ECUADOR: ¿Cómo LENIN MORENO TRAICIONÓ al SOCIALISMO del siglo XXI? - VisualPolitik
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En ocasiones sucede que las personas más insospechadas terminan dando la campanada
y se convierten en los protagonistas sorpresa de la fiesta.
Queridos amigos, amigas, puede que esta frase sea una de las que mejor resuman el paso de
Lenin Moreno por la Presidencia del Ecuador.
Hablamos de un hombre que durante más de seis años fue vicepresidente del Ecuador
durante la presidencia del mismísimo Rafael Correa; de un político que llegó al Palacio
de Carondelet, la Casa Blanca ecuatoriana entre acusaciones de fraude para mantener
en pie al correísmo pero que al poco tiempo renegó completamente del legado de su predecesor.
Un legado que, dicho sea de paso, le ponía a Moreno la presidencia bastante pero que
bastante movidita.
Y es que, veréis, al terminar el gobierno de Correa, Ecuador se encontraba en una situación
delicada. Consumidos los más de 80.000 millones ingresados gracias al boom de los precios
del petróleo, la economía ecuatoriana entró en una enorme espiral de crisis, desequilibrios
presupuestarios y deuda pública.
(“Debemos casi 75 mil millones de dólares. [...] Nos toca pagar el 10% más capital de
esa cantidad, casi 11 mil millones de dólares (anuales) en servicio de la deuda”. Lenin
Moreno)
Claro que… Los desajustes macroeconómicos no son lo único que se encontró Lenín Moreno
cuando se hizo con la presidencia.
Pero…. Ahora su tiempo ha pasado. 4 años después de llegar al poder Ecuador se desliza
hacia una nueva era bajo una nueva presidencia, y la pregunta qué podemos hacernos es:
¿Qué Ecuador deja Lenin Moreno a su sucesor?
¿Os apetece saber cómo ha sido el paso de este presidente por el Palacio de Carondelet?
Pues… Arranquemos.
(LA RUPTURA)
La presidencia de Moreno empezó con algo claro en mente: Ecuador estaba muy mal económicamente
y hacía falta dinero.
Y para conseguirlo no quedaba otra, había que desligarse del bloque del socialismo del
siglo XXI latinoamericano y demostrar así que el nuevo gobierno no era como el de Correa,
ni como Venezuela, Bolivia o la Argentina kirchnerista.
(“No me interesa el poder. Me interesa el bienestar de todos. Me interesa el presente
y futuro de Ecuador. Me interesa el país en el que vivirán nuestros hijos y nietos.
El futuro de nuestros mayores”. Lenín Moreno, presidente de Ecuador)
Sin embargo, tras más de 10 años de gobierno de Rafael Correa, esa no iba a ser una tarea
precisamente fácil.
Por ejemplo, entre los principales escollos estaba la desconfianza de los inversores internacionales
hacia un país que en 2008 había anunciado el impago de la deuda, un impago que no se
produjo por un problema económico o financiero en aquel momento sino por una cuestión simple
y llanamente política e ideológica.
De la noche a la mañana los inversores internacionales se encontraron con noticias como esta:
(12 Dic 2008: Ecuador dice que impagará su deuda extranjera - The Wall Street Journal)
Y evidentemente si no pagas tus deudas no esperes que te vuelvan a prestar, y si lo
hacen, pues, te va a tocar pagar unos intereses elevadísimos.
Y eso, eso exactamente lo que ocurrió. De tal forma que cuando el precio del petróleo
comenzó a venirse abajo en 2014, la ecuatoriana siguió poco a poco el mismo camino.
De esta forma, Lenín Moreno se encontró un Ecuador repleto de problemas y dónde los
ingresos públicos simple y llanamente ya no bastaban para pagar las cuentas.
Así que en ese momento la decisión que tomó el nuevo presidente fue hacer, por así decirlo
borrón y cuenta nueva de tal manera que al poco de llegar al poder comenzó a romper
toda relación con su predecesor.
Una ruptura con su mentor que quiso escenificar por todo lo alto.
