¿Cómo IRÁN puede CONVERTIRSE en una SÚPER POTENCIA? - VisualPolitik
La República Islámica de Irán, quizás uno de los países más desconocidos de Oriente
Medio y también el archienemigo de Occidente. Un gigante, con más de 80 millones de habitantes
y por superficie uno de los 20 mayores países del mundo, es tan grande como sorprendente.
Queridos amigos, amigas, es posible que cuando terminéis de ver este vídeo la imagen que
tenéis de Irán haya cambiado para siempre.
Porque aunque dominado por una esclerótica élite de clérigos y juristas anticuados,
radicales y fundamentalistas, lo cierto es que bajo esa primera capa de poder, la cual
no tiene el menor respeto por los derechos humanos, nos encontramos con un país completamente
diferente. Tanto a nivel social como económico.
Es más, me atrevería a decir que si no fuera por el rumbo marcado tras la revolución islámica
de 1979, hoy estaríamos ante toda una superpotencia, un país influyente, rico y desarrollado que
hubiera, casi con total seguridad, sido capaz de dejar muy atrás a su vecina Turquía.
Q Quizás incluso, ostentaría el puesto de mejor amigo de Occidente y, por tanto, de los Estados Unidos en toda la región. Y no, no estoy exagerando.
(En 1977, el último año, llamémosle, “normal”, antes de la revolución islámica, la economía
iraní era un 26% más grande que la turca, un 65% más grande que la surcoreana y multiplicaba
por 5,5 la de Vietnam.
Durante la década los 60 y 70 el país experimentó un gran auge económico: superó a la mismísima
Arabia Saudi como exportador de petroleo, atrajo numerosas inversiones y mucha inmigración,
incluso de Europa; se convirtió en la primera potencia industrial de Oriente Medio, su economía
se diversificó e incluso el gobierno puso en marcha el desarrollo de toda un red de
centrales nucleares para abastecer al país de energía.
Hoy, sin embargo, las tornas han cambiado y mucho. Aproximadamente 40 años después
de la Revolución Islámica, la economía surcoreana es 4 veces más grande y la turca
casi 2 veces más grande.
Incluso en términos per cápita la economía vietnamita está ya a la par de la Iraní.)
De hecho, tal y cómo podéis ver en este gráfico, la economía Iraní comenzó a venirse
abajo cuando se desencadenaron los disturbios que dieron lugar a la revolución islámica.
Y desde entonces el país no ha vuelto a despegar. Y sí, las cosas en tiempos del Sha no eran
espléndidas para todos, especialmente en términos de libertad de expresión, pero
desde luego lo que vino después fue mucho peor.
Pero ahora bien, ¿por qué fue así? ¿Qué pasó para que de repente la economía iraní
se frenara en seco?
Pues veréis, la revolución islámica vino acompañada de una profunda reforma económica
que se cargó buena parte de la iniciativa privada existente en el país.
Sí, a ver, en tiempos del Sha, quien fue por cierto, un pésimo gestor, el estado tenía
mucho peso y el modelo era muy corporativista, pero aún así había una incipiente y próspera
clase empresarial e industrial que estaba emergiendo.
Pero claro, la revolución tenía como objetivo, entre otras cosas, despojarse de todo lo que
oliera al anterior régimen, era evidente que había que hacer algo contundente.
(Ese algo resultó ser nacionalizaciones y expropiaciones masivas. Estas operaciones
fueron llevadas a cabo por el nuevo régimen de los ayatolás como forma de castigo a todo
aquel que hubiera hecho negocios con el Sha o sus círculos próximos, lo que resultó
en una huida masiva de capitales y de proyectos empresariales.
Simple y llanamente, el incipiente Irán emprendedor se vio forzado a marcharse del país y buscar
un futuro mejor en otro lugar. Y no, en cuarenta años de régimen islamista, Irán todavía
no ha conseguido crear una nueva clase empresarial y emprendedora.
Además también hay que tener en cuenta que desde el ascenso al poder de los ayatolás,
Irán soporta sanciones económicas de Estados Unidos, sanciones que se han incrementado
en los últimos tiempos debido a su programa nuclear.)
