18 Ermitaños
El episodio de esta semana se titula “Ermitaños.”
Algunos episodios atrás cuando presenté a Atanasio, mencioné a los ermitaños religiosos que el visitó en el desierto llevándoles alimento, cerca de Alejandría en Egipto. Como un hombre joven, Atanasio rindió honores a estos hombres que habían abandonado toda la facilidad de la ciudad para llevar una vida difícil pero sin distracciones para enfocarse en su devoción a Dios.
Quiénes eran estos ermitaños, y que los llevo a un cambio tan radical en su estilo de vida de lo que habían modelado Jesús y los Apóstoles?
Mientras que la teología de los monjes y monasterios evoluciono a lo largo de muchas generaciones, su primer fundamento descansaba sobre el ejemplo de Juan el Bautista, el precursor de Cristo, que era un modelo de ascetismo. Su guarida normal era en el desierto de Judea, donde cruza el Río Jordán. No vestía la moda del día y comía una estricta dieta orgánica proporcionada por el desierto.
Los primeros ermitaños pusieron un gran peso en lo que Jesús le había dicho al joven rico de vender sus posesiones, dándole todo a los pobres, y seguir al Señor. Abrazaron las partes en el Nuevo Testamento que hablan frecuentemente que la carne está en una batalla con el espíritu y viceversa. Llegaron a la conclusión que la carne y espíritu son irreconciliables. Los ermitaños literalmente renunciaron al mundo y dejaron la vida culta de la ciudad, para vivir en un entorno primitivo en el desierto. Este estilo de vida de privaciones y molestias era considerada como el verdadero camino a la comunión con Dios, por los ermitaños y su grupo de admiradores que crecía mas cada día.
La primera vez que vemos una expresión escrita de esta nueva mentalidad es en el Pastor de Hermas cerca del año 140 d.C. Este documento define dos caminos para crecer en su devoción a Dios, el camino superior y el camino inferior. La fe, esperanza, y amor eran la vía inferior requerida de todos los Cristianos. Pero para quienes aspiraban profundizar su intimidad con Dios, la abnegación era necesaria. Esta auto-negación tomó muchas formas especialmente con el celibato y renunciando al matrimonio como los más radicales, siendo los mas populares.
La práctica de la penitencia se convirtió en común con los creyentes, que hacían actos dramáticos de caridad y valentía con el fin de demostrar su devoción a Dios. Cuando la persecución era una amenaza frecuente, los cristianos solían ver a la penitencia como una manera de compensar los momentos de debilidad y miedo. Y por supuesto, los mártires fueron héroes luminosos que incluso algunos paganos admiraban! Pero con el fin de la persecución, la iglesia necesitaba nuevos héroes y los encontró en los ermitaños que participaban en actos extremos de abnegación.
Los primeros monjes fueron ermitaños; personas que se refugiaban en el desierto, y el lugar que les dio su inicio; fue Egipto, donde el desierto era abundante fuera la franja fértil de tierra a lo largo del Nilo. La palabra ermitaño proviene de la palabra griega para el desierto.
Cerca del año 250 d.C., un hombre de 20 años de edad llamado Antonio tomó el mandato de Jesús al joven rico para vender sus posesiones y seguirlo — literalmente. Antonio vendió todo y se fue a vivir en una tumba abandonada. Leyendas crecieron rápidamente sobre sus batallas con la tentación que tomaron forma visible con ataques de demonios, mujeres seductoras, y bestias salvajes. Antonio salía de cada batalla con un mayor sentido de devoción a Dios que inspiraba a otros a seguir su ejemplo ascético. Pronto, cientos de personas tomaron su camino al desierto, para vivir una vida de una rígida abnegación. Antonio era el favorito de Atanasio. Desde que Antonio vivió a tener más de cien años, aun estaba vivo cuando el futuro obispo de Alejandría estaba llevando comida a los monjes del desierto. Atanasio escribió una biografía de Antonio, la cual se volvió muy popular. Este libro, más que cualquier otro factor, ayudó a aumentar la estima y lo atractivo de la vida ermitaña en el desierto.
El movimiento hacia el Monasticismo creció rápidamente con el nuevo favor Imperial bajo Constantino y sus sucesores. No es difícil comprender porqué el número de ascetas creció y el Monasticismo se hizo popular en este tiempo en que la Iglesia y el Imperio estaban siendo los mejores de amigos. Ser cristiano ya no era peligroso, por lo que la sinceridad de muchos nuevos miembros había disminuido. Cuando la gente se dio cuenta de que el pertenecer a una iglesia era un plus político y social, el factor de la sinceridad en la iglesia cayo aún más. Los creyentes genuinos notaban la flacidez de la calidad de la fe, en estos amigos instantáneos de la iglesia y eligieron responder aceptando una ruta más riguroso. Los modelos de aquella época fueron los monjes; los extraordinarios Héroes Cristianos que habían alcanzado un honor similar al que les había sido concedido a los Mártires de la época anterior y wow! No tenían que preocuparse que les cortaran la cabeza.
Así que los monjes de este tiempo no eran tanto de estar huyendo del mundo como personas que estaban en protesta de una iglesia mundana.