(Entre las primeras decisiones de Lenín Moreo estuvieron sacar a Ecuador de UNASUR, el bloque
económico de los países del Foro de Sao Paulo.
Sacarlo del ALBA, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, creada por
el mismísimo Hugo Chávez. Reconocer a Juan Guaidó como presidente legítimo
de Venezuela. Acabar con el asilo a Julian Assange en la
Embajada de Ecuador en Londres y re-establecer una buena relación bilateral con los Estados
Unidos. Un proceso que, por cierto, culminó con una inesperada reunión entre el presidente
ecuatoriano y Donald Trump en febrero de 2020.
También destituyó a su vicepresidente, Jorge Glas tan solo dos meses después de tomar
posesión del cargo. Glas fue también vicepresidente con Rafael Correa y fue acusado de recibir
13,5 millones de dólares en sobornos de la famosa constructora brasileña Odebrecht.
En otras palabras, tal y cómo podéis ver Lenin Moreno llevó a cabo una ruptura prácticamente
total con el legado correista.)
Y aunque lo cierto es que ninguna de esas primeras acciones consistieron realmente en
reformas económicas, sí que enviaron el mensaje de que él no era Correa. Algo que,
por ejemplo, quizás fuese de gran ayuda a la hora de que el país pudiera acceder de
nuevo a préstamos multimillonarios en condiciones razonables de organismos internacionales como
el FMI o el Banco Mundial.
(21 febrero 2019: Ecuador anuncia créditos internacionales por 10.000 millones de dólares
- Finanzas.com)
Por supuesto, tal y cómo os podéis imaginar el dinero tenía un fin concreto: respaldar
el conocido como el Plan de Prosperidad del gobierno ecuatoriano.
Un plan de reformas que suponía desmontar pieza a pieza buena parte del legado corregista,
incluidos muchos de los subsidios existentes, lo que cómo veremos marcaría la segunda
mitad de su presidenta.
Pero dicho esto y ahora qué sabemos cómo y porqué rompió con su predecesor en el
cargo, la pregunta que todos podemos hacernos, que seguro muchos os estáis haciendo en este
preciso momento es… ¿Es Ecuador hoy un país mejor que hace cuatro años?
Pues, bien, veámoslo.
(UN GOBIERNO, DOS ETAPAS)
La presidencia de Lenín Moreno en Ecuador se puede dividir en dos períodos bien definidos:
un primer periodo comprendido entre los años 2017-2019 y un segundo periodo entre 2019-2021.
El primero de estos dos periodos se caracterizó, tal como ya os hemos contado, por una ruptura
abrupta y total con el correísmo y por el intento de sacar adelante reformas económicas
destinadas a recuperar la confianza de los mercados.
De hecho, poco después de llegar al poder, en septiembre de 2017, Moreno anunció su
primer gran plan para el país: su programa económico para los próximos cuatro años.
(Este programa incluía entre otras cosas un aumento del 22 al 25% del Impuesto de la
Renta para las sociedades con alguna que otra exención para las pequeñas empresas; la
eliminación de la Ley de Plusvalía para intentar impulsar la construcción o el incremento
de aranceles sobre 375 bienes como medida proteccionista.
En el terreno de la austeridad se fijó el objetivo de reducir el déficit al 1% en 2020,
con medidas como la reducción del 10% en los salarios de funcionarios de alto rango
o la congelación en las nuevas contrataciones en el sector público, entre otras.)
En otras palabras, hablamos de un plan que bien podríamos encajar en el marco de unas
políticas de centro izquierda moderadas que entienden que endeudarse sin límite nunca
es una buena alternativa.
Asimismo, este primer periodo estuvo también marcado por la lucha contra la corrupción.
Lo que no nos engañemos, además de ser algo relativamente popular también es importante
a la hora de hacer negocios. Cuánto más limpio es un país y más lo parece mejor
que mejor. Nadie quiere dejar su dinero en manos de truhanes.