Por no hablar de la seguridad jurídica. A ver quien es el guapo que se atreve a invertir
donde no hay más seguridad que la opinión de los Ayatolas y la Guardia Revolucionaria.
No parece desde luego la mejor idea del mundo depender de esa especie de señores con cara
de enfadados anclados en la edad media.
Pues bien, todo esto como podéis imaginar, no solo limita mucho el acceso a los mercados
internacionales, sino que también hace que las inversiones extranjeras directas sean
muy escasas en relación al tamaño económico y demográfico del país, así como respecto
a los recursos naturales con los que cuenta Irán.
Por ejemplo, el resultado de las últimas sanciones ha sido una caída del PIB iraní
del 6% en 2018 y del 6,8 por ciento en 2019, obviando el 2020 porque evidentemente la pandemia
ha tenido por sí mismo efectos mucho más graves.
Es decir, visto de otra forma, entre 2018 y 2019 si tenemos en cuenta el crecimiento
económico mundial, las sanciones provocaron que la economía de Irán sufriera un gap
de más del 22% sobre la economía mundial. Esa es la distancia que Irán perdió, el
coste real de las sanciones.
Y no olvidemos que las sanciones son un motivo más que explican por qué Irán no ha despegado,
pero desde luego no son el motivo principal.
El país arrastra problemas derivados de malas políticas económicas y sociales. Políticas
que no le han permitido aprovechar su enorme potencial.
Y sí, he dicho potencial. Porque queridos amigos Irán tiene muchos de los cimientos
necesarios como para convertirse en un país próspero y avanzado. Y sí, esto es Visualpolitik,
y no, no hemos perdido la cabeza.
¿Queréis descubrir la otra cara de Irán de la que nunca se habla?
Pues… Atentos.
(UNA RAREZA EN ORIENTE MEDIO)
Irán es un país enclavado en pleno Oriente Medio y rodeado de países muy diferentes
a él.
Por un lado está Turquía, una potencia sunita incipiente que se está convirtiendo en todo
un líder regional, y por otro están países como Iraq, Afganistán o Pakistán, que no
son precisamente los sitios más estables y seguros del mundo.
Además Irán es la mayor potencia chiíta del mundo islámico, y esto es importante
puesto que las dos principales ramas del Islam, el sunismo y el chiismo, están enfrentadas
desde hace siglos y tal y como os podéis imaginar eso condiciona intensamente las relaciones
con muchos de sus vecinos.
Sin embargo, un momento, porque todo esto es a nivel de Estado. A nivel de la sociedad
hay otro Irán, un país tan distinto como desconocido en la mayor parte de Occidente.
(Aunque cueste creerlo de primeras, en la República Islámica de Irán, esa república
que impone castigos letales a mujeres infieles o a personas homosexuales, habita una sociedad
fundamentalmente laica y relativamente moderna. Nada que ver con países como Arabia Saudi.
Y no solo eso, también es una sociedad bastante bien educada, con acceso a una formación
relativamente buena y con unos niveles de alfabetización muy superiores a la media
del entorno: un 90% de los adultos saben leer y escribir, frente al 80% de la media regional.
Pero eso no es lo más llamativo. Lo más sorprendente es que en el terreno educativo,
el porcentaje de población con estudios universitarios es sorprendentemente alto para el estatus
económico que tiene el país. Cada año estudian en la universidad cerca de 4 millones y medio
de iraníes, casi el 8% de toda la población adulta. Un porcentaje equivalente al de los
países más desarrollados.)
Y seguro que muchos estáis pensando… ¿cómo es esto posible en una república islámica
donde supuestamente las mujeres están relegadas a un segundo plano?
Pues bien, esto en este caso, e insisto, en este caso concreto, no es más que un prejuicio.
Lo cierto es que, de entre las personas que acceden a la universidad, las mujeres y los
hombres iraníes están a la par. Incluso las mujeres ya ligeramente por delante.
El problema viene una vez quieren trabajar, ya que la tasa de empleabilidad de las mujeres
con estudios universitarios es muy inferior a la de los hombres por culpa de un enorme
conjunto de leyes y regulaciones discriminatorias.