Parte integral de la vida ermitaña era un aislamiento individual que estaba en contrasta con la vida comunal modelada por Jesús y los Apóstoles, y que vemos en todo el Nuevo Testamento. No tiene mucho cuerpo la iglesia de Cristo cuando es solo un hombre en una cueva. Los ermitaños veían a su refugio en el desierto como una manera fácil de evitar las tentaciones del mundo exterior, pero, ¿cómo trataban con las mucho más peligrosas tentaciones interiores del alma = cosas como el orgullo y la envidia?
La tentación del orgullo es evidente. Después de todo, era fácil para los ascetas del desierto que habían tomado la supuesta “ruta superior” considerarse mejor que los demás. Pero ¿cómo podría ser un problema la envidia cuando vivían solos? Pues si bien, vivían solos, pero tenían un montón de visitantes. Muchos peregrinos se dirigían a reunirse con ellos y para tomar unos momentos con aquellos considerados santos vivos. Cuando estos peregrinos hacían sus rondas visitando a varios ermitaños, les informaban a cada ermitaño los actos extremos de penitencia y la piedad de los otros. No queriendo quedarse atrás, los ermitaños se esforzaban por superarse los a los otros en demostraciones de devoción. Esto los dirigió a ayunos extremos, a comer comida rara, vivir en los árboles, o en la parte superior unos pilares, negar a bañarse. Al volverse mas más extravagantes sus actos, su fama crecía y pronto miles de personas acudían a verlos. Un ermitaño llamado Simón el Estilita no le gusto la muchedumbre que vino a verlo, el erigió un pilar donde vivió en la parte superior por 30 años. La gente le enviaba alimentos a través de una soga y canasta.
Como con cualquier extremo, no pasó mucho tiempo antes de que una forma razonada y más tranquila desafiara la decididamente anti-bíblica manera de ultra-individualismo de los ermitaños del desierto. Acerca de año 320 d.C., alguien recordó que en Génesis 2:18 → Nos dice que las personas no deberían estar solos. Wow, quizás estos ermitaños que hemos hecho en santos vivos realmente no están en lo correcto después de todo. Un ex soldado llamado Pacomio formó el primer monasterio. Era un lugar donde los cristianos podían buscar la devoción a Dios en un ambiente comunal. En vez de que cada monje decidiera por sí mismo cómo iba vivir y qué iba a hacer, inspirándose en su experiencia como soldado, Pacomio estableció reglas para la comunidad. Todos los miembros llevaban el mismo uniforme, hacían el mismo trabajo manual, y mantenían en el mismo horario.
Mientras que el Monasterio de Pacomio fue el primero que conocemos para los hombres, las mujeres ya tenían su propia versión de la vida comunal. Esto había sido necesario ya que las mujeres no podían ser ermitaños. Su aislamiento las hubiera hecho un destino tentador para los brutos y delincuentes. Nonnus es la forma femenina de la palabra Monje así que las mujeres que buscaban la vida comunal fueron llamadas Monjas; y su Comunidad era un Convento.
El movimiento Monástico se propagó por el Norte de Egipto hacia Siria, y luego hacia el Oeste hacia Asia Menor, que en aquel momento era la región más espiritualmente dinámica de la fe. Una vez que los monasterios tomaron raíz en Asia Menor se propagaron rápidamente por toda Europa.
Cuando Atanasio murió en la primavera del año 373 d.C. , los tres obispos de Capadocia, en Asia Menor recogieron y continuaron llevando la batuta del Credo de Nicea. Basilio, Gregorio Nacianzo y Gregorio de Nisa. Estas 3 crecieron en gran medida el Movimiento Monástico. Basileo fue de especial importancia, ya que él es el autor de la Regla de Disciplina que enmarco la vida monástica para las generaciones después y hasta el día de hoy en la Iglesia Ortodoxa Oriental.
A lo largo de la 4ª y 5ª siglos, el Monasticismo ganó popularidad y se infiltro en todos los niveles de la sociedad. La vida comunal de los monjes reanudo en la Iglesia un sentido de propósito y un retorno a la religiosidad que había caracterizado a la Iglesia en sus primeros años. El martirio fue sustituido por una sincera devoción a Dios a través de la renuncia a una carrera de éxito mundano en favor de una vida en la Imitación de Cristo. Con el fin de obtener este ideal dentro del contexto de la vida comunal, los monjes tomaron votos de pobreza, obediencia y castidad. Estos fueron los intentos de delinear la línea de batalla de la tentación y el pecado renunciando a las posesiones, la libre voluntad y el impulso sexual. Los monasterios ayudaron a poner fin a los problemas comunes a los ermitaños anteriores: ociosidad y excentricidad. Ellos se convirtieron en los centros de renovación social y enseñanza. Para el Siglo Sexto, la mayoría de los líderes de la iglesia eran monjes.
