¿JAQUE MATE al PODER del PETRÓLEO? - VisualPolitik
A ver, si os pregunto por una energía limpia que puede llegar a marcar el futuro: ¿Cuál
sería vuestra primera opción? ¿Qué es lo primero que se os viene a la cabeza?
Salvo que hayáis visto ya el título de este vídeo, es posible que la mayoría hayais
pensado en molinos y placas solares. Sin embargo, en esta ocasión, aquí en VisualPolitik os
vamos a hablar de algo muy pero que muy diferente. De un tipo de energía que apenas ha entrado
en nuestras vidas pero que muchos analistas piensan que puede provocar toda una nueva
revolución:
Estoy hablando del hidrógeno.
Y sí, lo sé, lo sé, ¿No es acaso el hidrógeno el elemento más abundante en el universo?
Pues sí, la cuestión es que en la tierra no lo es tanto.
(Apenas el 0,000055 por ciento del aire atmosférico es hidrógeno, y la mayor parte del que hay
en nuestro planeta forma parte, integrado junto a otras moléculas, del agua y de otros
hidrocarburos.
Por ejemplo, cómo todos sabéis el agua es H2O, dos moléculas de hidrógeno por una
de oxígeno. De esta forma, para poder hablar estrictamente de hidrógeno y utilizarlo para
generar energía útil, tenemos que separar esas moléculas del oxígeno.)
O dicho de otra forma: para poder utilizarlo en nuestro planeta necesitamos “fabricar”
hidrógeno. Un proceso que se puede conseguir de varias formas. Lo veremos en un momento
pero ya os adelanto que una de las claves es precisamente que esa no va a ser la única
forma de conseguirlo.
Pero, no nos adelantemos. Queridos amigos y amigas, ¿Cómo podemos aprovechar el hidrógeno
para obtener energía? ¿Qué ventajas tiene? ¿Realmente tiene futuro?
Pues bien, en este vídeo vamos a responder a estas preguntas. Vamos a conocer un poquito
mejor un elemento que algunos científicos consideran que puede ser la solución a casi
todos los problemas y retos energéticos y climáticos a los que nos enfrentamos.
¿Quieres conocer con nosotros la que puede ser toda una nueva revolución? Pues… Arranquemos.
(¿EL COMBUSTIBLE DEFINITIVO?)
Puede que para la inmensa mayoría de nosotros este tema lo pillemos con cierta distancia,
pero lo cierto es que el hidrógeno se utiliza en la industria desde hace bastantes años.
De hecho, en la actualidad se producen alrededor de 70 millones de toneladas cada año, una
cifra que se ha triplicado desde 1975 y que en nuestros días está creciendo a toda velocidad.
Y muchos os preguntaréis… vale, ¿pero para qué usa exactamente la industria el
hidrógeno? Pues bien, la respuesta está sobre todo en la industria metalúrgica, en
refinerías o en la industria electrónica, además de para la fabricación de fertilizantes
y de amoniaco, entre otras cosas.
Esos son hoy por hoy sus principales usos pero, amigos, el hidrógeno tiene otro uso
que puede llegar a marcar la diferencia: la obtención de energía eléctrica.
Y aquí es donde tenemos que hablar, sobre todo, de la pila de combustible de hidrógeno,
conocidas también como pilas de hidrógeno.
(Estas pilas son algo parecido a una batería, pero en lugar de recargarse con electricidad
como ocurre con las de iones de litio -las que usan los coches eléctricos actuales-
se las recarga con un combustible, en este caso el hidrógeno.
Es decir, esta tecnología permite obtener energía eléctrica para lo que queramos y
además también nos permite almacenarla, cómo veremos después.
El caso es que de esta forma, las pilas de hidrógeno nos permitirían utilizar un coche
con cero emisiones y recargarlo en una hidrogenera para hacer otros 400 kilómetros en cuestión
de minutos. Simplemente tendríamos que repostar hidrógeno, normalmente en estado líquido,
como si se tratara de gasolina, diésel o GLP.)
Ahora bien, si antes os hemos contado que apenas hay hidrógeno puro disponible en la
Tierra y que hay que, entre comillas, fabricarlo, nos surgen unas cuantas preguntas:
¿Es caro de producir? ¿Puede llegar a generalizarse su uso? ¿Cómo de contaminante es ese proceso?
Pues bien, depende.
Veréis, podemos diferenciar tres “tipos” de hidrógeno en función de cómo se produzca:
el gris, el azul y el verde.
Y no, no es que haya hidrógenos de distintos colores, sino que simplemente hay varias materias
primas, varios métodos que podemos utilizar para hacernos con él.
Empecemos con el gris.
Seguro que los más avispados ya habéis caído en que normalmente el término “gris”
no evoca algo demasiado bueno ni demasiado limpio.
