El S-80: ¿el mayor FRACASO de la INDUSTRIA MILITAR de ESPAÑA? - VisualPolitik
Queridos amigos y amigas, durante siglos España fue una gran potencia internacional. Ahora
ya no queda otra que reconocer que esos tiempos pasaron para siempre. Sin embargo, hay un
ámbito en el que España sigue siendo toda una referencia a nivel mundial.
Y, no, no me refiero que hayamos sido uno de los referentes mundiales a la hora de saber
que no hacer para luchar contra la pandemia del coronavirus.
Me refiero a que, por raro que parezca, España es uno de los principales protagonistas en
el negocio de la industria naval militar.
Desde hace más de una década, su cuota de exportación en el mercado global es superior
al 10%, muy por encima por ejemplo del peso que España tiene en el PIB mundial, que no
llega ni al 2%.
El problema es que este prestigio en la industria naval militar estuvo hace unos años a punto
de saltar por los aires. Todas las alarmas se dispararon en 2013 cuando leímos noticias
como esta:
(España acaba de gastarse 680 millones de dólares en un submarino que no puede flotar.)
Sí, lo habéis escuchado bien, no hace falta rebobinar. Un submarino que no puede flotar.
Que si lo hubieran puesto en el agua se hubiera ido al fondo sin ser capaz de emerger.
Y lo peor es que este no era un proyecto cualquiera de la industria naval española. Es que los
submarinos de la clase S-80 de la empresa pública Navantia nacían con la aspiración
de ser uno de los submarinos más avanzados del mundo, tan solo un escalón por debajo
de los grandes submarinos nucleares.
Pero esperad un momento porque han pasado 7 años y desde entonces España ha tratado
de solucionar este desastre.
Y claro, os lo acabo de decir: Navantia es una empresa pública, algo que también sucede
en la industria naval de otros países del entorno europeo como Francia o Italia. Así
que la cuestión, como os podéis imaginar, es que los esfuerzos para sacar adelante este
proyecto también han significado que se ha multiplicado la inversión destinada al mismo.
Es decir, que no han parado de salir millones de las arcas públicas españolas hasta conseguir
que el submarino S-80 salga a flote.
Algo que parece que por fin ocurrirá en la próxima primavera. Así que ahora la pregunta
es: ¿Por qué la clase S-80 ha pasado por tantos problemas? ¿Qué tiene de especial
para que se hable de este submarino como uno de los más avanzados de todo el mundo? Y
tal vez la pregunta más importante de todas: ¿Merece la pena la inversión que ha realizado
España en este proyecto? Hoy en VisualPolitik vamos a responder a estas preguntas. Pero
antes, antes vamos a ver un poco de Historia.
(BELLE ÉPOQUE) El S-80 no es ni mucho menos el primer submarino
que se intenta construir en España. Y es que, amigos, hablamos de un país pionero
en el desarrollo de sumergibles.
Si bien el primer submarino propulsado de forma mecánica fue francés, justo un año
después, en 1864, el catalán Narcís Monturiol desarrolló el primer submarino que usaba
un motor de combustión anaeróbica: el Ictíneo II.
Pero sin duda el paso decisivo para que los sumergibles se convirtieran en armas de guerra
fue obra de otro inventor español: el teniente de navío Isaac Peral.
(Nacido en Cartagena, sede del principal arsenal militar de España para el mar Mediterráneo,
Isaac Peral desde muy joven se decidió a seguir la tradición familiar de servir en
la Armada.
Con los años logró tener una intensa carrera militar y ser destinado en los últimos vestigios
del Imperio español: Cuba y Filipinas. Pero, tras enfermar de cáncer, pasó a dedicarse
a la docencia en una Escuela de la Armada desde donde centró todos sus esfuerzos en
desarrollar su idea para construir un nuevo sumergible. En 1888 su invento se hacía realidad:
Isaac Peral logró el primer submarino de propulsión eléctrica que además incorporaba
un sistema para disparar torpedos bajo el mar. )
Sin embargo, el final del siglo XIX trajo una grave crisis para España con el Desastre
del 98 y la pérdida de las colonias. Así que el invento de Peral cayó rápidamente
en el olvido y ahí se terminó el liderazgo español en la carrera por dominar los fondos
marinos.
Y aunque el submarino de Isaac Peral fue construido en el Arsenal de La Carraca y navegó por
primera vez en la Bahía de Cádiz, desde 1918 el arsenal de Cartagena se convirtió
en el principal astillero y base naval de los sumergibles de España.
