¿Por qué se ha DISPARADO el PRECIO de la ENERGÍA? - VisualPolitik
El vídeo de hoy va a responder a la pregunta que todos os habéis hecho alguna vez ¿Para
qué sirve ver VisualPolitik?
¿En qué medida me afecta a mí saber lo que ocurre con el petróleo en nosequé país
que ni siquiera sé donde está en el mapa?
Pues bien, el vídeo de hoy demuestra que lo que os contamos en este canal os afecta
más de lo que creéis.
Da igual desde qué país miréis este vídeo, basta con que miréis la factura de luz y
gas de este mes para saber de lo que estamos hablando.
Y el problema no sólo lo tenéis vosotros.
Hablamos de algo preocupante.
ScottishPower advierte de una 'masacre' en el mercado energético
En medio del aumento de los precios, millones de personas en Europa podrían tener dificultades
para calentar sus hogares Así que no, no eres el único que tiene un
problema.
Está pasando en toda Europa.
Pero además se está expandiendo por todo el planeta.
Los precios se están disparando en Asia, en América… Y que el precio de la energía
se dispare es un problema para la recuperación de la economía postpandemia.
Cuando pasan estas cosas, muchos le echan la culpa al Gobierno.
Cada uno al de su país.
Pero la verdad es que estamos ante una crisis mundial.
Estamos ante la primera gran crisis de la transición energética.
Así que la pregunta es: ¿Por qué se ha disparado el precio de la energía?
¿Hasta cuándo va a durar esta situación?
Y lo que es más importante: ¿Por dónde podría llegar la salida a esta crisis?
Hoy en VisualPolitik vamos a responder a estas preguntas.
Pero antes… Antes vamos a hablar de algo aún más preocupante
que la crisis energética y eso es… los hackers de Internet.
Cada vez vemos más noticias de cibercrímenes.
Y hay una forma muy sencilla de protegernos contra la mayoría de ciberataques ¿Cómo?
Usando una VPN.
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Y ahora sí vamos a ver un poco de Historia.
LOS AÑOS DE LA ABUNDANCIA Nuestra historia de hoy va a ser una constante.
Por supuesto que hay claves políticas, pero esto es economía pura y dura: la ley de la
oferta y la demanda.
La crisis del petróleo de 1973, la más famosa, se produjo porque el precio del crudo se multiplicó
por 4 después de que los países árabes decidieran reducir su producción de zumo
de dinosaurio.
Menos oferta, misma demanda, mayor precio.
También podemos ver lo que pasó en 2011.
El precio del petróleo alcanzó su máximo en términos reales gracias a la demanda desbocada
de la emergente China.
Mayor demanda, misma oferta, mayor precio.
Esta era la tónica hasta que llegó la revolución del fracking.
Los precios del petróleo en moneda constante aumentaron entre 1971 y 2011 casi un 900%.
Para que os hagáis una idea, otras materias primas básicas sólo aumentaron un 68% en
el mismo periodo.
Con el barril de petróleo asentado por encima de los 100 dólares, se daban las condiciones
que hacían rentables los yacimientos de petróleo y de gas a explotar mediante el fracking.
Esta técnica supuso una auténtica revolución en los mercados energéticos mundiales.
De repente, había mucha más oferta de petróleo.
En consecuencia, el precio del petróleo se desplomó a prácticamente la mitad durante
el año 2014.
Por aquel entonces, el sector energético vivía los años de la abundancia.
La revolución del fracking redujo el precio del petróleo en un momento en que el mundo
ya empezaba a tomarse en serio eso de la economía verde.
A finales de 2015 se negociaba el Acuerdo de París, la piedra angular de la lucha contra
el cambio climático.
Las renovables como la eólica y la solar comenzaban a mostrarse competitivas frente
a otros combustibles como el carbón o el gas natural.
Las previsiones a futuro no podían ser mejores.
El carbón y el gas se mantendrán baratos, pero las energías renovables aún seguirán
siendo competitivas En su informe de 2016, Bloomberg New Energy
Finance redujo sus pronósticos a largo plazo para los precios del carbón y del gas en
aproximadamente un tercio.
Consideraba que los precios caerían ante el exceso de oferta que se esperaba para ambos
combustibles.