Y tenéis toda la razón, porque el hidrógeno gris es el que se produce, simple y llanamente,
quemando carbón.
¿Un momento? ¿Quemando carbón? ¿Pero no estábamos hablando de una energía limpia?
Pues sí, y paradójicamente esto es lo que se está haciendo hoy en día, aunque no tanto
con la idea de que ese hidrógeno se use para una movilidad sostenible, sino por ejemplo
para su uso industrial.
Hablamos de un método que resulta bastante barato. Su coste medio es de apenas 1 dólar
por kilo de hidrógenos. Ahora bien, ¿Cómo funciona exactamente este proceso? Pues..
Fijaos.
(Se puede conseguir hidrógeno a partir del carbón mediante un proceso que se llama gasificación
del carbón, que no os vamos a entrar en explicaros, pero que da como resultado gas de síntesis,
un compuesto que tiene hidrógeno, el cual luego se extrae de dicho gas.
Pues bien, la cuestión es que hay dos formas de librarse de los gases contaminantes de
este proceso: el método tradicional de liberarlo por una chimenea, contamine lo que contamine,
o inyectarlo y almacenarlo en un depósito subterráneo.
Qué es por ejemplo lo se está investigando en el valle de Latrobe, en Australia, que
es un país riquísimo en carbón. Evidentemente si hablamos de energía limpia este sería
el método por el que apostar.
Sin embargo, el problema principal de ese método sería el coste de almacenar todos
esos gases en depósitos bajo tierra y también sus posibles implicaciones y riesgos ambientales,
como, por ejemplo posibles fugas a los acuíferos o la posibilidad de que termine provocando
movimientos sísmicos, tal y como pasó en España con el Proyecto Castor.)
Luego, queridos amigos, está el hidrógeno azul. Y la pregunta es, ¿De dónde pensáis
que viene ese nombre?
Pues pensad en lo que sucede cuando quemas gas natural. Exacto, sale una llama azul.
Pues del gas natural es precisamente de dónde viene el hidrógeno azul.
Y está a día de hoy parece la alternativa más razonable, porque creedme cuando os digo
que hay tanto gas natural en el mundo que no se sabe ni qué hacer con él.
De hecho, en muchas ocasiones, los países productores de petróleo se ven forzados a
quemarlo en lugar de aprovecharlo cuando se encuentran con bolsas de gas natural mientras
tratan de extraer petróleo.
Y no penséis que os estoy hablando de alguna que otra república bananera.
La quema de gas natural es una práctica relativamente frecuente, incluso en lugares como Texas.
(Los productores de petróleo están calcinando miles de millones de dólares. Se están quemando
grandes cantidades de gas natural para dar paso a la producción de petróleo. A menos
que se cambien los incentivos, la práctica dañina se volverá aún más común en los
EE. UU. WSJ)
Según las estimaciones del Banco Mundial, en 2018, por ejemplo, se quemaron en todo
el mundo por no saber que hacer con él, 5,1 billones de pies cúbicos de gas natural,
el equivalente al consumo combinado de Francia, Alemania y Bélgica.
De locos.
Pues bien, el hidrógeno en este caso se conseguiría mediante lo que se conoce como “el reformado
con vapor del gas natural”, un proceso que tampoco os vamos a explicar porque ni somos
expertos en química ni es nuestra misión, pero que digamos aprovecha el metano del gas,
que tiene hidrógeno, para romper moléculas y hacernos así con los elementos que nos
interesan.
Hoy por hoy, esta forma de producir hidrógeno es la más utilizada en el mundo. Tanto es
así que el 6% de todo el gas natural que se consume en el planeta se destina a producir
hidrógeno.
Pero de nuevo y a pesar de que el gas es muchísimo más limpio que el carbón, el problema son
las emisiones contaminantes.
Actualmente ni más ni menos que el 95% del hidrógeno a nivel mundial se produce con
combustibles fósiles, y concretamente el 75% de produce con gas natural, lo que implica
que cada año se emiten 830 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera como
consecuencia de este proceso.
El equivalente a todas las emisiones anuales de una potencia industrial cómo Alemania.
Pero, un momento. Vamos a ver, Entonces, ¿No se supone que estábamos hablando de energías
limpias?
Vale, sí, el gas natural es mucho menos contaminante que el carbón pero si el hidrógeno depende
de él… No se, no parece una gran alternativa, al menos no mucho mejor que las que ya conocemos,
¿No?
Pues queridos amigos, justo aquí llegamos al quid de la cuestión. Si recordáis bien,
no había dos, sino tres tipos de hidrógeno. El tercero era el verde, el hidrógeno verde.
Y es exactamente ese hidrógeno verde el que muchos analistas, expertos y científicos
consideran que puede ser el principal ingrediente de una nueva revolución energética.
Atentos.
(¿REALIDAD O ILUSIÓN?)
