La Cabecilla del Parador Episodio 18
(Soyla se levanta temblando y se va caminando hacia el ascensor del Lobby para regresar a su cuarto.
Soyla estaba tan aturdida que con las justas pudo llegar hasta el ascensor del lobby sin tambalearse. Las miradas que le tiró el inspector durante su pequeño intercambio de palabras en el restaurante la dejaron convencida de que Jorge y su familia habían sido asesinados por la T.O.P.E. Ella se dió cuenta de que el inspector la estaba "detallando" para ver si ella estaba al tanto de las maniobras de Míster Están y sus búfalos. Soyla sospechaba que en cualquier momento de La Valle muy pronto iba a enterarse de la conversación por teléfono entre ella y la recepcionista de la Parador Wood Emporium cuando llamó desde los Estados Unidos en julio para averiguar lo que había pasado con Jorge y su familia. "Número equivocado. Ese nombre no me suena, señorita. No hay ningún Jorge Quirós trabajando aquí. Su nombre no figura en los registros. Le aconsejo que pregunte en la municipalidad". "Mi Jorgito, Cerila y Pocha están muertos". Soyla no era ninguna despistada. Sabía exactamente lo que había pasado con su familia y sabía sin duda alguna que ese Stan Wilkinson y el inspector de La Valle tenían una mano en la exterminación de más de trescientos (300) empleados chamas en lo que tan cínicamente el gobierno había declarado una "victoria contundente contra los terroristas del Camino Encendido". Cuando Soyla llegó al cuarto, se acercó al teléfono pero ahí mismo cambió de idea y se puso a empacar. En menos de diez minutos ya tenía su maleta lista. Pero apenas terminó de empacar la maleta, se dió cuenta de que de La Valle, de hecho habría dejado a uno de sus infiltrados para controlar los movimientos de ella. Soyla sacó la guía teléfónica de la mesita de noche del hotel, cogió de nuevo el teléfono y llamó al Padre Vargas. Soyla hizo todo el "papelón" de llamar al padre pidiéndole una cita en la tarde para confesarse y también para hacer los arreglos del funeral y la misa. Cuando colgó el teléfono, ya estaba decidida. Bajó al lobby con la cartera en el hombro pero sin la maleta y se acercó a la recepción.
Soyla: Buenas. ¿Nada nuevo para mí?
Recepcionista: Ninguna novedad, señorita.
Soyla: Bueno. Voy a extender mi estadía.
Recepcionista: Pues, dice aquí en el registro, señorita, que usted todavía no se va sino hasta pasado mañana.
Soyla: Cierto. Pero quiero extender eso hasta el próximo viernes. ¿Se puede pagar adelantado?
Recepcionista: Bueno. No es necesario pero sí, claro. Con gusto.
Soyla no tenía ninguna intención de quedarse ni un día más. A su parecer, ella tenía las horas contadas; se las olía. Sabía que en cualquier momento el inspector de La Valle, verdugo a sueldo de Míster Están, podría venir por ella.
Capítulo 26
Aguas Calientes/La Comandancia de la T.O.P.E./1:39 p.m. Una y treinta y nueve de la tarde/6 de octubre/1974
El inspector de La Valle justo estaba leyendo el pequeño archivo que el teniente Luís Cardona había preparado de Soyla Quirós, con todos los datos de su historial: donde había ido a la escuela, el colegio, los tres lugares donde había trabajado en el Parador antes de irse a los Estados Unidos en el 68 (el sesenta y ocho) una lista de sus viejas compañeras de trabajo, de las amigas de promoción (en el Parador como todos los otros países en Sudamérica, las mujeres tienen la costumbre de mantenerse en contacto con sus compañeras de clase (de promoción-de graduación de colegio)
Por razones obvias de "negocio", Stanley Wilkinson y el inspector, Ricardo de La Valle tenían toda una red de contactos en la O.E.A., La P.A.H.O. El B.I.D. y el Banco Mundial, con las sedes de dichas organizaciones en Washington, D.C. así que también se pudo armar un archivo bastante completo acerca de la vida de esta Soyla Quirós en los Estados Unidos. Todos los datos en cuanto a donde residía, y también que la señorita Quirós estaba estudiando traducción y la interpretación simultánea. Ella acababa de conseguir un puesto en la oficina de traducción e interpretación simultánea en la Organización de Los Estados Americanos. Ya para noviembre, le tocaría renunciar en la P.A.H.O. para ocupar su nuevo puesto en la O.E.A. "Realmente impresionante", pensó De La Valle. Ricardo leyó que aparte de su idioma natal, el chipivo, la chola esta sabía los cuatro idiomas oficiales de la O.E.A. ; el español, el inglés, el francés y el portugués y según el archivo, no así así, sino que los leía, hablaba y escribía con propiedad. Vió que acababa de sacar su certificado para la interpretación simultánea del inglés al español, del portugués al español y del español al inglés.
De La Valle apagó el puro en el cenicero y cogió el teléfono. Tenía que ponerle al día a Estanley.
Aguas Calientes/Muelle G-13 (Ge trece)/Puerto Silenciao/Almacén de cargamentos de madera con destino a EEUU)
Míster Están se encontraba en su despacho de cargamentos cuando sonó el teléfono en su escritorio. No dudó que era De La Valle.
Stan: Aló.
De La Valle: Te habla Ricardo.
Están: Sí. Me imaginé. Bueno pues. ¿Qué has averiguado?
De La Valle:
No te va a gustar, Compadre. Esta chica está bien colocada allá. Le acaban de ofrecer un puesto permanente de intérprete y traductora en la O.E.A. Va a dejar su puesto en la P.A.H.O. el mes que viene. O sea, esta chola va a trabajar en todas las conferencias internacionales, todas las conferencias de prensa y en el Salón de los Delegados en todas las negociaciones entre los países miembros. Ya la conocen los embajadores, los directores de todas las secciones.
Están: T'a madre, carajo. ¿Y ahora qué va a pasar?
De La Valle:
Cambio de planes, pues. Esta chica no puede salir de acá. La conoce demasiada gente importante. Ella tiene que desaparecer.
(Hubo una larga pausa. Stanley respiró profundo, tomó un minuto para arreglar su escritorio, un ritual que practicaba cuando necesitaba poner orden a sus pensamientos. De La Valle ya llevaba once años trabajando con Estánley Wilkinson y sabía que había que quedarse callado durante momentos como éstos cuando Están estaba en plan de "cranear" algo) Están:
Compadre. Sabemos que ella tiene una cita con el Padre Vargas y que eso va a durar por lo menos unas dos horas, así que tenemos tiempo para organizar esto con prudencia y con calma, ¿no es cierto? Vente para acá. Tomamos un trago y vemos como "ponerle cierre" a esta vaina, ¿ya?