El cliente siempre tiene la razón (parte 6)
Historia en condicional
¿Cómo sería un día cualquiera en el turno de noche de un taxista de la ciudad? Imagino que a veces deben encontrarse con situaciones muy extrañas. Una podría empezar así.
Sería de noche y estaría circulando con mi taxi por la ciudad como de costumbre, pero ese día habría menos movimiento de lo habitual. Pararía en un bar para tomar un café y me encontraría con un compañero que acabaría de terminar la jornada y ya se iría para casa. Le comentaría lo tranquila que estaba siendo la noche y él me diría que había una gran fiesta en el Hotel Sheriton y que no paraba de salir gente pidiendo taxis.
Me dirigiría hacia allí enseguida y, efectivamente, nada más aproximarme al hotel, vería a un hombre en la puerta que me haría gestos con el brazo. Estacionaría justo delante del hotel. El hombre, que iría “bastante alegre” se me acercaría y me pediría que lo llevara al Hotel Sheriton, en la calle Londres. Me lo quedaría mirando extrañado ya que, efectivamente, estaríamos en el hotel Sheriton de la calle Londres. Pero él insistiría en que quería ir a ese hotel. Yo le haría ver que ya estábamos donde él quería ir, pero que tal vez no lo recordaba debido al alcohol. Él, muy indignado, me diría que ese no era el hotel donde estaba hospedado y que lo llevara a su hotel. Entonces yo le diría que se subiera al taxi y que lo llevaría a su hotel. El hombre se subiría, yo me pondría en marcha, daría un par de vueltas a la manzana y a los cinco minutos estacionaría en la puerta del hotel, en el mismo lugar donde habíamos iniciado el viaje. El hombre miraría hacia afuera, sonreiría, me pagaría el viaje y entraría feliz a su hotel.