La empresa que ha gestionado el astillero de Cartagena durante estos más de 100 años
ha recibido distintas denominaciones como la Naval, Bazán e Izar para finalmente desembocar
en la actual Navantia.
A lo largo de los años esta empresa ha construido una treintena de submarinos con un denominador
común: el diseño del sumergible siempre era de origen extranjero. Se ha trabajado
con diseños estadounidenses, alemanes y especialmente franceses tras décadas de colaboración con
su empresa estatal, que actualmente recibe el nombre de Naval Group.
(En el astillero de Cartagena se han construido varios tipos de sumergibles de España: las
clases B, C y D, las clases Foca y Tiburón. Y ya con los franceses como socios tecnológicos
en la década de los 70 los submarinos de la clase Delfín y en los 80 los submarinos
de la clase Agosta; esta última conocida en la Armada española como clase Galerna
o clase S-70.)
Amigos, el final de los 80 y la década de los 90 fue una época dura para Cartagena.
Se produjo una reconversión industrial que se tradujo en despidos masivos, graves protestas
y falta de pedidos. Así que el astillero tuvo que cambiar de estrategia en lo que respecta
a los submarinos. Se formó entonces un consorcio con Francia para construir submarinos destinados
directamente a la exportación. Así es cómo nació la clase Scorpene, de la que se vendieron
dos sumergibles a Chile y otros dos a Malasia.
Estamos hablando de un submarino de diseño francés, a cargo de ingenieros de la actual
Naval Group, construidos en parte por esta empresa francesa y en parte por Navantia.
El caso es que aunque España llegó a plantearse la adquisición de varios submarinos Scorpene
había algo que no gustaba en el Ministerio de Defensa. Y es que Francia tenía mayor
peso, de un 65% frente al 35% español, en el consorcio encargado de ese submarino.
Así que el entonces Gobierno de José María Aznar decidió romper la baraja y lanzarse
a una empresa inaudita:
España construiría su primer submarino moderno con un diseño 100% español.
(En 2004 España celebraba elecciones generales el 14 de marzo. Pues bien, 9 días antes de
las elecciones, el Consejo de Ministros, que estaba en funciones, decidió encargar al
astillero de Cartagena el contrato de construcción de 4 buques submarinos de la clase S-80, lo
que suponía según el Gobierno trabajo en Cartagena para aproximadamente mil personas
durante 10 años. Una decisión que llevaba el sello de Federico Trillo, el ministro de
Defensa que había nacido precisamente en Cartagena.)
Desde entonces los problemas no han dejado de sucederse para el submarino S-80.
Previsto para entrar en servicio en 2012, es evidente que el retraso acumulado será
superior a toda una década. Así que ahora son muchos los expertos que se preguntan si
realmente fue una buena idea emprender semejante proyecto en solitario.
Por ejemplo, en febrero de 2020, el capitán de fragata Alfonso Carrasco Santos, que ha
sido uno de los principales responsables del control de la Armada en el proyecto de los
S-80 de Navantia, publicó un artículo en la Revista General de Marina en el que criticaba
que la Armada se decantara en 2004 por la empresa pública para hacer un submarino completamente
nuevo sin la ayuda de Francia como socio tecnológico:
(“Esta decisión en mi opinión fue arriesgada al apostar por un astillero con experiencia
más que probada en la construcción de buques de superficie, pero con poca en la complicada
tarea de fabricar artilugios tan complicados y sin el apoyo de un socio tecnológico. Creo
que (…) el astillero no fue lo suficientemente crítico con sus verdaderas posibilidades
como constructor en solitario -al desligarse de los franceses- y como único arquitecto
del proyecto. Alfonso Carrasco Santos, capitán de fragata.)
Parece entonces que los problemas que ha arrastrado el submarino S-80 tienen su inicio en una
decisión política. La de querer construir un submarino 100% español muy avanzado tecnológicamente
sin tener ni la capacidad, ni la preparación ni la experiencia necesarias para hacerlo.
No sabemos si para tomar esta decisión Federico Trillo se basó en motivos personales o políticos.
¿Quizás pesó el hecho de garantizar empleos y riqueza en su ciudad natal asegurando el
futuro del astillero? ¿O simplemente pretendía conseguir que el Partido Popular se anotara
un tanto en la región de cara a las elecciones.?
Desde luego Lo que no podía saber Trillo es que al final los ciudadanos votaron 3 días
después del terrible atentado del 11-M y decidieron poner fin al Gobierno del Partido
Popular.