Pues bien, el caso es que para llevar a cabo esta batalla Moreno se valió de dos grandes
herramientas: por un lado, el referéndum constitucional y la consulta popular que se
celebraron en febrero de 2018, y una Ley Anticorrupción, aprobada en diciembre de 2020.
Con la primera, Moreno impulsó un cambio para que la propia Constitución del país
prohibiera la candidatura a cargos públicos de personas condenadas por delitos de corrupción.
Además en esta consulta también se aprobaron cosas como por ejemplo el límite de una reelección
para todas las autoridades electas o la derogación de la propia Ley de Plusvalía.
En segundo lugar, la Ley Anticorrupción de 2020 busca imponer nuevos controles sobre
la contratación pública y la corrupción del sector privado. Una ley, que aunque Moreno
lo niega, todo apunta a que fue una de las exigencias del FMI para prestarle a Ecuador
otros 2.000 millones.
Y bueno, al fin y al cabo, si quieres mi dinero digo yo que lo primero que tendré que hacer
es asegurarme de que lo pongo en buenas manos, ¿No os parece? De cajón.
Ahora bien, que luego todas estas medidas se vayan a traducir o no en resultados reales
es algo que solo el tiempo podrá juzgar. De entrada, el cambio constitucional le impidió
a Rafael Correa, condenado por corrupción, intentar regresar al poder. Al menos directamente.
Pero aquí no termina todo. Durante la presidencia de Moreno también se han dado pasos en otras
materias, cómo por ejemplo la libertad de prensa.
(Moreno, prometió durante su campaña electoral modificar la Ley Orgánica de Comunicación
de 2013. Una Ley del presidente Correa que determinaba que la comunicación era un servicio
público y le arrogaba al gobierno la autoridad para regular el contenido de los medios, e
investigar y sancionar a periodistas.
Y Lenín cumplió. La Asamblea Nacional aprobó en 2018 una modificación que entró el vigor
al año siguiente, y que entre otras cosas eliminó la conocida como Supercom, la Superintendencia
de Comunicaciones, el órgano sancionador de medios de comunicación que tanto gustaba
al gobierno de Rafael Correa.)
Pues bien, este primer periodo en el que es justo decir se produjeron muchos avances llegó
a su fin en el año 2019. Y la pregunta es, ¿Qué pasó en ese momento para que hablemos
de un cambio de periodo
Pues ponte el cinturón porque aquí, justo aquí es donde llegan las curvas.
Atentos.
(EL DECRETO, EL PUNTO DE INFLEXIÓN)
Bien, cómo habéis visto la presidencia de Lenín Moreno arrancó con todo el mundo pensando
que veríamos una reedición de las políticas de Correa y en cambio terminó siendo una
especie de transición inesperada.
[Ya sabéis una traición para algunos y un cambio insuficiente para otros.]
De esta forma la credibilidad en la palabra del presidente Moreno cayó del 67% en agosto
de 2017 hasta un mínimo del 10,4% en octubre de 2019, momento en el que Moreno anuncia
el tan famoso Decreto 883.
Un decreto que eliminaba las subvenciones a los combustibles y que marcó el inicio
de la caída en picado de su popularidad.
(El presidente ecuatoriano presentó esta medida como una de las herramientas para reducir
el déficit y poder así controlar el aumento de la deuda pública. Y es que el tema de
los subsidios a los combustibles en Ecuador no es un asunto menor.
Ecuador lleva subvencionando los combustibles desde mucho antes de Rafael Correa. De hecho,
desde hace mucho más tiempo. Más de 40 años, ni más ni menos que desde 1974.
Sin embargo, 11 días después del inicio de las violentas protestas que se produjeron
por el intento de eliminar el subsidio a los combustibles, Moreno decidió recular y derogar
el polémico decreto 883.)
Y es que claro, deshacerse de subsidios que llevan décadas en vigor por muy ineficientes
e inadecuados que sean resulta una tarea casi imposible, especialmente si pretendes hacerlo
sin enfadar a buena parte de la población. Para que os hagáis una idea eliminar estos
subsidios provocó que los precios del diesel se duplicaran y los de gasolina normal se
incrementaran en más de un 25%. Os podéis imaginar el enfado descomunal en buena parte
de los ecuatorianos. S
Sin embargo, amigos, a pesar de ello Ecuador seguía teniendo el precio de la gasolina
más barato de toda latinoamérica y no nos engañemos mantener esta subvención tiene
un precio muy elevado.