Para que os hagáis una idea, el FMI estima que si las mujeres iraníes estuvieran económicamente
activas al mismo nivel que los hombres, el PIB del país se dispararía más de un 40%.
De la misma forma, Irán también es uno de los países con mayor tasa de desempleo de
alta cualificación.
Claro, de cajón, al haber tanta gente con estudios superiores y tantos problemas económicos
y falta de inversión, pues, no es tan sencillo encontrar un empleo. Esto es lo que explica
que entre el 20% y el 45% de los iraníes con estudios superiores, según utilicemos
estadísticas oficiales o estimaciones de mercado, no consigan encontrar un trabajo,
por lo que al final muchos de ellos terminan emigrando. Lo que supone otro importante coste
de oportunidad, unos 50.000 millones de dólares al año según el Banco Mundial.
Pero esperad un momento porque todavía podemos dar con más rarezas.
Por ejemplo, y ya metiéndonos en temas económicos, a pesar de ser uno de los países con más
reservas de petróleo y gas de todo el mundo, y ser también un gran productor, su economía,
a diferencia de lo que ocurre con sus vecinos del golfo pérsico, no es altamente dependiente
de las rentas del petróleo.
Es decir, la situación es diferente a la de Arabia Saudi o Kuwait, países donde en
cuanto baja el precio del crudo, hacen saltar todas las alarmas y se preparan para una nueva
crisis.
(En relación con la tendencia regional, la economía iraní está considerada como una
economía altamente diversificada.
Por ejemplo, el sector petrolero sólo supone el 18% del PIB del país, frente a los casos
de Emiratos Árabes Unidos, donde supone alrededor de un 30%, o de Arabia Saudí, en donde suma
el 42% de la economía.
Todo esto a pesar de que se calcula que Irán posee el 9% de las reservas petroleras y el
16% de las reservas de gas de todo el mundo.
Sin embargo, si miramos la estructura del PIB de Irán, es bastante más parecida a
la de un país desarrollado de lo que podamos pensar. De esta forma, el sector servicios
supone el 45% del PIB, y si añadimos los servicios financieros y profesionales esa
cifra sube al 51%.
Y la agricultura, por ejemplo, solo supone un 8% del PIB, que aunque es mucho más de
lo normal en un país desarrollado, sí que está a la altura de países en un avanzado
proceso de desarrollo.)
Luego, algo que seguramente muchos no sepáis es que Irán, además de petróleo y gas,
es un país muy, pero que muy rico en minerales y metales.
De hecho, el país tiene una de las mayores reservas mundiales de minerales como el feldespato,
la barita, el yeso, la fluorita o el hierro, así como minerales considerados estratégicos
como el cobre, el manganeso, el zinc, el cromo o el oro.
Y es que prestad mucha atención a este dato: se calcula que aproximadamente el 5% de todas
las reservas metálicas del mundo se encuentran precisamente en este país.
Claro que la inmensa mayoría de ellas están sin explotar, por falta de inversión y de
capacidad.
Pero llegados hasta aquí, queridos amigos, amigas, paremos las máquinas y recapitulemos:
Nos encontramos con un país tremendamente rico en recursos naturales, con una ubicación
privilegiada, una economía diversificada y una población joven, relativamente laica
para los cánones regionales y muy bien formada.
Es decir, tenemos casi todos los ingredientes básicos necesarios para que la República
de Irán fuese no solo un país desarrollado, sino un país próspero y rico.
Sin embargo, esa no es la realidad. Regido por una élite que se comporta de forma despótica
y que detesta todo lo que huela a Occidente, Irán se sitúa como el país número 100
del mundo por PIB per cápita. Es decir, que a pesar de todos sus recursos se sitúa a
la misma altura que países como Jamaica, Namibia o Guyana.
Pero, un momento, qué os parece si llegados hasta aquí nos olvidemos por un instante
que el país está dirigido por unos salvajes y pensemos en cómo sería un Irán con un
sistema político moderno. ¿Cómo podría ser ese país? ¿Por qué cada vez que algo
parece cambiar los inversores y las grandes multinacionales se entusiasman con este país?
Pues… ¡Veámoslo!