Cuando escuchamos oir hablar de los revolucionarios coches de pila de hidrógeno desarrollados
por empresas como Hyundai, Honda o Toyota, seguro que se nos viene a la cabeza un nuevo
tipo de coche. Un coche que no contamina y que se puede repostar completamente en apenas
4 minutos.
De hecho, tanto Hyundai con su modelo Nexo, cómo Toyota con su Mirai, que son a día
de hoy, los dos coches de hidrógeno que se comercializan para el público general, lo
que venden es que son vehículos completamente limpios que lo único que expulsan por el
tubo de escape es agua.
Y técnicamente es cierto, los vehículos son limpios, pero la cuestión es que el hidrógeno
utilizado para moverlos no tiene por qué serlo.
De momento, la única opción para solucionar este pequeño inconveniente pasa por el conocido
como hidrógeno verde, que es el que se obtiene utilizando energías renovables.
(Con la electricidad producida por las energías renovables y mediante un proceso conocido
como electrólisis, se utilizaría esa electricidad limpia para romper la molécula del agua,
que cómo todos sabéis es H2O, y conseguir así el hidrógeno.
El problema es que de momento este proceso es carísimo, por la enorme cantidad de electricidad
que se necesita. De hecho, si para producir un kilo de hidrógeno con carbón se necesitaba
1 dólar, para producirlo con renovables se necesitan entre 3 y 7,5 dólares.
Una diferencia muy importante.)
Y sí, os lo hemos contado en VisualPolitik, el coste de las energías renovables cada
día es más reducido y la evolución tecnológica puede llegar a conseguir que el hidrógeno
verde sea competitivo, pero hoy por hoy no lo es.
Y es justo aquí donde surgen las mayores dudas. ¿Realmente puede ser el hidrógeno
el combustible del futuro?
Claro que para responder a esta pregunta quizás debamos hacernos antes otra pregunta, ¿Para
qué queremos exactamente este combustible? ¿Qué queremos hacer con él? ¿Para qué
nos puede servir?
Quizás el hidrógeno sea el futuro para unas cosas, y no para otras.
Por ejemplo, pensemos en un coche personal. Apostar por un vehículo de hidrógeno nos
costaría por lo menos unos 60.000 dólares, mientras que podemos encontrar coches eléctricos
similares por la mitad de precio.
Y de momento la única diferencia apreciable es el tiempo de recarga, que los además los
fabricantes de coches eléctricos han anunciado se van a reducir sustanciamente durante los
próximos años. Entonces, ¿tiene sentido el coche de hidrógeno?
Si, vale, es seguro que los precios se reducirán a medida que la tecnología vaya madurando,
qué es exactamente lo que está ocurriendo con los propios coches eléctricos.
Pero si tenemos en cuenta todas las inversiones que las compañías y los gobiernos están
anunciando en favor del coche típicamente eléctrico, entonces muchos analistas apuestan
a que difícilmente un coche de hidrógeno va a poder abrirse paso.
Pero, ahora bien, incluso descartando esta posibilidad, miremos un poco más allá y
pensemos por ejemplo en los autobuses, los camiones o incluso, ¿por qué no? en los
grandes barcos mercantes.
Vale, todavía no existe un solo modelo de autobús o camión eléctrico para largos
recorridos que sea viable y se esté comercializando.
Pero, ¿y si el futuro del hidrógeno como combustible en el transporte estuviera precisamente
aquí? Pensadlo un momento… ¿Qué clase de batería necesita un camión o un autobús
para tener una autonomía decente?
En principio sería una batería enorme, que probablemente quitaría un montón de espacio
de carga y además aumentaría mucho su peso.
Seguro que todos habéis visto algún autobús urbano eléctrico con una especie de joroba
enorme encima o un techo super grueso, donde está la batería.
Algo así parece poco viable para los largos trayectos interurbanos, y aquí precisamente
el hidrógeno podría tener un buen campo de batalla.
Y es que echad un vistazo a este gráfico.
De todos los gases de efecto invernadero emitidos, el transporte terrestre supone el 11,9%. Y
de ese total, el 27% lo emiten los camiones y los autobuses, a pesar de que solo suponen
en torno a un 19% del total de vehículos registrados en el mundo.
Pero… ¿y si se logra adaptar la tecnología del coche de pila de hidrógeno a un camión
o a un autobús? ¿Y si todos los camiones y autobuses fueran de hidrógeno y pudiésemos
así eliminar de golpe y porrazo más de una cuarta parte de toda la contaminación causada
por transporte terrestre?
No me digáis que no suena interesante.
Y exactamente podríamos decir lo mismo para los grandes barcos mercantes o incluso los
aviones comerciales, que son uno de los mayores focos de emisiones de CO2 de todo el mundo.