Pero,amigos, ahora que sabemos dónde comenzó toda esta historia veamos cómo ha intentado
solucionar España los graves problemas del S-80.
(VOLVER A EMPEZAR) Ya os lo hemos dicho: el mayor problema que
ha tenido el submarino S-80 es que no podía flotar.
Y claro, os preguntaréis cómo demonios es posible que pase algo así. Pues bien, la
cosa es que uno de los ingenieros que trabajó en el diseño inicial del proyecto, ese diseño
100% español, pues resulta que cometió un fallo básico de cálculo al escribir mal
donde iba el decimal.
El resultado: pues que tonelada arriba, tonelada abajo, el submarino diseñado pesaba 100 toneladas
más de la cuenta. Así que al Ministerio de Defensa de España no le quedó otra que
recurrir al séptimo de caballería. Contactaron con el mayor fabricante mundial de submarinos,
Electric Boat, para auditar todo el proyecto. Pero claro, lo de trabajar gratis pues como
no se lleva mucho fuera de España:
(La Armada pagará 14 millones a la empresa de EEUU que asesorará a Navantia en el problema
del submarino con sobrepeso. Europapress)
El caso, es que finalmente Electric Boat puso sobre la mesa una solución para resolver
los problemas de diseño del submarino. Había que alargarlo en 10 metros, pasar de 71 a
80,8 metros para compensar el sobrepeso del diseño inicial.
Pero claro, los estudios no dejaban lugar a dudas: cada metro añadido al S-80 implicaba
elevar su coste en 9 millones de dólares. Osea que hablamos de 90 millones más por
cada submarino.
Pero cómo no había otra opción mejor se siguió el consejo de los estadounidenses.
Eso sí algún español quiso poner su granito de arena:
[Ah, vale, vale, que ahora el submarino mide casi 81 metros... Bueno, pues lo llamaremos
S-80 Plus]. Y exactamente así es como se les conoce ahora, la clase S-80 Plus.
Queridos amigos, seguramente en el Ministerio de Defensa debieron pensar que con la ayuda
de los americanos ya iban a desaparecer todos los problemas.
Pues resulta que no. Ya lo advierte la ley de Murphy: todo lo que puede salir mal, saldrá
mal. Y Murphy, como los de Electric Boat, también era un ingeniero estadounidense.
(Roban 70 baterías de submarino a la empresa pública Navantia tras dejarlas en una nave
sin vigilancia.)
Habéis oído bien: ¡sin vigilancia! Total, para qué poner un guarda de seguridad a trabajar
en festivos si estamos hablando de 70 baterías que todas juntas suman un valor cercano al
medio millón de euros. Va, calderilla.
No obstante, la suerte que tuvo Navantia es que claro, es difícil colocar por ahí baterías
de submarino, así que a los ladrones les pillaron rápidamente y al final recuperaron
unas 60. Por lo tanto, este robo quedó en una anécdota.
Lo que no es anecdótico es que la Armada contaba con tener estos submarinos en 2012
para sustituir a los de la clase S-70, los submarinos clase Galerna que tienen más de
30 años.
Y cómo alguien debió pensar: oye, que España no se puede quedar sin submarinos que por
aquí tenemos mucha costa. ¿Qué pensáis que hicieron? Pues como es lógico renovar
2 sumergibles veteranos. Al fin y al cabo no les quedaba otra.
Pero claro, la carena de un submarino es cualquier cosa menos barata.
(La carena de un submarino tiene un coste de unos 45 millones de euros. Implica desmontarlo
por completo, revisar cada pieza y volver a rearmarlo para garantizar que se cumplen
los requisitos de seguridad. Aunque estaba previsto que se acometiera la carena de 3
sumergibles de la clase S-70, Defensa decidió que hacerlo con 2 sería suficiente. Así
que la factura final se elevó hasta los 90 millones de euros. )
Y ahora estaréis pensando: 90 millones es mucho o es poco. Pues hombre, Hazard le ha
costado prácticamente lo mismo al Real Madrid y los submarinos al menos se mueven y cumplen
su cometido. Pero la cuestión verdaderamente importante es que si el S-80 Plus hubiera
respetado sus plazos de entrega, no hubiera hecho falta hacer ese desembolso. Al menos
ahora quedaba la tranquilidad de que todo el mundo había hecho ya bien los cálculos…
O quizás no, ¿estáis seguros?.
(El nuevo submarino de España, “demasiado grande para su muelle”)
Pues sí, en 2018 España volvió a dar de qué hablar en los círculos navales porque
nadie había reparado en que las fosas de atraque de la base naval de Cartagena medían
78 metros y que por tanto era imposible meter ahí el submarino S-80 Plus, que ahora iba
a medir 80,8 metros de eslora.
