¿Sigue ALEMANIA dividida en DOS grandes BLOQUES? - VisualPolitik
Cuando pensamos en Alemania y tratamos de hacer una recreación mental sobre cómo es
y cómo funciona este país, es posible que la mayoría pensemos en un país muy cohesionado,
un país en el que la economía marcha bien y donde hay por todas partes mucho empleo
y oportunidades de todo tipo.
Una superpotencia. En definitiva, la locomotora de Europa. Un país en el que los problemas
parecen poca cosa si los comparamos con los que podemos encontrar en el resto del viejo
continente.
Pues… amigos, lo cierto es que no. Alemania no es exactamente así, o al menos no del
todo.
Y es que veréis, aunque la división de Alemania en dos partes, un oeste capitalista y un este
comunista terminó formalmente el día 3 de octubre de 1990, poco tiempo después de la
caída del muro en noviembre del 89, el país aún continúa en cierta forma separado. Aunque
parezca mentira aún podemos apreciar la existencia de dos grandes bloques.
Sí, sí, lo habéis escuchado bien. No nos hemos vuelto locos, podemos decir que existe
un muro invisible que divide dos Alemanias bastante diferentes.
Amigos, los antiguos territorios de la República Democrática Alemana presentan unas sorprendentes
y profundas diferencias con los de la antigua República Federal Alemana que todavía, 30
años después, no se han diluido completamente.
(Tras estar políticamente divididos desde 1945, el gobierno comunista de la Alemania
Oriental cerró a cal y canto las fronteras con el oeste en 1952. La única excepción
para poder moverse con relativa libertad fue Berlín, una ciudad que también estaba dividida
en dos partes.
Sin embargo, algunos años más tarde, en 1961, el gobierno comunista de la RDA, la
República Democrática Alemana, ante el elevado número de deserciones que se estaban produciendo
construyó el famoso muro de Berlín. Desde entonces, la histórica capital del imperio
alemán se convirtió en la viva representación de una división que durante décadas condicionó
la política de todo el mundo: el este contra el oeste, el capitalismo contra el comunismo,
la OTAN contra el Pacto de Varsovia.
Y no solo eso. Esa frontera física se extendió luego por toda Alemania, en algunas zonas
en forma de muro y en otras de verjas rodeadas de torres de vigilancia y soldados armados.
Tanto estos soldados como los de patrullas que se organizaban para rastrear la frontera
tenían una orden clara: disparar a matar a quien intentase escapar. En algunos sitios
la separación consistía en dobles verjas con zonas centrales repletas de concertinas.
Incluso, a lo largo de la frontera se colocaron casi un millón y medio de minas anti-personas.
Hablamos de una división, un aislamiento mutuo que contribuyó a crear una herida económica,
política y sobre todo social. Una herida que marcaría el futuro hasta el día de hoy.)
Pensadlo un momento…
De la noche a la mañana 44.000 soldados de la República Democrática Alemana recibieron
como misión mantener separado al pueblo alemán. Su consigna era evitar cualquier contacto
entre ambas partes.
Y evidentemente desde entonces, incluso más allá de la cuestión ideológica, los caminos
que ambos países siguieron en todos los órdenes fueron muy diferentes.
Con el tiempo la existencia de estas dos Alemanias generó importantes diferencias: no sólo
en cuanto a los niveles de desarrollo económico sino también en términos sociales.
Amigos, en este vídeo vamos a tratar de echar un vistazo a las diferencias que hoy, 30 años
después de la unificación, siguen siendo visibles y que siguen condicionando la actualidad
política, económica y social de la nueva Alemania unificada.
Atentos.
(UNA REUNIFICACIÓN INACABADA)
No es ningún secreto. Igual que destruir es mucho más fácil que construir, también
separar es mucho más fácil que unir.
En el caso de Alemania, que es el tema que nos ocupa en este vídeo, las diferencias
y las peculiaridades entre ambas partes de la antigua Alemania dividida perduran hasta
el día de hoy.
Y más allá, incluso, de la economía, quizás lo más complicado de equiparar e integrar
sean precisamente sus diferentes sociedades.
(En términos sociales y políticos, existen importantes diferencias entre las dos antiguas
repúblicas alemanas, y aunque pueda sorprendernos incluso recelos y desconfianza entre los alemanes
del este y del oeste.
Por ejemplo, muchos alemanes de la antigua RDA tienen la sensación de estar infrarrepresentados
en las instituciones y en cargos políticos y judiciales, alimentando con ello un cierto
sentimiento de desigualdad.
