Parte (1)
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Apartamento en la Costa Brava Pepa Villa, taxista en Barcelona
Pepa Villa. Es una taxista que trabaja y vive en Barcelona. Loli. Es amiga y vecina de Pepa. Tiene una peluquería. Raúl. Es un buen amigo de Pepa. Ha estado en la cárcel y ha tenido muchos trabajos. Actualmente es vigilante en un párking del barrio de Gracia. Le gustan mucho los coches y las motos. Álvaro. Es un cliente de Pepa, atractivo y misterioso, que desencadena la aventura de esta novela. Mercè. Es la abuela de Nacho, un amigo de Raúl. Es diabética y tiene muy mala vista. Pepe. Es el abuelo de Nacho. Está muy sordo. Armando. Es el dueño del bar al que suelen ir Pepa, Raúl y Loli. Es argentino. Barcelona. Lunes, 28 de julio. 16.00 h. −¡A la playa! −dice Raúl. Raúl tiene treinta años, es moreno, alto y muy delgado. Tiene los ojos pequeños y negros y el cuerpo lleno de tatuajes y piercings. Es vigilante de un párking del barrio de Gracia1 . −¡A la playa! −Repite Loli−. ¡Vacaciones! Loli tiene veintiocho años, es bajita y un poco gordita. Tiene unos ojos bonitos, grandes y negros, y lleva el pelo teñido de rojo. Es peluquera. Trabaja y vive en el barrio de Gracia. −Vacaciones… −dice Pepa. Pepa tiene treinta y tres años, no es ni alta ni baja y es bastante delgada. Tiene el pelo castaño y los ojos verdes. Es taxista. También vive en Gracia. Los tres amigos, Pepa, Loli y Raúl, están tomando café en el bar de Armando, un argentino que lleva muchos años en Barcelona. A Raúl le gusta mucho Loli, pero ella no lo sabe. Loli piensa que a Raúl solo le gustan los coches, las motos, los porros2 y las cervezas. −Sí, Pepa. Vacaciones −dice Loli−. Ven con nosotros. Vamos a pasarlo muy bien. La Costa Brava3 : mar, sol, playa, barcos, discotecas… ¡Mucha marcha4 ! Y apartamento gratis. −¿Gratis? −pregunta Pepa. −El hermano de mi ex…−dice Raúl. −¿Tu ex? ¿Cuál de ellas? −pregunta Pepa. Raúl está soltero, pero ha tenido muchas, muchas novias. −La…5 −Raúl duda− Mari. ¿O la Silvi? Bueno, ¿qué más da?
Las ex son eso: ex. Pero Nacho, el hermano de… −se rasca la cabeza−. ¡Ah, sí! Ya me acuerdo: Nacho, el hermano de la Yoli. −¿La Mari, la Silvi o la Yoli? −preguntan Loli y Pepa. −Da igual… Nacho es un buen tío, tiene una moto, una Harley que… −Raúl no recuerda los nombres de sus ex novias, pero nunca olvida una buena moto. −Raúl…−dice Pepa−. No te enrolles6 . −¡Vale, vale! Pues, eso. Que Nacho tiene un apartamento en Empuriabrava, en una urbanización junto al mar, cerca de Figueras. Me ha dado las llaves y me ha dicho que puedo ir allí cuando quiera, porque él ahora vive en Londres. −Yo cierro la peluquería los primeros quince días de agosto −dice Loli. −Yo tengo vacaciones todo el mes −dice Raúl−. En la costa hay mucha marcha. Venga, tía7 . Ven con nosotros. −Pero es que no tengo un puto euro8 −dice Pepa−. Quiero terminar de pagar el coche y en agosto hay mucho trabajo. Barcelona está llena de guiris9 . −Che10 , ¿se van a la playa? −pregunta Armando, que tiene la costumbre de meterse en las conversaciones de sus clientes−. ¡Qué suerte! Yo no puedo cerrar el bar. La hipoteca, ya saben. Y, además, ustedes, los de acá, se van, pero llegan los de fuera. Los guiris, como ustedes les llaman. −Yo no me voy −contesta Pepa−. Yo también tengo que trabajar para pagar el crédito del taxi. ¡La crisis, amigo! ¡La puta crisis!11 −Pero, mujer, unos días… El fin de semana −insiste Loli. Loli quiere ir a la playa y no puede pagar un hotel ni un apartamento, pero no quiere estar a solas con Raúl. Raúl es un buen tipo, pero no es su tipo. Prefiere ir con los dos, con Raúl y con Pepa. −Bueno, no sé, no sé…−dice Pepa.
