¿Por qué MÉXICO ya NO es una POTENCIA del PETRÓLEO? - VisualPolitik
México ha sufrido tanta corrupción política y durante tanto tiempo, que ha provocado que hoy un
líder como Andrés Manual López Obrador, antipremio VisualPolitik, sea un político muy popular a pesar
de todos los suspensos que ha cosechado en sus pocos años al frente del gobierno.
AMLO no es el clásico populista que grita e insulta, pero sí que tiene muy afinada
la que quizás es la cualidad más importante de todo buen político:
sabe ofrecer a los ciudadanos exactamente lo que más quieren en cada momento.
¿Qué los anteriores presidentes vivían a todo trapo? Pues, AMLO
lo tiene claro, por ejemplo, he aquí unas cuantas medidas: viajar en clase turista,
convertir la residencia presidencial de los Pinos en una especie de centro cultural y
prescindir el 787 presidencial. Con el cual por cierto parece que nadie sabe qué demonios hacer.
El caso es que decisiones de este estilo despiertan la simpatía popular.
Y no me malinterpretéis, muchas de estas cosas pueden estar bien, sobre todo si tenemos en
cuenta el lujoso tren de vida que caracteriza a los presidentes y altos políticos mexicanos.
Pero… El problema es cuando con estas cosas se pretende justificar toda la
acción del gobierno. Y es peor aún cuando se persigue que el apoyo popular cosechado sirva
para tapar que la economía vaya regular o que la gestión de la pandemia fuera mala.
El caso es que pese a los altísimos índices de criminalidad, la economía renqueante y la
pandemia, López Obrador mantiene un nivel de aprobación muy alto entre los electores
mexicanos. Tan alto como los palos que seguro nos van a caer por este vídeo.
Queridos amigos, amigas, López Obrador es popularmente conocido como AMLO,
para abreviar. Claro que el que no abrevia es el propio AMLO.
Prácticamente todos los días y para mayor gloria del presidente, sease para él mismo,
da ruedas de prensa que se extienden por más de dos horas. Y la pregunta es, ¿Es que acaso
el presidente de un país como México no tiene nada mejor que hacer? Pues parece ser que no.
Fijaos. (La guerra es sinónimo de
irracionalidad)
6 palabras en 19 segundos. Con ruedas de prensa taan largas a veces ya no sabes ni que decir.
Pero, ¿Por qué en VisualPolitik hablamos de AMLO? Pues, queridos amigos, amigas, no bajéis
la guardia ante este abuelito afable y cuando quiere también simpático y hasta enternecedor.
Y digo que no bajéis al guardia porque la Presidencia de AMLO está llevando a
cabo lo que se conoce como la Cuarta Transformación de México. Un plan
político que consiste en poner punto y final, derogar, derribar las reformas
de sus predecesores para poner en marcha sus propias iniciativas en todo tipo de campos.
El problema es que las iniciativas de AMLO tienen mucho que ver con las
típicas políticas latinoamericanas que una y otra y otra vez se han demostrado
fallidas y que pueden terminar por ahuyentar la inversión productiva.
Eso es, precisamente lo que está pasando con el sector energético en dos ámbitos muy claros.
Por un lado está la reforma eléctrica. Por otro,
el rumbo que ha tomado la petrolera estatal Pemex bajo esta presidencia.
Y, ¿Sabéis qué? Es la reforma energética de AMLO a la que queremos echar un vistazo en este vídeo.
¿Qué está pasando en el sector petrolero de México? ¿En qué
consiste la reforma eléctrica de AMLO? Y lo que es más importante:
¿Cómo pueden afectar todas estas medidas a la economía de México? Hoy en VisualPolitik
vamos a responder a estas preguntas. Pero antes, vamos a ver un poco de historia.
(EL MONOPOLIO ESTATAL)
Hace justo un siglo México era el segundo mayor productor de petróleo del mundo,
tan solo por detrás de Estados Unidos.
En aquel momento, el sector estaba dominado por compañías extranjeras. La antaño dominante
Compañía Mexicana El Águila había sido adquirida por la angloholandesa Royal Dutch Shell. También
había un montón de compañías estadounidenses que operaban al sur de la frontera.