Por poneros un ejemplo, ocho de cada diez jueces y fiscales del este crecieron en el
oeste, y ninguna gran empresa cotizada del país tiene su sede en la parte oriental,
más allá de Berlín. Tampoco se localizan en esta parte del país ninguno de los grandes
centros de I+D+i que apuntalan la competitividad de las grandes compañías teutonas.)
Bueno, por haber, hay incluso fronteras políticas claramente marcadas.
De hecho, con los resultados electorales del partido de derecha populista Alternativa para
Alemania y el socialista Die Linke podríamos trazar casi a la perfección la
frontera entre estas dos Alemanias.
Y no solo eso, si nos fijamos en concreto en la ciudad de Berlín, vamos a poder apreciar
que las zonas donde estos dos partidos cosechan los mayores apoyos corresponden exactamente
a lo que antaño era Berlín Este, el lado que estuvo bajo el control comunista.
Y la pregunta que podemos hacernos es…. ¿Por qué? ¿Qué explica semejante división?
¿Qué hay detrás de estas diferencias que incluso determinan las preferencias de voto?
Pues amigos, lo cierto es que por lo general los alemanes procedentes de estos dos lados,
mantienen aún a día de hoy distintas formas de ver la sociedad y entender aspectos concretos
de la política. ¿Un ejemplo? Pues sin ir más lejos, la inmigración. Fijaos.
(El éxito cosechado por Alternativa para Alemania en el este tiene mucho que ver con
el rechazo a las políticas de refugiados de Angela Merkel, que abrió las puertas del
país a cerca de un millón de personas desde el 2015.
Y tiene sentido. Al fin y al cabo, el este de Alemania nunca fue tradicionalmente un
lugar receptor de inmigrantes, con lo que muchos alemanes del este miran con recelo
y desconfianza estos fenómenos. Es decir, puedes ser más o menos partidario de este
tipo de políticas, pero cuando no has tenido una experiencia previa el miedo, el rechazo
o el recelo suele ser mucho mayor.)
Además, en el este el desempleo es algo más elevado y los salarios más bajos, con lo
que los discursos anti-inmigración - e incluso anti-europeos, ojo - tiene un mejor caldo
de cultivo.
Eso sí, aunque por lo general la inmensa mayoría de los alemanes consideran que sus
vidas han mejorado desde la reunificación, son precisamente los alemanes del este los
que se consideran más beneficiados. [Seguro que esto es algo que no os extraña lo más
mínimo]
De hecho, los alemanes del este que puntúan con un 7 o más su calidad de vida se han cuadruplicado
entre 1991 y 2019, hasta alcanzar el 59% del total.
Pero un momento. Que las cosas hayan mejorado no quiere decir que las diferencias hayan
desaparecido. La cohesión alemana no está llegando tan rápido como se pensaba y ahora
queda claro que el plazo de 20 años que se manejó inicialmente se quedó muy pero que
muy corto.
Claro que, llegados a este punto, seguro, seguro, que muchos estáis pensando… Pero…
Alberto, ¿Cuáles y cómo son exactamente estas diferencias económicas que se esconden
tras esta especie de muro invisible?
Pues bien, veámoslo.
(UNA ALEMANIA, DOS VELOCIDADES)
Amigos, el campo político no es el único terreno donde podemos encontrar diferencias
abismales entre las dos Alemanias. En la economía podemos ver también un fenómeno similar.
Evidentemente, pasar de la noche a la mañana de una economía socialista donde todo pertenece
al estado y no existe la propiedad privada, a otra de corte capitalista, no siempre es
sencillo. O mejor dicho no siempre resulta tan fácil recortar las distancias.
Y más cuando uno de los lados era entre 3 y 4 veces más pobre que el otro.
(“Después de la reunificación, menos del 10 por ciento de las empresas del este operaban
con ganancias. La mayoría de las nuevas empresas no estaban a la altura de los estándares
del mercado occidental”. DIW - Instituto Alemán de Investigaciones Económicas)
Fijaos, en 1991 la parte oriental tenía un PIB per cápita 3 veces inferior al del oeste
y sus ciudadanos un ingreso bruto anual un 50% por debajo de sus compatriotas occidentales.
Y aunque desde entonces esas diferencias se han acortado sustancialmente, 30 años después
la convergencia no se ha alcanzado.
El PIB per cápita del este sigue siendo un 30% inferior al del oeste; los ingresos anuales
de los hogares están casi un 20% por debajo, una diferencia, por cierto, aún mayor si
excluimos al sector público. Por su parte, el desempleo es más alto y
la recaudación de los Landers orientales no supera el 60% de la media federal.
Y aún más, en promedio un adulto de la parte occidental tiene una riqueza neta media de
120.000 €, que es más del doble del promedio de 55.000 € de la Alemania oriental.