Y claro, esta previsión implicaba también precios reducidos para la electricidad puesto
que normalmente se recurre al gas y al carbón cuando la nuclear, la hidroeléctrica y las
renovables no son suficientes para satisfacer la demanda eléctrica.
Todo iba viento en popa.
Gastábamos en energía tanto como yo gasto en champú.
Bueno, es verdad: gastábamos un poquito más.
Pero el caso es que desde que se aprobó el Acuerdo de París empezó a darse un movimiento
de presión para dejar de invertir en combustibles fósiles.
Los inversores institucionales fueron los primeros.
Y muchos inversores privados también.
De hecho hemos visto noticias que nunca pensamos que se producirían:
Los herederos de la fortuna petrolera de Rockefeller desinvierten en los combustibles fósiles
por el cambio climático En los últimos 5 años no se ha hablado de
otra cosa en el sector que no fuera la transición energética.
Partimos de que resolver el problema del calentamiento global es uno de los desafíos más importantes
que tenemos por delante.
El planeta ya no puede absorber más emisiones de gases de efecto invernadero y una de dos:
o dejamos de contaminar para el año 2050 o esto va a estar más calentito que las fiestas
de cumpleaños de Neymar.
Es verdad que se están investigando tecnologías de captura y almacenamiento de carbono.
Pero, por mucho que se almacene el carbono, hay que contaminar menos… o como se dice
últimamente: descarbonizar la economía.
Y esta transición está generando una presión brutal sobre las petroleras, especialmente
las europeas, para que se alejen de los combustibles fósiles.
Los datos hablan por sí solos.
En el año 2014, se invirtieron más de 800.000 millones de dólares en explorar nuevos yacimientos
de zumo de dinosaurio.
Ahora, esa inversión ha caído a menos de la mitad.
Atentos.
Las inversiones globales upstream marcaron su mínimo en 15 años, cayendo a 383.000
millones en 2020 Veamos el caso de la petrolera Royal Dutch
Shell.
En 2014, con el crudo por encima de los 100 dólares el barril, invirtieron más de 30.000
millones de dólares en proyectos upstream.
Esto es, en proyectos de exploración de nuevos yacimientos.
Hoy en día, invierten menos de 8000 millones de dólares.
Además, han vendido casi todas sus explotaciones de fracking en Texas.
Y están pensando en acabar todas las explotaciones que tienen en Nigeria, que son un montón.
Y ya sé lo que pensaréis mucho ¡Todo esto son grandes noticias para el planeta!
Las grandes empresas cada vez quieren menos combustibles fósiles ¿El problema?
Que, en esta vida, todo tiene un precio.
La transición verde también.
Ahora mismo lo vamos a ver.
EL EFECTO COBRA Cuando intentas solucionar un problema y en
realidad lo empeoras, eres la nueva víctima del efecto cobra.
Se llama así porque, en tiempos del Imperio Británico, había un montón de cobras venenosas
en la India.
Así que los británicos ofrecieron una recompensa por cada cobra muerta.
Y ahora sé lo que estáis pensando: seguro que acabaron con todas.
El win-win era de manual: cobra, cobras ¿El problema?
¡que los más listos del lugar se dedicaron a criar cobras para luego matarlas.
En cuanto los británicos se dieron cuenta de que no paraban de soltar rupias y aquello
no servía para nada, dejaron de dar recompensas.
Así que los que se dedicaban a criar cobras las dejaron libres, empeorando el problema
inicial.
De repente, había más cobras que nunca.
Dicho de otra forma: el camino hacia el infierno está empedrado de buenas intenciones.
Aquí en VisualPolitik nunca hemos tenido problemas con las energías verdes.
Pero sí que creemos que el problema puede venir con los ritmos con los que se quiere
desarrollar la transición energética.
Es verdad que la lucha contra el cambio climático debe ser acometida con decisión.
Pero también es cierto que lo que no se puede hacer es prescindir de algunas fuentes energéticas
cuando las alternativas no están todavía preparadas para tomar el relevo.
La Agencia Internacional de la Energía señala que la inversión en energías limpias debe
triplicarse para 2030 para frenar el cambio climático
Dos tercios de las inversiones del sector energético ya se invierten en renovables.
Pero ya lo estáis viendo: hace falta muchísima más inversión si queremos tener éxito contra
el cambio climático.