Pero, sin embargo, pronto perdieron el interés en los yacimientos mexicanos.
Los ingleses comenzaron a explotar el petróleo en Oriente Medio y los estadounidenses en Venezuela.
Y es que, veréis, el problema para estas compañías es que el movimiento obrero
era uno de los pilares sobre los que se apoyaba el presidente Lázaro Cárdenas.
Cuando llegaron, las petroleras no tenían ni la
más remota idea del lío en el que se estaban metiendo.
(Un conflicto laboral saltó en 1938 a la arena política cuando las petroleras intentaron no
acatar una sentencia de la Suprema Corte a favor de las demandas de los trabajadores.
Al intentar evitar cumplir con el fallo, las compañías extranjeras vieron cómo un
asunto laboral se convirtió en toda una disputa sobre la soberanía de la nación.
Así que el presidente Lázaro Cárdenas intervino directamente en el asunto
decretando la nacionalización de la industria petrolera. Tres meses después Cárdenas decretó
la creación de Petróleos Mexicanos, Pemex, la empresa estatal que recibía
el monopolio para explotar y administrar los yacimientos de petróleo del país.)
La jugada a México pareció salirle de perlas. ¿Por qué? Pues digamos
que en los años 40 Estados Unidos y Reino Unido tenían otras preocupaciones mucho
más importantes que pasarle la factura a México.
Además, la Segunda Guerra Mundial y el crecimiento económico de la posguerra incrementaron
considerablemente la demanda de crudo, con lo que la nacionalización se convirtió en un gran necio.
Y ojo, porque el petrolero no fue el único ámbito energético intervenido por
el presidente Cárdenas. Antes ya había sido el turno del sector eléctrico.
(En 1937 Cárdenas fundó la CFE, la Comisión Federal de Electricidad.
Su propósito era operar en el sector sin ánimo de lucro basándose exclusivamente en
principios técnicos. El objetivo era obtener el mayor rendimiento posible al mínimo coste.
Esto hizo que las compañías privadas solo se interesaran por las zonas más rentables,
las principales ciudades y las zonas industrializadas.
Así que para la Comisión Federal de Electricidad quedaron las áreas rurales y dispersas.)
Evidentemente este sistema no funcionó. Era una ruina para la empresa estatal
y encima más de la mitad de los mexicanos seguían sin suministro eléctrico. Así que,
¿qué solución creéis que adoptó el Gobierno de México?
A ver, quizás, ¿Liberalizar el mercado, favorecer
la competencia e incentivar la inversión, por ejemplo?
Pues no, para nada
En 1960 el presidente Adolfo López Mateos completó la nacionalización
del sector eléctrico. ¿Y sabéis qué? En un primer momento tampoco pareció
salirles mal. México tenía recursos más que suficientes como para hacer frente a
las malas decisiones y mantener enormes subsidios al consumo de electricidad.
Pensad que los países con petróleo eran los nuevos ricos del panorama
internacional. Y más a partir de los años 70.
(Las crisis del petróleo de 1973 y de 1979 dispararon el precio del crudo, multiplicando los
ingresos de Pemex por sus exportaciones. Además, en 1979 comenzó a operar el Complejo Cantarell,
uno de los mayores yacimientos del mundo. El problema es que los Gobiernos mexicanos
tenían el control completo sobre la petrolera y no la dirigían con una mentalidad empresarial. Todo
lo contrario, la exprimían con múltiples impuestos y regalías con los que nutrir
las arcas del Estado. Lo que dejó a PEMEX con muchos menos recursos para invertir y crecer)
El complejo Cantarell alcanzó su pico de producción en 2004.
Aquel año fue también el de mayor producción de la historia de Pemex:
3,4 millones de barriles diarios de crudo. Desde entonces ha caído en
picado ejercicio tras ejercicio hasta situarse entorno a la mitad en 2020.
