¿Los transgénicos son peligrosos? - CuriosaMente 71
Una de las tecnologías actuales más polémicas es la ingeniería genética. ¿Son peligrosos
los alimentos transgénicos? Sí, pero no por las razones que crees. Pero
primero ¿qué son los transgénicos? Los seres humanos hemos modificado plantas
desde tiempos inmemoriales. Seleccionando los frutos más deseables para cultivarlos
y también cruzándolos para crear híbridos, hemos logrado después de miles de años que
el maíz y los plátanos, entre muchos otros, tengan el tamaño y el sabor actuales. Aunque
se puede decir que se han “modificado genéticamente”, no son transgénicos.
Para hacer una planta transgénica, se toma de una especie una porción de ADN y, con
una pistola genética, se dispara en el núcleo celular de otra especie, que lo integra en
su propio ADN. Así, por ejemplo, puedes modificar una variedad de papaya para evitar que se
atacada por un virus. Además de la papaya, en el mundo se cultivan extensamente soya,
algodón, canola y maíz transgénicos Comer este ADN mutante no constituye un peligro
en sí mismo: nuestro sistema digestivo lo descompone igual que el de los otros alimentos,
aunque algunos científicos piensan que alterar así el ADN puede traer consecuencias inesperadas.
Por ejemplo, las llamadas “plantas Bt” contienen material genético de la bacteria
Bacillus thuringiensis, que produce la proteína Cry para matar a los insectos que intenten
comerla. Muchos biotecnólogos aseguran que este insecticida es inofensivo para los humanos,
y otros piensan que hay que estudiarlo mejor antes de tomar decisiones.
El problema grave no está en los alimentos mismos, pero sí muy cerca de ellos. Hablemos
de algo llamado glifosato. Se trata de una sustancia que sirve para matar a las malas
hierbas. La fabrica Monsanto bajo la marca “Roundup”. Es tan efectiva que mata a
TODAS las plantas que toca, incluyendo las que quieres cultivar. Pero no te preocupes,
en lugar de sembrar tu maíz de siempre, sólo tienes que sembrar un maíz genéticamente
modificado que es resistente al glifosato. Por mera coincidencia, esa semilla la desarrolla
y vende ¡también Monsanto! Esta práctica ha aumentado el uso de herbicidas
y se ha demostrado que este químico queda impregnado en la tierra, se esparce por el
agua y por el aire. Por lo tanto puede matar otras plantas más allá de las que debía
matar, además de insectos y posiblemente enfermar pájaros y otros animales. Por cierto,
olvídate de sembrar frijol o calabaza en tu parcela: el roundup los exterminaría.
El glifosato se queda en la piel de los trabajadores y también en los alimentos que consumimos.
Y hay maíz y soya en muchos más productos de los que crees: sardinas enlatadas, por
ejemplo. Los estudios oficiales (muchos de ellos patrocinados por Monsanto de manera
directa o indirecta) aseguran que el glifosato no es tóxico, pero hay casos que hacen sospechar.
Por ejemplo, en el pueblo San Salvador Entre Ríos, Argentina, donde el uso de glifosatos
es extensivo, las tasas de cáncer son altísimas, además los pobladores reportan problemas
neurológicos y malformaciones en recién nacidos.
Bueno pero, por lo menos han aumentado las cosechas y los transgénicos están ayudando
a resolver el hambre en el mundo ¿verdad? Pues sucede que no. Los datos indican que
en Estados Unidos, por ejemplo, no ha aumentado la cosecha de alimentos a partir de la introducción
de transgénicos comparado con Europa, donde no se utilizan. Y en cuanto a acabar con el
hambre, el problema no es de escasez de alimentos, sino que hay demasiada gente que no tiene
dinero para comprarlos. Mientras tanto sólo seis empresas controlan
el mercado global tanto de agroquímicos como de biotecnología y gastan millones de dólares
en cabildeo y publicidad para impedir que se les regule.
En nuestra opinión el problema más grave es social y económico. Los agricultores locales
han trabajado por generaciones para obtener las mejores y más diversas variedades de
su producto. Una empresa que imponga el cultivo de una variedad de la que ellos tienen la
patente está poniendo en riesgo la biodiversidad y posibilitando la contaminación genética
(incluso hay casos donde, si las semillas nativas se contaminan, se demanda a los campesinos
locales ¡por usar material patentado!). Y además la seguridad alimentaria de todo un
país se pondría en manos de una corporación. El problema no es la modificación genética
en sí misma, sino el modelo económico que privilegia las ganancias por encima del cuidado
a nuestro planeta o de la salud de la gente
¡Curiosamente!
El tema es más amplio
de lo que nos permite este video. Te invitamos a seguir indagando: puedes empezar por los
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