Barcelona. Jueves, 31 de julio. 12.00 h. El termómetro de la Puerta del Ángel, en el centro de Barcelona, marca 37ºC. Pepa conduce su taxi con la luz verde y escucha música. Cuatro hombres orientales le hacen señas. Pepa se acerca a la acera y para. Los hombres entran (tres se sientan atrás y uno a su lado). Cambia el cartel de «libre» por el de «ocupado» y baja el volumen de la radio. −Hola. Buenos días −saluda Pepa. −Buenos días −contestan los cuatro hombres a coro−. ¿Puede llevarnos a Figueras? −pregunta el que está a su lado. −¿Figueras? ¿En Girona? −pregunta Pepa. −Sí. Al Museo Dalí12 −dice uno de los hombres. −Sí, sí. Ningún problema −dice Pepa contenta. El viaje es de unas cuatro horas, dos de ida y otras dos de vuelta, y puede cobrar doscientos o doscientos cincuenta euros. ¡Es más o menos lo que gana trabajando dos días en Barcelona! −Aquí hay una bolsa −dice uno de los hombres y le enseña a Pepa una bolsa de tela verde que estaba en el asiento de atrás. Pepa la reconoce. Es de Raúl. Raúl es muy despistado y siempre olvida sus cosas. −¡Ah, sí! ¡Lo siento! ¿Puede dejarla en el suelo, por favor? Pepa sabe que sus clientes son japoneses, pero por educación les pregunta de dónde son. «De Osaka», le responden. Mientras salen de la ciudad, turistas y taxista mantienen la típica conversación sobre los temas típicos: la ciudad, el clima, la comida, el idioma (el catalán y el castellano)13 , los monumentos y el arte. Dalí y Gaudí. Gaudí y Dalí. Cultura de bolsillo para bolsillos llenos. Al llegar al peaje de Granollers, en la AP-714 , dirección norte, ya está todo dicho. Pepa pone un CD de Chambao y sube el volumen. Los japoneses, en silencio, miran el paisaje y descubren el flamenco-chillout. Barcelona. Jueves, 31 de julio. 14.15 h. A las dos y cuarto de la tarde Pepa deja a los japoneses en la puerta del Museo Dalí, en Figueras. Está cansada y tiene hambre. Aparca, entra en un bar y se toma un bocadillo de jamón, una cerveza y dos cafés con hielo. Cuando vuelve al taxi, ve a un hombre alto, con una bolsa en la espalda, que va hacia ella corriendo. −¡Espera! ¡Espera, por favor! −dice el hombre levantando una mano. Lleva el pelo rubio recogido en una coleta. Es alto, guapo y tiene ojos de serpiente. −¿Sí? −dice Lola. −¿Estás libre? −pregunta el hombre. −Bueno… Voy a Barcelona. −Ya, ya sé que eres de Barcelona. Por el taxi15 … −dice el tipo sonriendo−. ¿Puedes llevarme? −Sí, sí. Claro −Pepa piensa que va a cobrar dos veces por el mismo viaje. Está encantada−. Sube. El hombre tira la bolsa en el asiento de atrás y luego se sienta. El taxi se pone en marcha. −¿A qué lugar de Barcelona vamos? −pregunta Pepa. −Al Hotel Arts. −¿De vacaciones? −pregunta Pepa. El Hotel Arts es un hotel de superlujo. −Ajá −dice el hombre, y se pone a mirar el paisaje.
No quiere conversación. Pepa sabe cuando la gente tiene ganas de hablar y cuando no. «¡Lástima!», piensa, mirando por el espejo retrovisor, «porque parece un tío interesante». Pone la radio y conduce en silencio. A las seis de la tarde Pepa deja al pasajero en el Hotel Arts. Está cansada y conduce el taxi hacia Gracia. Entra en el garaje donde trabaja su amigo Raúl, pero no lo ve . Raúl no está. En su lugar hay un chico joven, con gafas, que ella no conoce. −¡Hola! ¿Y Raúl? −le pregunta Pepa−. ¿Dónde está? Raúl sale del baño con una revista de motos en las manos. −¡Hola, Pepa! Estaba… Bueno, ya sabes… Ese −señala al chico de las gafas− es mi sustituto. ¿Qué tal el día? −Bien. He ido a Figueras a llevar a unos japoneses al Museo Dalí… −He oído en la radio que han robado un cuadro del Museo Dalí −dice el chico con gafas, pero ni Pepa ni Raúl le escuchan. −…y a la vuelta he recogido a un tipo que venía a Barcelona −continúa Pepa−. ¿Has terminado ya de trabajar? ¿Nos vamos a tomar unas cañas16 ? −Sí. Un momento, que recojo unas cosas. Mañana nos vamos a la playa Loli y yo. No encuentro por ningún lado mi bolsa verde… −¡Tú bolsa verde! Está en el taxi −dice Pepa. Pepa abre el coche y le da la bolsa a Raúl−. ¡Toma! Eres un desastre. −Soy un hombre muy ocupado. Raúl mete en la bolsa la revista y unas llaves. Se despide del chico: «¡Nos vemos17 , pringao18 ! −¡Empiezan las vacaciones! ¡Vamos a celebrarlo! −Raúl le pasa el brazo por encima del hombro a Pepa y los dos salen a la calle. Книги на испанском от hispanoteca.ru