Uno de los monjes más notable de este período fue Jerónimo, quien vivió del año 340 a 420 d.C.. Comenzó como un ermitaño en el desierto de Siria. A pesar de sus mejores intenciones, Jerónimo fue acosado por la tentación sexual. El único alivio que pudo encontrar fue cuando su mente estaba ocupada por un enorme desafío intelectual. Alguien sugirió que aprendiera Hebreo que resultó ser una receta eficaz contra la tentación. Una vez que él había dominado en Hebreo, viajó a Roma, donde se convirtió en el tutor de uno de uno de los principales Obispos y conoció un par de mujeres brillantes que en virtud de su enseñanza se convirtieron a ser tan adeptas como él, en la enseñanza de la Biblia.
Cuando Jerónimo cayó tuvo problemas con algunos de los otros monjes en Roma, se trasladó a un monasterio en Belén, donde pasó los siguientes 22 años traduciendo el Antiguo y Nuevo Testamento al Latín.
La primera traducción de Jerónimo fue muy criticado porque usaba el lenguaje común de la calle en lugar del latín clásico más refinados de la antigüedad. La gente consideraba su Biblia vulgar, pero no pasó mucho tiempo antes de que las opiniones cambiaran y la Vulgata Latina fue ampliamente y tremendamente popular. La Iglesia Católica Romana utilizo la Vulgata Latina como su Biblia oficial hasta muy cerca de la actualidad.
El hombre que tuvo el impacto más significativo en la Vida Monástica fue Benito de Nursia, que era cerca de Roma. Benito fue educado en la capital, pero cuando fue expuesto al extremo ascetismo de los ermitaños, decidió dejar la escuela a favor de una vida solitaria en una cueva a 80 millas al sur de Roma. Después de 3 años estudiando las escrituras, unos monjes locales lo vieron a visitar. Impresionados por su aprendizaje, le preguntaron si volvería con ellos para ser su Abad, el dirigente del monasterio. Él estuvo de acuerdo, pero cuando la disciplina necesaria que implemento les resultó demasiada rigurosa, intentaron envenenarlo. Benito Huyó. Benito se llevo con el solamente la sabiduría nacida del fracaso. En lugar de culpar a su fracaso en el monasterio como un signo de no era apto para el liderazgo, él perfeccionó sus ideas de cómo llevar a cabo una comunidad y comenzó un nuevo monasterio en Monte Casino, al sur de Roma en año 529 d.C.. Cuando Benito murió 13 años más tarde, dejó a la posteridad un patrón para la vida monástica que se convirtió en la norma para cientos de monasterios y ayudo a guardar la civilización Europea durante el declive intelectual de la Edad Media; algo a lo que volveremos a hablar en un episodio posterior.
Fue en el monasterio de Monte Casino que Benito escribió su famosa “Regla.” La Regla fue una brillante combinación de pragmatismo y psicología. Benito había aprendido cómo administrar una comunidad de creyentes y imponer la disciplina necesaria sin ser demasiado duro. Comenzó tomando las formas monásticas básicas que ya estaban en su lugar y, a continuación, instalo un sistema de disciplina que ahuyentaba al perezoso e insincero. Él sabía que el único camino para lograr los objetivos de un monasterio era en mantener la autoridad y disciplina, pero la obediencia tenia que ser tal que una persona ordinaria la podría dar. Benito fracasó en su intento anterior porque estaba esperando que los monjes siguieran su propio nivel de disciplina, que se dio cuenta era uno que muy pocos podían mayor seguir.
La Regla de San Benito estableció la posición del Abad del monasterio como la única autoridad a quien los monjes debían su inquebrantable y incuestionable obediencia. Pero esta autoridad no podía ser arbitraria, por lo cual implemento que la elección del Abad era por los mismos monjes. La regla para el Abad era que toda decisión importante debía ser hecha después de consultar a los monjes por consejo para guiar su decisión. Advirtió al Abad que ir en contra del consejo de los monjes era imprudente y peligroso. Advirtió al Abad en contra de ejercitar poder incontrolado.
En una medida que parece visionaria, Benito abogó que cada monasterio se convirtiera en un mundo en sí misma. Labor de naturaleza tanto manual como mental se consideraban crucial para la vida monástica y central para crecer en devoción con Dios. Así que cada monasterio se convirtió en una comunidad autosuficiente, que casi no dependía del mundo exterior. Lo que esto significo fue que cuando el Imperio Romano se disolvió, la enseñanza del mundo antiguo fue conservada en los monasterios Benedictinos, donde fue leído, estudiado y copiado por generaciones. Ellos se convirtieron en los almacenes del conocimiento que resurgiría en la Reforma y el Renacimiento, para levantar a Europa de la Edad Media.
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Al acercamos al final de este episodio, aquí hay algunas líneas de la Regla de San Benito.
El primer grado de la humildad es una obediencia pronta. La ociosidad es enemiga del alma; y, por lo tanto, los hermanos deberían ser empleadas en trabajo manual en determinados momentos. En otros, en la lectura devota. A los dormilones les gusta hacer excusas. El Abad debe siempre tener en mente lo que es y lo que ha sido llamado a hacer; debe saber que a quien más se le confía, a él más se le exigirá. Él debe saber que quien emprende el Gobierno de almas debe prepararse a el mismo para dar cuenta de ellas. Tanto a los oyentes casuales y a los suscriptores de CS, gracias por acompañarnos.
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