Incluso la inversión de la pirámide demográfica está siendo mucho más acusada porque muchos
jóvenes se han trasladado al Oeste.
(“El flujo de inversión y capitales que hubo hacia la antigua República Democrática
Alemana fue inmenso. Pero las personas fueron en la otra dirección. Los niños que deberían
haber nacido allí no están” Kristina van Deuverden, economista del DIW)
Ya lo veis, lo miremos por dónde lo miremos las diferencias existen.
Y sorprendentemente hay algunas cosas muy particulares en el este que son mejores que
en el oeste. Por ejemplo, las infraestructuras.
Y es que veréis, cuando se reunificaron ambas partes, la zona socialista de la RDA tenía
una carencia enorme de autopistas modernas, los ferrocarriles estaban obsoletos y prácticamente
podemos decir que en general todas las redes de transporte eran deficientes.
(Para solucionarlo, Alemania occidental emprendió un programa de inversión multimillonaria
en el este, sufragada con los impuestos de los alemanes de la antigua RFA, y también
con fondos europeos.
El resultado fueron 2.000 kilómetros de nuevas carreteras principales construidas y reconstruidas,
y una red completamente renovada de ferrocarriles para los que se invirtió unos 30.000 millones
de euros. La chequera puesta sobre la mesa por los políticos alemanes fue inmensa.)
Claro que semejante acto de generosidad no estuvo exento de polémica. A medida que se
fueron llevando a cabo todas estas inversiones, el oeste de Alemania, el epicentro de la competitividad
y riqueza teutona fue quedándose atrás hasta el punto de tener peores infraestructuras
-sobre todo ferrocarriles- que el este, dónde estaban recién construidas.
De hecho, si viajas por Alemania podrás ver cómo muchas estaciones de líneas férreas
convencionales son mucho más modernas que las del oeste y las infraestructuras viales
están mejor conservadas, planificadas y organizadas.
Algo que, por cierto, causa resquemor entre los alemanes del oeste que son, al fin y al
cabo, los que han pagado la fiesta.
Ahora bien, ¿por qué emprender una inversión tan grande precisamente en infraestructuras?
Pues veréis, la idea fundamental, además de cohesionar el territorio, era la de facilitar
la industrialización del este y lograr así reducir las diferencias entre ambas partes
en términos económicos, de producción y de salarios.
Algo que bueno, al menos se ha conseguido… más o menos. Vale, no del todo, pero algo
es algo.
Luego, por otra parte, el principal problema justo antes de la reunificación fue qué
hacer con las enormes empresas públicas prácticamente inoperantes y muy poco productivas que había
en la RDA.
Aquí, la única solución fue iniciar un proceso de privatización que no fue nada,
pero que nada sencillo, y que fue comandado por el gobierno de la RDA justo antes de su
extinción mediante la conocida como Agencia Fiduciaria.
(La Agencia Fiduciaria fue un organismo creado en 1990 por el Consejo de Ministros de la
Alemania Oriental y que estuvo operativo hasta 1994. Su objetivo, su función era privatizar
o vender las más de 8.000 empresas públicas de la Alemania socialista, que daban empleo
a casi cuatro millones de personas.
El reto al que se enfrentaron fue la dificultad para colocar todas estas empresas y sus activos
en el mercado alemán e internacional, debido a que se centraban mayoritariamente en el
comercio con el bloque comunista, y muchas de sus fábricas tenían maquinaria obsoleta
que no cumplía los estándares del oeste.
Y claro, como encima el bloque comunista estaba en pleno colapso, el volumen de negocio de
estas empresas cayó en picado de tal forma que se hundieron en una profunda crisis en
la que parecía que lograr ser rentables no era más que una quimera. Una de las soluciones
que encontraron fue dividir algunas empresas en entes más pequeños para facilitar el
acceso de pequeños inversores a los procesos de privatización.)
Pero eso no fue lo único que la Agencia Fiduciaria hizo para preparar al país para su total
anexión.
También se privatizaron alrededor de 2,5 millones de hectáreas de tierras agrícolas,
se vendieron propiedades del Ministerio de Seguridad del Estado, inmuebles del Ejército
y activos de los partidos políticos oficiales.
El resultado fue que muchas empresas alemanas del oeste terminaron comprando el total o
partes de empresas del este para establecer allí sucursales o centros de producción,
aprovechándose así de los menores costes salariales.
Y esto fue bueno en el sentido de que se preservaron un montón de empleos y se aseguró la producción.
El único inconveniente de cara al futuro es que estas regiones se especializaron por
tanto en las fases de producción y ensamblaje de menor valor añadido.