Pero tranquilos amigos de VisualPolitik porque la obra pública es una de las especialidades
de España. A grandes males, grandes remedios. 16 millones de euros para renovar la base
y asunto solucionado.
Pero, un momento, no todo lo que rodea al S-80 Plus es negativo. Este será un submarino
magnífico cuando funcione. La cuestión, claro, es cuándo lo hará.
Dicho esto, ¿Queréis conocer un poquito mejor la nueva joya de la corona de la armada
y la industria militar española? Pues… Atentos.
(MAR ADENTRO)
El submarino de la clase S-80 Plus presenta dos ventajas fundamentales sobre los submarinos
clásicos. La primera es su capacidad para pasar desapercibido gracias a tener una firma
magnética y acústica muy reducida. En este aspecto juega un papel fundamental
la propulsión. Tenéis que entender que un submarino convencional se propulsa mediante
energía eléctrica. Para ello los submarinos tienen motores diesel que producen electricidad.
Esta electricidad sirve para alimentar las baterías, que son las que luego, bajo el
agua, van a funcionar y accionar el motor eléctrico que propulsa el submarino. Pero
claro, el problema es que las baterías se agotan y que los motores diesel necesitan
intercambiar gases con la atmósfera.
Y claro, si hablamos de submarinos, eso significa que necesitan salir a la superficie cada pocos
días para renovar el aire y cargar las baterías. Esto limita mucho la autonomía submarina
del sumergible y los hace vulnerables al ser más fáciles de detectar.
Por lo tanto, las empresas de construcción naval buscan desarrollar un sistema de propulsión
anaeróbico, un sistema AIP (independiente del aire), para incorporarlo junto al motor
eléctrico tradicional.
Este sistema alarga el tiempo que un submarino convencional puede permanecer bajo el agua,
hasta las 3 semanas, dejando por tanto a los S-80 Plus a medio camino de los 2 meses que
pueden permanecer sin emerger los submarinos nucleares.
Para lograrlo Navantia ha contado con otra empresa española, Abengoa.
(Abengoa ha ideado una tecnología novedosa que consiste en procesar bioetanol en un reformador
para obtener hidrógeno. Luego este hidrógeno es utilizado por una pila de combustible para
producir electricidad cuando sea necesario sin salir a la superficie. Al mismo tiempo,
el desecho que se produce, dióxido de carbono, es expulsado al agua a través de un extractor
de residuos especial para minimizar las burbujas.)
Hasta aquí todo suena fenomenal. Pero hay un problema. Este sistema AIP de 300 kilovatios,
que cuesta unos 80 millones de euros por unidad, aún no va a estar disponible en los dos primeros
S-80 Plus con los que contará la Armada española. El motivo es que de momento solo ha funcionado
en prototipos a escala reducida. Así que la intención es que más adelante se integre
a esos dos submarinos en una parada técnica. Pero no será como pronto hasta 2026.
Otro detalle interesante de los S-80 Plus es que cuenta con tecnología tan avanzada
que le permitirá ser tripulado por tan solo 32 miembros, cuando habitualmente se necesita
casi el doble de tripulantes.
Esto es algo que permitirá, por ejemplo, transportar un comando de 8 miembros de las
fuerzas especiales que podrían desplegarse en actividades anfibias desde el propio submarino.
En cuanto al armamento, se ha apostado por utilizar un sistema de combate de la empresa
estadounidense Lockheed Martin. Además, el S-80 Plus dispone de lanzaderas de torpedo
alemanas y la posibilidad de utilizar misiles Tomahawk, lo que permitiría atacar sumergido
objetivos en tierra situados a cientos de kilómetros.
Estamos hablando de lo mejorcito del mercado internacional.
Y es que en España cuando nos ponemos serios, lo tenemos todo previsto. Bueno, casi todo.
Porque lo cierto es que la Armada lleva muchas Navidades pidiendo misiles Tomahawk a los
Reyes Magos del Ministerio de Defensa. Pero nada, que no hay manera. Mirad lo que dijo
hace meses el jefe del Estado Mayor de la Armada, el almirante Teodoro López Calderón.
Natural de Cartagena, por cierto.
(A día de hoy no está previsto. No está previsto adquirir el misil Tomahawk. Y lo
que pueda pasar en el futuro no lo sé pero en este momento no. Lo que sí es que el submarino
tendrá misiles con capacidad no solamente de ataque a superficie sino también de ataque
a tierra, evidente no como el Tomahawk, pero la idea es la adquisición del Harpoon block
2 que tiene capacidad de ataque a tierra.)