Por eso decimos: mucho ojo con los ritmos, porque unas fuentes energéticas deben ser
reemplazadas por otras y todo dentro de una buena planificación.
¿Por qué insistimos en esto?
Pues porque al final, cuando haya dificultades, el problema no lo va a tener el Gobierno de
turno o el empresario, el problema lo vas a tener tú.
Alemania coquetea con la escasez de energía en la salida del carbón y la energía nuclear
Al principio lo decíamos: escasez es sinónimo de aumento de precios.
Pero bueno, vamos adelante con la transición energética.
El problema de las renovables es que dependen de las condiciones meteorológicas.
No las puedes usar cuando te dé la gana: sin viento el aerogenerador no se mueve y
sin sol la placa fotovoltaica produce menos que Koeman cuando entrenaba al Barcelona.
Así que necesitamos energías de carga base.
Centrales que sabemos que no nos van a fallar y que estarán disponibles cuando las necesitemos.
Podríamos hacer lo mismo que en el siglo XIX y quemar carbón.
Pero no nos gusta porque contamina mucho así que fuera, quitemos las centrales térmicas.
El caso es que si se trata de no emitir CO2, podemos tirar de la energía nuclear.
Pero espera, que también nos parece mal dividir átomos de uranio por si explota la central,
así que nada, quitemos las plantas nucleares.
¿Qué nos queda entonces?
Pues quemar gas natural.
Sigue siendo un combustible fósil pero quemar gas emite menos CO2 que el carbón o el fuel.
¿Cuál es el problema?
Pues por un lado, resulta que los países a los que les sobra el gas y se lo compramos,
como que no son muy de fiar.
Y luego está que, como ya no invertimos en petróleo, nos encontramos con que cada vez
hay menos gas natural.
La industria de los combustibles fósiles precisa de una reinversión constante para
no agotar su nivel de reservas.
El problema es que la caída de la inversión en el sector petrolero tiene un efecto indirecto
sobre el gas natural: se espera que sus reservas se reduzcan a mayor velocidad ya que buena
parte de sus explotaciones se descubren durante la perforación en busca de crudo.
Sin embargo, hasta ahora no nos habíamos alarmado.
Como los precios del gas estaban más o menos contenidos, nos pensábamos que todo el monte
es orégano.
Y encima, si ya teníamos esa falsa sensación de seguridad, vino la pandemia a acomodarnos
aún más con una caída brutal de la demanda.
Llegamos incluso a un momento en el que el gas ya te lo regalaban hasta con el periódico.
El precio promedio del gas natural Henry Hub en 2020 alcanza el nivel más bajo en 25 años
Claro, cuando hay abundancia, hay menos problemas.
Pero esperad un momento, porque otra cosa de la que no éramos conscientes es que la
escasez de terminales de GNL supone un gran cuello de botella para el mercado global de
gas natural.
El GNL es la única opción para enviar gas desde lugares donde abunda como Estados Unidos,
Australia o Qatar hacia lugares donde escasea como Europa y Asia.
Pero construir terminales lleva tiempo, así que no es una solución para el corto plazo.
Y entonces nos hemos encontrado con que todo lo que se abarató el gas natural cuando estalló
la pandemia ahora se ha encarecido en un movimiento pendular.
LA TORMENTA PERFECTA Parece que lo peor de la pandemia ha pasado.
Y claro, después de los confinamientos masivos que vivimos en 2020, la economía ha vuelto
a crecer.
Esto ha tenido consecuencias directas sobre el sector energético.
Porque el mundo ha vuelto a demandar petróleo.
Ha vuelto a demandar carbón.
Y sobre todo, ha vuelto a demandar gas.
Entonces claro, nos encontramos con una demanda tremenda de gas en un momento en el que la
oferta es menos generosa que antes porque la inversión en combustibles fósiles se
ha paralizado.
¿Y qué sucede en el mercado cuando se dan estas condiciones?
Pues a estas alturas seguro que no hace falta que os lo diga.
Los precios del gas se disparan a medida que empeora la crisis energética mundial
En esta tesitura muchos han sido los que han dirigido sus miradas hacia Rusia.
La Unión Europea acusó directamente al Kremlin de no ofrecer suficiente gas para los mercados
europeos.