(UN POTENCIAL TAN GRANDE, COMO INFRAUTILIZADO)
Quizás donde mejor podemos visualizar los problemas que tiene Irán para aprovechar
su potencial es en el campo del gas natural.
Y es que fijaos, Irán tiene las segundas mayores reservas probadas de gas de todo el
mundo tan solo por detrás de Rusia y por delante de Qatar. Sin embargo, a pesar de
ello su cuota de mercado en las exportaciones mundiales de gas natural es de apenas el 1%.
Es decir, echemos por ejemplo un vistazo a su vecino Qatar, un país de apenas 300 mil
habitantes y cuya superficie Irán multiplica por 143. Pues bien, Qatar espera ingresar
en muy poco años gracias a las inversiones que está realizando cerca de 50.000 millones
de dólares anuales gracias a la venta de hidrocarburos, sobre todo gas natural. Esto
por sí mismo equivale a prácticamente todas las exportaciones anuales de Irán. Y hablamos
prácticamente solo de Gas.
Amigos, si Irán realizará una transición económica capaz de atraer inversión suficiente,
tan solo los ingresos anuales por la exportación de petróleo, gas y recursos minerales podrían
superar en unos pocos años los 250 mil millones de dólares anuales, por no hablar de la enorme
cantidad de capital e inversiones que inundaría el país.
En relativamente poco tiempo, quizás una década, Irán podría multiplicar sus exportaciones
anteriores a la última ronda de sanciones de Estados Unidos por más de 4.
Y eso, eso amigos, no es todo.
(Incluso en cuanto a la explotación de energías renovables este país está en unas condiciones
óptimas.
No solo por que el 75% del país se considera óptimo para la generación de electricidad
a partir de granjas solares sino porque Irán está también situado en un cinturón eólico
en el que la velocidad del viento a 40 metros de altura supera los 5 metros por segundo
de media en al menos una cuarta parte del país, lo que hace idóneo también la explotación
de la energía eólica.)
Es decir, en otras palabras, de cambiar el modelo político y económico, en pocos años
Irán podría estar disputando las primeras plazas entre el ranking de las mayores potencias
energéticas del planeta. Irán tendría un suministro abundante de energía fósil y
renovable muy barata. Y eso, eso supone una gran ventaja competitiva.
Pero, no se trata sólo de los recursos naturales.
Gracias también a que tiene una población bien formada y muy, muy joven - el 60% de
los iraníes tienen menos de 30 años -, el país podría disfrutar de un enorme dividendo
demográfico. Es decir, todas esas inversiones podrían llegar en el mejor momento posible,
cuando el país tiene una población joven, preparada y deseosa de emprender nuevas actividades
empresariales.
Y aún más, ¿os habéis fijado en la ubicación geográfica del país?
(Irán se encuentra literalmente en el punto de conexión entre los dos grandes globos
que representan el mercado asiático y el mercado europeo. Un punto geoestratégico
de inmenso valor tanto para el tránsito de pasajeros y mercancías como incluso para
la producción. No por otro motivo el país juega un papel clave en el proyecto de la
nueva ruta de la seda del gobierno chino.)
Amigos, amigas, cualquier país puede lograr crecer, eso está claro, pero lo curioso de
Irán es que tiene ya todos los ingredientes necesarios como para convertirse en todo un
caso de éxito. Bueno, todos salvo uno y quizás el más importante: el modelo político y
económico.
De caer de una vez por todas la dichosa revolución islámica y abrirse al mundo tal y como desean
la inmensa mayor parte de los iraníes, este país podría convertirse en toda una estrella
económica con la capacidad de multiplicar en relativamente pocos años por 3 y por 4
su economía.
Amigos, en pocos lugares del mundo el coste de un mal gobierno y un mal sistema es tan
grande como en Irán, un país que ya lo tiene todo para ser una estrella pero que sin embargo
está condenado al ostracismo, la decadencia y la falta de oportunidades.
La pregunta qué podemos hacernos es, ¿veremos en poco tiempo cambios de verdad en el país
heredero del antiguo imperio persa? ¿Viviremos una contrarrevolución capaz de poner a Irán
camino al estrellato económico? ¿Se puede hacer algo para acelerar ese cambio?
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Un saludo y hasta la próxima.