrevivir día a día.
Es una sensación desagradable, como si estuviera comiéndome algo muy sabroso, un bocadillo de jamón serrano, una paella o una tortilla de patatas delante de alguien con mucha hambre, alguien que no se lo puede permitir y que está allí, mirándome, esperando quizás a coger lo que a mí me sobre o recoger algunas de las migajas que a mí se me caen de la boca.
Me siento un poco culpable. No me gusta que otros vivan de mis sobras o de mis migajas.
En fin, bueno, chicos, que nada, yo con esto no quiero decir que no haya que ir a Cuba. Sí, por supuesto que hay que ir.
Viajar es bueno, por supuesto, pero quizás hay que hacerlo más como viajero y menos como turista. Es decir, hay que ir un poco más allá de las fotos y las postales que nos venden con imágenes muy bonitas de playas con agua transparente, comida sabrosa, coches antiguos típicos, mojitos, música por las calles… Cuba es eso, sí, pero la realidad es mucho más compleja que eso. Viajar está muy bien, pero hay que hacerlo de forma que nos ayude a ver la realidad del país y sus gentes. No nos podemos conformar con las imágenes y los típicos tópicos, ¿no?
Esto lo digo de Cuba, pero habría que decirlo de todos los países, ¿no? No solo de Cuba. Creo que es importante viajar a un lugar con los ojos bien abiertos, con una actitud crítica e ir más allá de lo que dicen las guías oficiales…
¿Tengo razón o no tengo razón? ¿Vosotros qué pensáis?
¿Habéis estado en Cuba? ¿Cómo es? ¿Qué experiencia habéis tenido?
Dejad un comentario escrito con vuestra opinión, por favor. De hecho, tengo muchas ganas de ir a Cuba y me gustaría conocer vuestra experiencia o algún consejo sobre qué hacer o qué no hacer.
Chicos, basta por hoy, al final, como siempre, me he enrollado como una persiana de nuevo y este episodio al final es mucho más largo de lo que yo había previsto.
Lo dejamos aquí por hoy. Nos vemos… No, no nos vemos, nos escuchamos, nos escuchamos la próxima semana, en el próximo episodio, como siempre, aquí en Español con Juan.
¡Hasta muy pronto!