Es decir, los trabajadores más cualificados que investigan, inventan y crean valor se
quedaron en el oeste, y en el este tan solo desplazaron algunas de las fábricas de esos
productos.
De hecho, en 2016, por ejemplo, 400.000 alemanes de la zona este migraron al oeste, mientras
que apenas 150.000 alemanes del oeste lo hicieron al este.
Esto es algo que a la larga ha acabado perpetuando en el tiempo las diferencias de rentas y salarios
entre los alemanes orientales y occidentales, y evidentemente también el PIB de los nuevos
y los antiguos landers.
Ahora bien,, tal y cómo os podéis imaginar, equiparar un país tan pobre como era la RDA,
con una potencia industrial y económica como era la RFA, no fue algo que resultara nada
pero nada barato: infraestructuras, niveles de bienestar, reconstrucción del tejido productivo,
remodelación de las ciudades, etcétera, etcétera.
La pregunta que podemos hacernos es… Pero realmente ¿cuánto ha costado todo este proceso?
¿Queréis conocer la respuesta? Pues.. Fijaos.
(EL PRECIO DE LA DIVISIÓN)
Amigos, que no os quepa la menor duda: la reunificación alemana ha sido y sigue siendo
un experimento muy, pero que muy caro.
Agarraos a la silla: de acuerdo a las estimaciones del Instituto de Investigaciones Económicas
de Halle tan solo entre 1990 y 2009 la antigua y capitalista RFA se gastó más
de 1,3 billones de euros -billones hispanos- en subsidiar la convergencia económica y
social de la antigua RDA.
Para que os hagáis una idea, esto es casi el doble de todo el fondo de recuperación
aprobado por la Comisión Europea para hacer frente a la crisis del coronavirus. Y ahí
no terminó todo. Se calcula que cada año aún fluyen miles de millones desde el oeste.
Cada año.
Ahora bien, ¿en qué se ha gastado todo este dinero y cómo se ha financiado todo ese gasto?
Pues bien, aquí viene otra historia un tanto polémica porque gran parte de todo ese dinero
se gastó en propósitos muy diferentes a los que aparentemente se pretendía. Algo
que en el oeste no hizo mucha gracia.
Me estoy refiriendo, básicamente, a servicios sociales.
(Aunque en un principio la inversión comprometida estaba orientada a mejorar la competitividad
del este, por ejemplo impulsando la modernización de las empresas, al final se ha calculado
que gran parte de los fondos han ido a parar a otros menesteres, como por ejemplo subsidios
sociales, pensiones de jubilación, rentas y ayudas de todo tipo.
Un montón de dinero contante y sonante que se le entregaba a la ciudadanía. Algo muy
goloso para todo político que aspira a ganar votos, pero que, en la práctica, no crea
ninguna estructura productiva que sirva para mejorar la sostenibilidad, la autonomía y
las condiciones de vida en el futuro.)
Y claro, en el oeste de Alemania empezaron a quejarse, y con razón, de que sus compatriotas
del este estaban convirtiendo sus regiones en algo así como zonas rentistas, a costa
de las empresas y los contribuyentes del oeste. Se llegaron a exigir sanciones a los landers
orientales que no gastaran el dinero debidamente. Algo que nunca se llegó a aplicar.
El caso es que motivos para enfadarse tienen, y muchos.
Porque incluso gran parte del dinero que desde 1995 ha recibido el este de Alemania se ha
financiado mediante un impuesto de solidaridad [o más bien un recargo], conocido popularmente
como “Soli”.
(El Soli ha recaudado 331.000 millones de euros desde su creación en 1995 mediante
un recargo del 5,5% agregado a todos los pagos del impuesto sobre la renta, el impuesto sobre
las ganancias de capital y el impuesto sobre sociedades, a partir de un determinado umbral
de renta.
Según los cálculos del diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, de no existir este impuesto
las rentas medias se ahorrarían unos 900 euros anuales.)
Al menos es un impuesto que desaparecerá en 2021.
(El Gobierno alemán se mueve para acabar con el “impuesto de solidaridad” para
el este de Alemania - DW)
Amigos, ya lo véis. La reunificación alemana ha costado muchísimo dinero, a pesar de lo
cual siguen existiendo importantes diferencias económicas, políticas y sociales. Hoy ese
muro invisible que separa el este del oeste en cierta forma parece aún muy vivo.
Ya lo veis resulta mucho más fácil dividir que volver a unir.
Pero dicho esto, turno para ti: ¿crees que ambas partes de Alemania lograrán ser completamente
homogéneas algún día?
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Un saludo, y hasta la próxima.