(Airbus mira al futuro con aviones de hidrógeno. La empresa dijo que sus aviones de pasajeros
alimentados con hidrógeno podrían estar en servicio en 2035. BBC)
Claro que de momento todavía son planes en fase muy experimental.
Y ya se trate de coches, camiones, autobuses o incluso buques o aviones, hay hándicaps
comunes que pueden hacer que un posible uso generalizado de esta energía todavía sea
cosa de muchos, muchísimos años.
Porque amigos, hablamos de un tipo de energía que tiene muchas ventajas, sí, pero también
hoy por hoy muchos retos.
Atentos.
(UNA ENERGÍA… ¿DEMASIADO VERDE?)
Sea o no la alternativa energética del futuro, el hidrógeno como combustible tiene todavía
un largo camino por delante.
Y el principal problema no está en el coste de los coches de pila de hidrógeno, ni siquiera
tampoco en la contaminación que se genera produciéndolo.
El problema clave es que todavía no existe una economía de escala para esta tecnología.
No hay suficiente demanda de hidrógeno como para que producirlo en masa con energías
renovables, por ejemplo, sea económicamente viable.
Y desde luego tampoco hay suficiente demanda de coches de hidrógeno como para que sus
precios bajen. Bueno, es que evidentemente ni siquiera hay suficiente demanda como para
que haya sitios a los que puedas ir y repostar tu coche de pila de hidrógeno.
Por poneros un ejemplo, en Corea del Sur, que es el país del mundo donde más adelantada
está esta tecnología y donde más coches de hidrógeno se venden, durante el 2019 apenas
se vendieron 5.083 unidades.
El problema con el hidrógeno está, no sólo en los entre 70.000 y 100.000 dólares que
cuesta un Hyundai Nexo, sino en que, como os decíamos, apenas existe infraestructura
para repostar.
Y eso a pesar de los esfuerzos del gobierno coreano por crear una red de hidrogeneras
más o menos amplia. (310 hidrogeneras en Corea para 2022 - Hydrogen
Council)
Un objetivo que el gobierno surcoreano ha ampliado a 450 hidrogeneras para 2025. A base,
eso sí, de poner sobre muchísimo dinero público.
Con esto el país pretende alcanzar para 2025 las 200.000 unidades de coches de hidrógeno
circulando por sus calles. ¿Se está acaso Corea adelantando a la nueva revolución?
Pues el tiempo dirá, lo que está claro es que no es nada fácil lanzar una nueva tecnología
desde cero y hacerla calar en los consumidores, cuando apenas hay infraestructura preparada
y además producir hidrógeno limpio sigue siendo, a día de hoy, una opción cara.
Claro que, si la tecnología sigue mejorando y el coste de la electricidad limpia reduciéndose,
entonces podríamos estar ante vehículos, barcos y aviones limpios. Y eso, eso amigos,
sería toda una revolución.
(“Los vehículos eléctricos han estado ciertamente por delante del hidrógeno en
términos de desarrollo y adopción pero creo que el hidrógeno está poniéndose al día
gracias a los avances en los tanques almacenamiento de hidrógeno gaseoso a alta presión y el
hidrógeno producido por energías renovables.” - John Andrews, profesor en la RMIT University
en Melbourne.)
Ah, ¡y casi se me olvidaba!
Hay otra opción de mercado para el hidrógeno además de su uso como combustible que es
de lo más interesante.
¿Nunca os habéis preguntado cómo de grande sería el salto que daríamos en términos
energéticos si fuéramos capaces de almacenar la energía producida, por ejemplo, por los
aerogeneradores eólicos o los paneles solares y seguir así teniendo suministro eléctrico
cuándo no haya sol o viento?
Pues atentos porque una de las opciones que se manejan es que, en un futuro próximo podría
ser viable almacenar la energía renovable convirtiéndola en hidrógeno.
Luego ese hidrógeno podría ser utilizado para la industria, producir calor, o para
mover los propios coches, camiones, barcos o aviones.
Es decir, sería algo así como guardar el excedente de electricidad creando hidrógeno
que sí se puede almacenar y transportar dónde haga falta.
Queridos amigos, desde VisualPolitik no podemos deciros si esta tecnología tiene recorrido,
si algún día veremos nuestras calles llenas de vehículos de hidrógeno o un montón de
fábricas usándolo como fuente de energía principal.
Sin embargo, lo que sí podemos deciros es que la evolución tecnológica avanza rapida
y por caminos muy esperanzadores.
Pero llegados hasta aquí, ¿tu qué piensas? ¿Crees que el hidrógeno se puede convertir
en la fuente de energía del futuro? ¿Crees que el coche de pila de hidrógeno tiene posibilidades
para sustituir, junto con los eléctricos, a los combustibles fósiles? ¿O es quizás
una tecnología que terminará usándose solo para sectores muy concretos?
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Un saludo, y hasta la próxima.