Los subsidios a los combustibles en Ecuador suponen un gasto de unos 3.500 millones de
dólares cada año, lo que supone algo más del 3% del PIB y más del 20% de los ingresos
por las exportaciones de petróleo.
Además para colmo este tipo de fórmulas incentivan un consumo mucho más alto de petróleo,
lo que eleva asimismo el coste de estas políticas públicas.
Es decir, eliminar estos subsidios era una de las medidas estrella para conseguir equilibrar
las cuentas públicas. Así que tal y cómo os podéis imaginar la derogación del decreto
883 destrozó por completo las previsiones de reducción de déficit con las que trabajaba
el gobierno.
Y para colmo el daño ya estaba hecho. A pesar de no conseguir su objetivo el coste político
fue ya inevitable. Para unos por aprobarlo y para otros por derogarlo, el caso es que
la popularidad de Moreno se hundió del 77% que tenía al inicio de su presidencia, a
menos del 10%. Y no, desde entonces no ha levantado cabeza.
Eso si, todo sea dicho, a pesar de todo el gobierno siguió avanzando por esa misma línea.
(24 sep, 2020 “El Gobierno libera importación de combustibles para el sector privado. Petroecuador
pierde el monopolio en la compra y venta de derivados para el sector industrial. El Comercio)
(La emergencia del coronavirus propicia la liberalización del precio de la gasolina
en Ecuador. El Gobierno aplicará desde julio un sistema de bandas de precios, con un techo
y con un suelo. [...] Si el combustible fluctúa por debajo, las gasolineras cobrarán ese
mínimo al consumidor y el monto excedente irá a las arcas públicas. Si la cotización
internacional sube más allá de un 5 % de un mes para otro, entonces se activarán los
subsidios estatales para que los ciudadanos no sientan el encarecimiento. El País)
Y sí, vale, no se puede decir que esto sea estrictamente una liberalización de precios
puesto que el gobierno sigue imponiendo un precio máximo, un precio mínimo y sigue
contemplando los subsidios.
Sin embargo, a pesar de todo supone un importe ahorro para las arcas públicas que algunas
fuentes han aproximado a los 1.000 millones de dólares.
El caso es que cómo veis, Moreno heredó una difícil situación económica. Terminada
la bonanza petrolera le tocó jugar con las peores cartas. Y para colmo llegó el coronavirus.
(Si el crecimiento económico en 2019, antes del coronavirus, ya fue de un irrisorio 0,1%,
el PIB ecuatoriano se contrajo un 9% en 2020 y los pronósticos apuntan a que no se volverá
a niveles de crecimiento sólidos hasta al menos el año 2024. Lo que ha tenido como
primera consecuencia el incremento de los niveles de pobreza hasta superar el nivel
del 30% de la población.
Además, la drástica caída en los ingresos petroleros, la principal fuente de divisas
para Ecuador, ha hecho que a pesar de todas las reformas el gobierno se haya visto forzado
a seguir escalando en la enorme montaña de deuda que ya arrastra la economía ecuatoriana.)
Queridos amigos, a pesar del giro de timón que intentó protagonizar Lenín Moreno lo
cierto es que la suerte no ha estado de su lado. Y ahora durante los próximos años
el siguiente gobierno se enfrenta a una sociedad muy polarizada, un país cada vez más dependiente
de los acreedores internacionales y una enorme falta de visibilidad económica.
¿Hacia dónde se dirige el Ecuador? En fin, sólo el tiempo lo dirá.
De momento turno para ti, ¿Cómo valoras los intentos reformistas de la etapa de Moreno?
¿Crees que fueron suficientes o que por contra se quedaron cortos? ¿Cómo crees que debió
enfrentarse a las protestas de finales del 2019?
¿Qué esperas del próximo gobierno?
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