Claro que ante el declive de Cantarell, el remedio fue casi peor que la enfermedad. Pemex invirtió
70.000 millones de dólares entre los años 2008 y 2012 en la exploración y producción de crudo.
El problema es que la mayor parte lo invirtió en áreas para las que Pemex estaba técnicamente
mal preparada, como la perforación en aguas profundas o el fracking. El desastre estaba
garantizado. Para colmo las inversiones se hicieron fundamentalmente con deuda
porque el gobierno mexicano no estaba dispuesto a dejar de recibir sus cheques.
Así que la crisis de Pemex se agudizó con estas malas decisiones de inversión.
Y si a todo esto le sumamos la corrupción que dominó la compañía durante décadas y una toma
de decisiones de corte más política que empresarial que, por ejemplo,
hizo que la petrolera tuviera una plantilla mucho más grande de lo necesaria, lo que nos encontramos
es precisamente con una petrolera endeudada hasta las cejas y con una producción menguante.
La joya de México estaba a punto de caer. Para evitarlo
estaba claro que había que cambiar muchas cosas.
Y esa papeleta le tocó ni más ni menos que a uno de los gobiernos más manchados por
corrupción y peor valorados en la historia de México: el de Enrique Peña Nieto.
Así que, claro, daba igual lo que se hiciera,
cualquier medida quedaría manchada. Incluso aunque la reforma fuese en buena dirección.
(La reforma energética de 2013 acabó con el monopolio estatal de Pemex sobre el sector
petrolero, abriéndolo a la inversión privada. Se permitió que las empresas extranjeras pujaran en
subastas transparentes retransmitidas online por hacerse con la exploración y producción de
campos petroleros. También se abrió el camino a reducir el número de trabajadores de Pemex,
que ha pasado de 151.000 empleados en 2013 a los 120.000 de la actualidad.
Se completaron 9 subastas petroleras hasta que
se paralizaron en julio de 2018, cuando AMLO ganó las elecciones.)
El balance a día de hoy es que en aquellas subastas se adjudicaron 111 campos y 34
ya iniciaron su explotación. Hasta el momento se invirtieron 18.000 millones de dólares. La
renta petrolera del Estado mexicano establecida en los contratos es de aproximadamente un 74%,
uno de los mayores porcentajes en el mundo. ¿Qué quiere decir esto?
Pues básicamente que la reforma atrajo multimillonarias inversiones de empresas
extranjeras. Compañías privadas que arriesgan su dinero en explorar y extraer el petróleo pero que
luego le pagan al Estado mexicano la mayor parte de los ingresos derivados de su producción. Todo
ello sin que el Gobierno mexicano invierta un solo peso. Parece un buen business, ¿no os parece?
Pues como siempre hay alguien que no está de acuerdo. Así se pronunciaba AMLO cuando
era el líder de la oposición. (Si nos quitan el petróleo,
sería como desangrar a México. )AMLO planteó una oposición feroz contra la reforma energética de
Peña Nieto. Como buen populista, llegó a prometer que haría un referéndum para que
el pueblo se pronunciara sobre la misma. Pero amigos, una cosa es la política y otra gobernar.
En diciembre de 2018 AMLO tomaba posesión como presidente de México. Es decir,
que ha pasado tiempo suficiente para empezar a ver
qué está pasando con la política energética de este presidente.
Atentos.
(DAME MÁS
GASOLINA)
López Obrador ha hecho consultas populares de todo tipo: para ver si construía una
línea ferroviaria o un aeropuerto. Pero la consulta prometida sobre qué
hacer con la reforma energética... pues no. Esa quedo en el olvido.
Claro que eso no ha evitado que Pemex siga siendo un quebradero de cabeza
para el Gobierno de México. Porque aunque AMLO hable de la petrolera estatal como si
fuera la joya de la Corona, la realidad es ya muy diferente.
Los años pasan y las pérdidas se acumulan para Pemex. Algo difícil de entender cuando
extraer un barril de crudo le cuesta una media de 7 dólares y lo vende por
10 veces más. Claro que, luego, el Estado mexicano asfixia a Pemex con impuestos.