Poder usar misiles Tomahawk es la segunda gran ventaja que presentan los submarinos
S-80 Plus. Y de hecho, hace años que Estados Unidos autorizó su exportación a España.
Sin embargo, ya véis que todo apunta a que esa compra no se materializará, dejando así
al nuevo S-80 plus un poquito cojo. ¿Tiene sentido desarrollar un submarino tan
avanzado si luego lo vas a dejar cojo en cuanto a sus capacidades operativas? Esta pregunta,
queridos amigos, está en el aire. Pero, ojo que tiene una respuesta: al menos
puedes exportarlo. Claro que el problema es que con tantos problemas y el enorme retraso
que lleva acumulado ya se ha excluido de varios contratos internacionales.
(Navantia no construirá cuatro submarinos para Holanda porque el S-80 aún no es “un
producto probado”)
La salida internacional de los S-80 Plus promete ser el próximo quebradero de cabeza de España.
El retraso les echó del concurso de Países Bajos. Pero las malas noticias se acumulan.
Australia, posiblemente el mejor cliente a nivel internacional de Navantia, hace años
que se decidió por los Barracuda franceses, aunque hay que reconocer que estos son submarinos
nucleares.
Así que ahora todos los esfuerzos se centran en transferir la tecnología del S-80 Plus
a terceros países adaptándolo a las exigencias de cada cliente.
(Navantia presenta el submarino S80 Plus para el P-75I de la India en la Conferencia Underwater
Defense & Security 2020) Los rivales para hacerse con este contrato son duros: alemanes, franceses, rusos y surcoreanos.
¿Hay posibilidades reales de éxito para Navantia en la India? Pues hombre, para eso
habría que tomarse en serio este proyecto. Y es complicado hacerlo cuando repasamos lo
que sabemos: está previsto que el submarino se ponga a flote en 2021 y pase un año largo
de prueba antes de estar a disposición de la Armada en 2023, sumando entonces 11 años
de retraso.
Sabemos además que los primeros submarinos no tendrán ni el sistema de propulsión AIP
ni misiles Tomahawk, que son dos de sus grandes características.
Tampoco debemos olvidar que el presupuesto inicial de este programa de submarinos era
de alrededor de 2.000 millones de euros y actualmente ya se ha situado en los 3.900
millones de euros. Eso significa que cada uno de los 4 submarinos pedidos por la Armada
ha pasado de costar 440 millones de euros a 980 millones de euros.
A ese precio, que prácticamente dobla lo que suele costar un submarino de este tipo,
será complicado colocárselo a algún país. Pero antes de concluir hagamos una reflexión.
Porque hay algo positivo en la decisión que tomó en su día el ministro Trillo. Que es
que el tiempo ha demostrado que la fórmula exitosa del consorcio con Francia estaba agotada.
(El planteamiento de seguir siendo un mero constructor, un astillero más en el mundo,
estaba condenado al fracaso. Hoy día los países ya no quieren comprar los submarinos
fabricados en Europa. No. Lo que quieren es pagar por el diseño y por la transferencia
tecnológica para dar trabajo a su gente, tal y como luego le ha pasado a Francia con
la clase Scorpene para la India y para Brasil.)
También hay que reconocer que innovar es complicado. Los proyectos de este tipo, tan
complejos técnica y tecnológicamente, siempre SIEMPRE conllevan retrasos y sobrecostes.
Pero tampoco podemos perder de vista que estamos hablando del dinero del contribuyente. Así
que siempre podemos cuestionarnos, viendo el retraso del proyecto y su multimillonario
sobrecoste, que si España no sabía hacer submarinos, pues igual lo mejor es que no
se hubiera lanzado a semejante carrera, no al menos en solitario.
Porque, amigos, construir un submarino no era una misión sencilla y por mucho empleo
que genere, si el producto final es un fracaso, en el fondo esta inversión no dejará entonces
de ser una forma de subvencionar puestos de trabajo.
Pero ahora os toca pensar a vosotros. ¿Hasta qué punto creéis que España ha hecho bien
al aumentar su inversión en este proyecto? ¿Creéis que a partir de ahora el S-80 Plus
solo dará buenas noticias para España o seguirá dando problemas? Y lo que es más
importante: el primer submarino de los S-80 Plus se llamará Isaac Peral. Visto lo visto,
¿le pondríais otro nombre?
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