Hay quién especulaba con que Rusia estaba fomentando la escasez de gas como medida de
presión para que por fin empiece a funcionar el Nord Stream II, su nuevo gasoducto con
Alemania.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad.
El invierno pasado fue muy frío e igual que los depósitos europeos están más vacíos
de lo habitual por estas fechas, los rusos también necesitaban reponer sus depósitos.
De hecho, la buena noticia es que parece que ya están en disposición de ofrecer más
gas a Europa.
Los precios del gas natural caen tras la orden de Putin de aumentar las exportaciones rusas
Sin embargo, mis queridos amigos de VisualPolitik, las malas noticias para la Unión Europea
se acumulan ante la transición energética.
La dependencia del gas ruso sigue siendo brutal.
Aproximadamente un tercio del gas que se consume en Europa llega del este.
Así que una vez más se está demostrando lo vulnerables que son Bruselas, Berlín y
otras grandes capitales europeas respecto a la buena voluntad del Kremlin.
Y luego está lo vulnerable que se está volviendo la Unión Europea ante las circunstancias
meteorológicas.
Ya hemos visto las consecuencias que un invierno duro ha tenido sobre los precios.
Pero es que luego el verano ha sido letal.
Los precios de la energía en Europa alcanzan récords después de que el viento deje de
soplar Durante el verano la producción eólica de
Europa se redujo a prácticamente la mitad.
Y claro, si no hay viento, empiezan los problemas.
Se dio una tormenta perfecta.
Con más demanda y sin eólica, no quedó otro remedio que quemar gas natural para cubrir
la demanda eléctrica.
Lo peor es que nada nos garantiza que este escenario no se vuelva a repetir.
Por tanto, nos podemos preguntar qué soluciones hay.
La primera para evitar la escasez de gas es obvia: los yacimientos están ahí, así que
siempre se puede producir más gas.
Lo que pasa es que es una solución que requiere cierta inversión y que tardaría unos años
en producir resultados.
Otra opción es ampliar el mix energético para tener otras alternativas.
¿De qué forma?
Pues os lo podría contar yo, pero mejor que os lo explique Bill Gates.
Esperamos fiabilidad de la red eléctrica.
Y vamos a tener condiciones climáticas más extremas.
Por lo tanto hay que tenerlas en cuenta para entender que la energía nuclear es almacenamiento
y la forma en que mantenemos la seguridad de suministro.
La otra alternativa es la más sencilla.
Aceptar la transición energética con sus virtudes y sus defectos.
Eso implica fastidiarnos y rascarnos el bolsillo para pagar más por la energía.
El problema es que esto no afectará solo a vuestras facturas, sino que las industrias
también van a pagar más por la energía y os lo van a cobrar subiendo el precio de
sus productos.
Vamos, lo que viene siendo una pérdida de competitividad en toda regla.
Desde luego Europa no puede permitirse esta opción porque supondría seguir perdiendo
terreno.
Y ampliar la producción de gas no es sencillo en la medida en que los principales yacimientos
del mundo se sitúan fuera del continente.
Así que se están abriendo debates que ya parecían superados.
Mirad.
Bruselas está allanando el camino para el renacimiento verde de la energía nuclear
La cuestión fundamental es que las nucleares no emiten gases invernadero.
Así que esta primera crisis de la transición energética nos ha enseñado que la nuclear
sigue siendo una opción a valorar.
Primero porque nadie está dispuesto a pagar más por la energía.
Segundo porque las renovables todavía no son suficientes para cubrir toda la demanda
y siguen siendo necesarias energías de carga base.
Recordad que España necesita importar electricidad de Francia, cuyo mix es fundamentalmente nuclear,
y de Marruecos, que quema carbón.
Y por último, porque podemos empeñarnos en renunciar a la nuclear, pero sabed que
esta crisis de precios del gas ha empujado a muchos países a volver a encender sus centrales
térmicas.
Así que, como os decía antes: o se planifica bien la transición energética o quizás
nos veamos obligados a dar un paso atrás en la lucha contra el calentamiento global.
Pero ahora la pregunta es para vosotros: ¿Le daríais una nueva oportunidad a la nuclear?
¿O lo apostáis todo al desarrollo de las renovables?
Podéis dejarme vuestra respuesta en los comentarios.
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