Pensad que un tercio del gasto público del país azteca es sostenido por los recursos
extraídos de la petrolera estatal. Y si a eso le sumamos que el resto de negocios de
Pemex son una auténtica ruina, pues no sorprenden noticias como esta:
(Pemex, entre las 10 compañías más endeudadas del planeta. Forbes)
Hablamos ni más ni menos que de una deuda de más de 100.000 millones de dólares. Una
deuda que además no para de marcar cada nuevo tiempo nuevos récords históricos.
Así que López Obrador se ha puesto manos a la obra para reflotar a la petrolera
estatal. Lo primero que ha hecho AMLO es aprobar una nueva Ley de Hidrocarburos
con el propósito de favorecer a Pemex en el mercado de las estaciones de servicio.
Luego, respecto a la apertura a la inversión extranjera en los campos
petroleros mexicanos, AMLO apostó por revisar
los contratos ya adjudicados para comprobar si hubo o no corrupción.
Además, como ya hemos visto, se suspendieron las
subastas petroleras desde el mismo momento en que ganó las elecciones.
Recientemente lo más peligroso para México es que su Gobierno ha querido ir un paso más allá
y ha actuado directamente contra los intereses de un consorcio que ya ha invertido 325 millones
de dólares en México y está encabezado por la petrolera estadounidense Talos VEnergy.
El resultado de estas medidas es que se ha lanzado un mensaje muy negativo hacia
los inversores. ¿Y todo para qué? Pues para beneficiar a los mismos de siempre.
(El mayor hallazgo privado de petróleo de México será operado por la estatal Pemex)
De momento, el resultado es que a pesar de todo, cuando AMLO llegó al poder la
empresa petrolera mexicana producía 1,8 millones de barriles. Hoy la cifra está
en torno a los 1,6 millones. Y todo apunta a que las cosas no van a mejorar mucho.
Luego, si algo sorprende de la economía mexicana es que un país que tiene tantos
yacimientos de petróleo se vea obligado a importar
combustibles porque sus refinerías son de los tiempos de Pancho Villa.
Se trata de una anomalía que AMLO se ha propuesto resolver. El problema es que la
factura está acumulando demasiados ceros. De momento se han invertido más de 6.000
millones en modernizar las refinerías de la petrolera estatal y en comprar a Shell
la mitad de una refinería en Texas cuya propiedad estaba compartida con Pemex.
Lo cual si lo pensáis no tiene mucho sentido. ¿Para qué poner fin a una sociedad con Shell
que ha funcionado tan bien cuándo PEMEX gestiona mucho peor sus propios activos?
Pero esperad un momento, porque eso prácticamente no es nada si
lo comparamos con los casi 9.000 millones de dólares que AMLO se está gastando en uno
de sus proyectos estrella: construir una refinería en su estado natal de Tabasco.
AMLO no quiere que nada se interponga entre Pemex y la autosuficiencia de México
para producir combustibles. Y cuando decimos nada, os aseguro que es nada.
(Pemex está construyendo una refinería en un espacio natural que prometió proteger)
La cuestión es que el Gobierno mexicano está ahora mismo poniendo toda la carne
en el asador para que el país produzca todos los combustibles que consume para el año 2023.
El problema es que tal y como hemos visto lo hace siguiendo una receta muy
similar a la que México ha seguido años atrás: Petróleo, nacionalismo y mucho
intervencionismo sin tener excesivamente en cuanto los criterios empresariales.
Bien, todo esto sobre el petróleo, pero qué ocurre con el otro brazo
de la reforma energética ¿Qué pasa con el sector eléctrico?
Pues… Atentos.
(LA REFORMA CONSTITUCIONAL)
La nacionalización de 1960 convirtió al sector eléctrico en un monopolio
estatal en manos de la Comisión Federal de Electricidad. Así fue hasta los años 90,
cuando se produjo una tímida apertura al sector privado.
Se puso en marcha el llamado modelo de autoabasto, un mecanismo que permitía a las empresas esquivar
a la Comisión y comprar electricidad a plantas de generación de compañías eléctricas privadas
en una fórmula similar a los PPAs, es decir, los contratos de compraventa de energía.
La apertura al sector privado cobró fuerza con la reforma energética de Peña Nieto,
que impulsó la inversión en generación eléctrica. Se estableció un mercado
mayorista de electricidad que daba prioridad a los proveedores de
energía más baratos y renovables. ¿Suena bastante bien, verdad? Pues para AMLO no.
Como Peña Nieto relegó a la CFE a un segundo plano,
AMLO dedicó buena parte de sus esfuerzos durante 2021 a poner en marcha una reforma
eléctrica que reforzara a la Comisión, séase al gobierno.
(La reforma eléctrica de AMLO causó gran polémica al cambiar el orden de despacho de energía por
parte de las centrales. En primer lugar entrarían en funcionamiento las hidroeléctricas y las
centrales de fuel y carbón de la CFE. En segundo lugar, los ciclos combinados de gas que generan
su energía para la Comisión. Tras esas plantas, se daría paso a los parques privados de energía
eólica y solar. Y por último, los ciclos combinados de gas de compañías privadas.)
Pero vamos a ver: ¿A quién se le ocurre dar prioridad a las térmicas sobre las renovables?
La eólica y la solar tienen que funcionar cuando hay sol y viento. Y cuando no lo hay, pues pones
a funcionar a las térmicas. Si no, pues no tiene mucho sentido. De primero de sistema eléctrico.
El caso es que López Obrador aprobó esta reforma hace meses,
pero un tribunal la paralizó. En un país con seguridad jurídica, aquí se hubiera acabado
la reforma eléctrica. En el México de AMLO, no.
(El presidente de México amenaza con un cambio constitucional si se anula la ley energética)
Y como decimos por aquí, dicho y hecho.
El problema a priori del presidente mexicano es
que no dispone de la mayoría suficiente para aprobarla.
Y ahora ya no se habla de orden de despacho sino de cuotas. Se pretende garantizar que
las centrales de la CFE produzcan un 54% de la electricidad de México. Y
ahora os preguntaréis: ¿A qué viene tanto empeño?
Pues básicamente a que en 2020 entró en vigor una nueva regulación internacional que limita
el azufre del combustible que utilizan las navieras. Hasta entonces este era uno de los
principales mercados para el fuel que producían las refinerías de Pemex, tan obsoletas que se
han mostrado incapaces de reducir sus niveles de azufre. Así que este es el objetivo de AMLO:
poner a las térmicas de la CFE a quemar el fuel que nadie le quiere comprar a Pemex.
Todo ello aunque contamine mucho más y sus costes de generación sean para
colmo un 25% superiores a los de las nuevas plantas renovables. Es decir,
que a AMLO le da igual que México produzca una energía más cara o más sucia. Lo único
que le preocupa es reflotar las empresas estatales mexicanas al precio que sea.
Y si al final eso supone aumentar los subsidios para que no suba la
factura que los mexicanos pagan por su electricidad, pues nada, a tirar de chequera.
Y aún con todo eso no es lo peor. Fijaos.
(Con la reforma de AMLO México no solo tendrá energía más cara y más sucia sino que además,
viendo el panorama, peligran inversiones por valor
de 40.000 millones de dólares en energía eólica y solar.
Todo esto resulta preocupante para el futuro de México porque se suma al bajón
que está sufriendo en las inversiones desde que AMLO ganó las elecciones.
Lo que puede terminar convirtiéndose en una oportunidad perdida ahora que las
multinacionales están buscando diversificar sus cadenas de suministro fuera de China. Pero es
que los inversores no se fían del presidente mexicano. Los datos hablan por sí solos.)
Pero llegados hasta aquí la pregunta es para ti:
¿Veis bien que se prioricen los intereses de las empresas estatales
sobre la instalación de renovables? ¿Qué os parecen las reformas emprendidas por AMLO?
Podéis dejarme vuestra respuesta en los comentarios. Y como siempre, si este
vídeo os ha resultado interesante no olvidéis darle a Like y suscribiros a VisualPolitik.
Un saludo y hasta la próxima.